LA ETAPA DORADA COLCHONERA

Visita a la catedral del cholismo

Simeone transformó a un Atlético depresivo y desorientado en un club poderoso

Simeone, en el entrenamiento del Atlético previo al duelo con el Barça.

Simeone, en el entrenamiento del Atlético previo al duelo con el Barça. / periodico

MARCOS LÓPEZ

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A Simeone, que lo dejó todo en Argentina renunciando incluso a un millón de dólares que tenía pactado con Racing, no paraban de hacerle la misma pregunta hace siete años. Era diciembre del 2011. "¿Pero cómo vas a ir al Atlético con todos los problemas que hay, los jugadores, la directiva, tan cerca del descenso…?" Pero él lo tuvo claro. "O lo tomaba o lo dejaba".

Lo tomó en una situación dramática porque el club acababa de despedir a Gregorio Manzano, que solo había sumado 19 puntos de 48 posibles, malviviendo en la décima posición de la Liga, con el sonrojo, además, de haber sido eliminado en la Copa del Rey por el Albacete, un equipo de Segunda B.

"Vamos como siempre, partido a partido, incluso minuto a minuto" (principio uno del 'cholismo') 

Entonces, llegó Simeone, "un conductor de grupos", como él mismo se definió entonces. "Yo mato por mis futbolistas porque son lo más importante para mí. Mato en sentido figurado”, proclamó en aquellos días turbulentos donde el Atlético solo podía vivir del doblete de Antic (Liga y Copa al último Barça de Cruyff en 1996) y del breve brote verde que supuso Quique Sánchez Flores con el doble éxito del 2010: Europa League y Supercopa de Europa.

Una Biblia ideológica

Mató por ellos hasta convertir a un equipo desorientado y depresivo, que había engullido a ocho entrenadores en ocho años, en un grupo vorazmente ambicioso al que devolvió una identidad que había perdido. "No se puede ir contra la historia. El Atlético se forjó en la lucha. Es aguerrido, fuerte, compacto, contragolpeador, explosivo…"”, contó Simeone apelando al "sentido de pertenencia"  a un club que se había confundido con tanto inquilino en el banquillo.

"El esfuerzo no se negocia, prefiero jugar bien a jugar lindo" (principio dos del 'cholismo')

Implantó una Biblia, nunca escrita, pero sí sabida por todos. "El esfuerzo no se negocia". Ese fue el primer capítulo, al que luego añadió el ya clásico y tradicional "partido a partido" que le llevó a levantar a todos. Primero a unos jugadores que parecían peores de lo que eran. Estaban a tan solo cuatro puntos del descenso y a 21 del líder, el Madrid de Mourinho. "¿El secreto del 'Cholo'? Creer y convencer", responde a este diario Kiko Narváez, héroe de aquel doblete del 1996 junto a Simeone, claro. "Su asombroso poder de convicción. Vamos sin paracaídas y vamos a caer en la lona de un circo que está ahí abajo. Pues, lo dice él y nos tiramos todos desde el avión porque sabemos que es verdad. Es poder de convicción, él te dice una cosa y te la crees. Solo hay que ver a Griezmann más cerca muchas veces de Oblak que del portero rival. Y ahí está el tío, encantado de la vida", relata.

Godín, Juanfran, Filipe Luis y Koke son los 4 únicos supervivientes del primer partido de Simeone

Ahí siguen, por ejemplo, Godín, el mariscal uruguayo, Juanfran, Filipe Luis y Koke, saltando a diario sin paracaídas. Los cuatro únicos supervivientes del primer Atlético de Simeone. Andaba el Barça apurando, sin saberlo entonces, los últimos meses con Guardiola. Cuando retornó el ‘Cholo’ a Madrid, los azulgranas gozaban de uno de los partidos más grandes de la ‘era Pep’: el 4-0 en la final del Mundial de clubs al Santos de Neymar ("con el Barça hemos aprendido cómo se juega a fútbol", dijo el brasileño que tenía ya firmado un precontrato con los azulgranas), con nueve canteranos en el once inicial de Yokohama  y un sistema táctico asombroso: 1-3-7-0. El Atlético estaba en la ruina. Pero el ‘Cholo’ no tenía (ni tiene) miedo alguno

Rápida reconstrucción

Poco a poco empezó a reconstruir el equipo desde la defensiva huella italiana que adquirió tras su paso por el Catania. En apenas cinco meses lo trasladó al quinto puesto de la Liga, con 56 puntos. Lejos, muy lejos del Madrid de Mourinho de los 100 puntos. Pero reconquistó algo que poseía un valor incalculable: el orgullo rojiblanco.

"Somos el equipo del pueblo. A algunos les molesta que estemos vivos" (principio tres del 'cholismo')

Ganó en medio año tantos títulos (una Europa League al Athletic de Bielsa, referencia suya como entrenador, y la Supercopa de Europa al Chelsea de Di Matteo) como en los ocho años anteriores anunciando el prólogo del viaje al paraíso. Un paraíso incompleto porque la herida de Lisboa (el cabezazo de Ramos en el minuto 93) y Milán (aquel penalti fallado por Griezmann) son traumas imposibles de superar. Dos traumas (2014 y 2016) en demasiado poco tiempo. Simeone sí que supo detectar "el miedo del Bernabéu" en la final de Copa (2013) que le elevó a los altares colchoneros y la angustiosa descomposición del Barça de Tata (2014) para besar la Liga en el Camp Nou. Su impacto en el equipo, en el club y, por supuesto, en la afición fue inmediato. Hay dos Atléticos en la historia. Uno antes de Simeone; otro después.

"Si veo el barro, me tiro de cabeza" (principio cuatro del 'cholismo')

"De chico yo recuerdo a Schuster, Futre… Me acuerdo de la época de Toto Lorenzo, de Luis….", recordaba en sus inicios en el banquillo de la antigua catedral rojiblanca: el Vicente Calderón. Allí cayeron devorados en la Champions dos Barça muy recientes. "No nos interesaba que Messi participara mucho", llegó a decir Tata Martino (abril del 2014). Y el Barça de Luis Enrique que venía del triplete de Berlín enterró su legado también allí (2-0, abril del 2016).

"Veo al Atlético jugar y veo cholitos. Campo estrecho, cerrar líneas de pases, jugar con paciencia, portería a cero..." (Kiko Narváez). 

Aquel viejo estadio, levantado en 1966, se quedó pequeño para acoger a los miles de fieles que seguían la religión cholista, que les ha llevado hasta la zona más noble del fútbol europeo. Desde hace un año tienen una nueva e imponente catedral, el Metropolitano, convertido en uno de los grandes campos de Europa, acorde a la nueva condición del Atlético.

Cuando llegó Simeone, el Atlético ocupaba el puesto 23 en el ránking de la UEFA, ahora es el cuarto mejor equipo de Europa

Un grande del continente, como revela el ranking de la UEFA. Es el cuarto, solo superado por Madrid (1º), Bayern Múnich (2º) y Barça (3º). Cuando llegó Simeone, el Atlético ocupaba la vigésimo tercera posición, hundido en una tenebrosa oscuridad, atormentados por el recuerdo de la final perdida en 1974 contra el Bayern de Beckenbauer.

Le falta una Champions para que el edificio construido por Simeone sea legendario. "Veo cholitos en el campo, que se creen realmente lo que están haciendo. Campo estrecho, cerrar líneas de pase, jugar con paciencia... Portería a cero porque tarde o temprano vamos a conseguir el premio", explica Kiko, asumiendo, al mismo tiempo, "el espíritu camaleónico" de un equipo, y un club, puramente cholistas. El problema fue vivir sin él. "¿Simeone, el Messi del Atlético? Pues, no, no es ninguna locura. Es el pilar más importante". El drama será cuando se vaya el Cholo. Y Leo.