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DERBI CATALÁN APASIONANTE

El Espanyol se topa con un Messi enfadado (0-4)

El astro azulgrana destroza al cuadro blanquiazul al acabar la semana en la que se le ha rebajado a quinto del mundo

Messi, ejecutando una falta magistral en el RCDE Stadium.

Messi, ejecutando una falta magistral en el RCDE Stadium. / periodico

Joan Domènech

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Ya se sabe lo peligroso que es enfadar a Messi. Está contrastado desde hace muchos años que cuando el astro se ofusca –le ofuscan, mejor dicho-, las consecuencias son temibles. No fue el Espanyol el causante de su irritación, pero pagó un duro tributo sin comerlo ni beberlo. Nadie del club blanquiazul estaba en la gala del Balón de Oro del lunes ni nadie votó para que fuera quinto.

Una humillación para el número uno que, como siempre cuando alguien le perturba, concentra su deseo de venganza por los cauces más admirables. Sin un mal gesto ni una mala cara. Focalizando sus esfuerzos en el juego. Sin maltratar a rivales ni pelota. En realidad, sí que les maltrata con su fútbol.

Una falta a cada escuadra

El pobre Espanyol sufrió las secuelas del desaire infligido a Messi y se topó con la mejor versión del astro. Con el 10 de verdad. No solo porque canalizara el triunfo barcelonista hacia la goleada, porque marcara dos goles de falta (uno a cada escuadra), porque rematara al poste, sino porque arrastró a sus compañeros a disfrutar de un derbi maravilloso y plácido.

El Barça era líder sin jugar, por el empate del Sevilla en Valencia, pero quiso serlo en solitario, por méritos propios. Messi tomó de la mano a Dembélé, dio cuerda a Suárez y, con la protección de un soberbio Arturo Vidal, firmó un derbi inolvidable. Sobre todo para quienes vivían su bautismo en la rivalidad barcelonesa. Como Rubi.

Rubi desorienta a su equipo

Rubi sucumbió a la singularidad del derbi, entre que era el primero que vivía en la máxima categoría, y la visita del Barça, un equipo no menos singular, con sus extremos y su imparable Messi. El técnico intervino en la alineación, en la pizarra y en el campo, hasta el punto de que desorientó al equipo, extraviado desde que compareció.

Granero y Baptistao desaparecieron del once (reapareció Víctor Sánchez), el dibujo habitual se transformó hasta reducirse a un único punta y los centrocampistas fueron de lado a lado durante el primer cuarto de hora. El pobre Melendo, una de las grandes novedades, acabó mareado siguiendo instrucciones defensivas. Nunca para construir. No pudo.

Los pitos a Piqué son breves

Lo único más o menos habitual fue que Messi marcara, convertido en el futbolista que más goles se ha apuntado ante los blanquiazules en la historia. En Primera. Sin contar el fútbol base. Allí donde Gerard Piqué cultivó su aversión a los pericos, aunque ha sido de mayor cuando se ha erigido en el más denostado. La pitada que generaba cada intervención suya desapareció pronto. En cuando el marcador empezó a fastidiar más que el defensa.

Tan incontrolable es Messi, tanto en movimiento por la cantidad de carreras que realizó, como a balón parado con su arte para las faltas, como lo es Dembélé, aunque solo en una de las facetas. Ambidiestro indescifrable, Valverde le devolvió a la izquierda como a principios de Liga, cuando emitió las mejores aportaciones, y dictó la sentencia más pronto de lo que el culé más optimista pudiera imaginar. Entre Dembélé y Coutinho andaba la tercera plaza de la delantera y la disfrutó quien más méritos ha hecho últimamente.

Pérdidas a granel

La acumulación de hombres del Espanyol en el centro del campo no evitó que el Barça tuviera más el balón ni que se redujeran las pérdidas propias, que fueron a granel. La primera conexión azulgrana era con Messi. El desenlace de la incipiente jugada era imaginable. Vivir un uno contra uno contra el 10 del Barça es las experiencias más espantosas que un futbolista puede sufrir. Le hicieron faltas, sí, pero la primera la enchufó, con lo que el negocio era ruinoso se le derribara o no. Metió dos faltas, para que no hubiera dudas.

No se las quitó de encima el Espanyol, que solo jugó un rato a partir del descanso. Seguramente por la concesión del Barça, complacido con el 0-3 al extinguirse el primer tiempo en la ocasión más complicada para Suárez. El cuarto gol elevó el resultado a castigo para el Espanyol (salvado por dos postes y varias intervenciones de Diego López), al que el VAR le anuló el triste consuelo del gol de Duarte. 

Espanyol, 0 - Barcelona, 4

<strong>Espanyol: </strong>Diego López (4); Javi López (4), David López (3), O. Duarte (5), Dídac (4); Hernán Pérez (5), Darder (4), Marc Roca (4), Víctor Sánchez (4); Melendo (6), Borja (5).

Así lo ha narrado en directo Xavi Chica.