LA RESACA DE LA DERROTA
El ser o no ser del Barça
El triunfal paso del Betis de Quique Setién por el Camp Nou reabre el debate sobre el estilo de juego en el club azulgrana
Rafael Tapounet
Periodista
Rafael Tapounet
Dice Nietzsche en uno de sus aforismos que la manera más terrible de causar daño es hacer que alguien se avergüence de sí mismo. ¿Se avergonzó el Barça de sí mismo el domingo? Bueno, si la vergüenza es el sentimiento que se produce cuando nos incomoda la distancia que hay entre una expectativa y la realidad que le corresponde, habrá que aceptar que algo de eso hubo. No tanto porque la actuación del equipo fuera especialmente miserable (aunque no fue mucho mejor que eso), como por el modo cruel en que el Betis de Quique Setién puso en evidencia la distancia que media entre esa idea tan publicitada del FC Barcelona como adalid del juego de posición y dueño de la pelota y la realidad de una escuadra incapaz de imponerse al fútbol de asociación de los verdiblancos y dispuesta a renunciar a sus principios a la primera contrariedad.
Sí, el 3-4 hizo daño. El Betis le quitó al Barça algo más que los tres puntos; también le arrebató unos jirones de identidad. Y lo dejó sumido en esa duda recurrente acerca del estilo que no ha dejado de planear sobre el Camp Nou desde que Pep Guardiola se bajó del barco arrastrando una maleta con todos los volúmenes de la enciclopedia ilustrada del cruyffismo, en versión ampliada y actualizada. Una duda de proporciones hamletianas que, como le sucede al personaje de Shakespeare, impide al equipo avanzar hacia una versión definida y completa de sí mismo. Demasiado a menudo, el Barça no sabe si ser o no ser.
Nada simboliza mejor el debate abierto en el club azulgrana en torno al modelo de juego que esa camiseta con dedicatoria que Sergio Busquets regaló a Setién después del encuentro del domingo. “Para Quique, con aprecio y admiración por tu manera de ver el fútbol”, escribió el mediocentro de Badia del Vallès. Un gesto cargado de significado después de que el técnico cántabro hubiera desarbolado con su apuesta por el fútbol de toque al equipo de Ernesto Valverde; un guiño de refinada perversión en un momento en el que el nombre de Setién circula por algunos despachos como posible relevo del 'Txingurri' cara a la próxima temporada.
Más caos y menos control
Si existe en verdad eso que algunos llaman ADN Barça, parece más razonable buscarlo en la decisión del entrenador bético de hacer saltar al campo a tres futbolistas de perfil ofensivo (Canales, Sergio León e Inui) cuando su equipo iba ganando en el Camp Nou que en la ya rutinaria sustitución de Arthur por Arturo Vidal cada vez que las cosas van mal dadas en el bando azulgrana. Un cambio que Valverde justificó al final del choque con un elogio del potencial tumultuario del chileno: “En el descanso nos convenía agitar el partido, meterle caña, que todo tuviera más intensidad. El partido no estaba para que nadie lo controlara, era una especia de lucha de hombre contra hombre, y Arturo Vidal nos convenía porque eso es lo que él hace, agitarlo todo”. Más caos y menos control, en suma.
El caso de Arthur Melo es paradigmático. Señalado por voces tan autorizadas como las de Messi y Xavi Hernández como el jugador que mejor encarna la idea de continuidad con el juego posicional que hizo grande al Barça de Guardiola, el brasileño tardó en entrar en el equipo; cuando lo hizo, con aquella rotunda irrupción en una noche de Champions en Wembley, se hizo con un puesto de titular más o menos fijo, pero se diría que a ojos de Valverde ha seguido estando bajo sospecha: siempre que Arthur ha salido de inicio, el técnico lo ha retirado del campo antes de completar los 90 minutos. Y en seis ocasiones, el futbolista elegido para sustituirlo ha sido Arturo Vidal. El hombre de la caña y la agitación.
La dosificación de Arthur contrasta con la omnipresencia de Rakitic; pese a haber acumulado en el Mundial más minutos que ningún otro jugador de la plantilla (con la excepción de Umtiti), en el Barça de Valverde el croata lo juega absolutamente todo: ha sido titular en 15 de los 18 partidos oficiales disputados por el equipo y en 12 de ellos ha estado en el césped hasta el pitido final. Y si el domingo no lo estuvo, fue porque se ganó la expulsión en el minuto 82. En el Wanda, ante el Atlético de Madrid, el 'Txingurri' deberá buscarle un sustituto; el perfil del elegido será leído, también, como una declaración de intenciones futbolísticas. Una cuestión de estilo.
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