Un Barça en modo depredador golea al Levante (0-5)

Volvió el FC Barcelona al escenario del crimen; allí donde hace seis meses casi exactos el Levante, en una tarde de furia y con la cooperación necesaria de los jugadores de Ernesto Valverde, liquidó una racha de imbatibilidad que estaba a un solo paso de ser histórica y, lo que es casi más doloroso, hizo volar por los aires el sueño de triunfar en el Barça de un bigardo colombiano llamado Yerri Mina. Contaban ayer las crónicas periodísticas previas al partido que había en la expedición barcelonista (lo de azulgrana aquí mueve a confusión) un sentimiento de cuenta pendiente y ganas de revancha. Y así debía de ser, porque, sin desarrollar un fútbol de alta escuela, el Barça, liderado por un Messi en modo depredador, mostró su cara más despiadada y orquestó un baño de sangre en el Ciutat de València (0-5).

Se comportaron los de Valverde con la ferocidad del Séptimo de Caballería en la masacre de Wounded Knee. Y justamente eso, una rodilla herida (no otra cosa significa ‘wounded knee’) es lo que marcó el inicio del partido. Dos eran las principales incógnitas que planteaba el once que debía disponer Valverde: quién completaba la línea de medios junto a Busquets y Rakitic (el elegido fue Arturo Vidal) y quién acompañaba en ataque a Messi y Suárez (Dembélé volvió a pasar por delante de Coutinho). Pero la gran sorpresa se produjo en la defensa, donde Semedo se cayó en el último momento de la convocatoria por unas molestias en la rodilla izquierda y el técnico tuvo que recurrir a Vermaelen para improvisar una zaga con tres centrales en la que Piqué se repartía con el Mosquito las coberturas en el lado derecho.

Sucede que en tareas defensivas Dembélé está más perdido que Wally en el Frente Atlético, y por ahí llegaron los principales apuros para el Barça, especialmente cada vez que el veterano José Luis Morales, muy libre de marca, se descolgaba en esa banda y encaraba a Piqué, que se veía obligado a ocupar hasta tres posiciones distintas ¡en una misma jugada!

Claro que si Morales es comandante, Leo Messi es capitán general, gran almirante y jefe del estado mayor, todo en uno. Nadie como el argentino para detectar las flaquezas del rival y decidir los momentos más convenientes para hacerle daño. Después de ver cómo Boateng, solo ante Ter Stegen, enviaba el balón al travesaño, el 10 consideró que ya era hora de dejar de sufrir y encarrilar el partido: en apenas ocho minutos, asistió a Luis Suárez para que el uruguayo enviara a la red la primera pelota que tocaba en condiciones y se encargó él mismo de anotar el segundo en un contraataque lanzado por Busquets que el rosarino culminó con su pie derecho, ese que, según Pelé, no existe.

El arrebato de Messi puso así el partido en el zurrón de un Barça muy condicionado por su anómala disposición sobre el campo. Cabe pensar que el entrenador local, Paco López, aprovechó el descanso para dar instrucciones a los suyos que les permitieran explotar las lagunas defensivas del equipo de Valverde, pero de poco les sirvió porque nada más salir del vestuario se encontraron con otro gol del 10 después de una rápida jugada trenzada por Suárez y Alba.

El 0-3 descompuso definitivamente al Levante pero no sirvió para calmar la voracidad de los barcelonistas, que aprovecharon además la entrada en el campo de Arthur para gobernar no solo el marcador sino también el tiempo. Otra jugada de Suárez, esta con caño incluido, desembocó en el tercero de Messi (segundo ‘hat trick’ de la temporada), y poco antes del pitido final Piqué redondeó su exhibición de fútbol multitarea marcando el 0-5. Faltó esta vez el gol de Dembélé, pero el normando tenía uno de esos días en que le toca recorrer en sentido descendente la escalera que va desde las cumbres de la poesía a los sótanos de la vulgaridad.

El día de la rodilla herida acabó en masacre. Este Barça, líder en solitario y con Messi disparado en la tabla de goleadores, no está para hacer prisioneros.