HISTORIAS DEL FC BARCELONA

40 años del Barça-Anderlecht: Zuviría y el gol de su vida

"Desde luego, no lo olvidaré jamás", relata el exlateral sobre el gol que marcó al Anderlecht y que culminó una mítica remontada en la Recopa de 1978

Zuviría dispara a gol en 1978 ante el Anderlecht, en Recopa.

Zuviría dispara a gol en 1978 ante el Anderlecht, en Recopa. / periodico

Frederic Porta

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Nunca las castañas y panellets resultaron tan dulces para el culé como en aquel día de Todos los Santos de 1978. Se cumplen 40 años de la remontada quizá más emblemática en la historia del barcelonismo. 3-0 al entonces poderoso Anderlecht conseguido tras el inolvidable gol de 'Torito' Zuviría que permitiría el lanzamiento de la favorable tanda de penaltis en el Camp Nou.

Recapitulando, se vivía la vuelta de los octavos de final de la Recopa de Europa. El rival, un histórico belga que había ganado las dos últimas ediciones del torneo que entonces reunía a los campeones coperos del Viejo Continente. Un rival temible para un Barça en reconstrucción, débil de fuerzas y autoestima que había cerrado pocos meses la etapa de Montal Cruyff y ahora afrontaba el arranque de la era Núñez, con el entrenador francés Lucien Müller y Hansi Krankl y Johan Neeskens de dúo de extranjeros, el máximo que la legislación permitía alinear.

El equipo también andaba en transición, con Asensi Rexach como supervivientes de la última Liga conseguida, Migueli erigido en baluarte defensivo, el oriundo 'Milonguita' Heredia encargado de poner temperamento y Pello Artola rebautizado como 'Sant Artola Gloriós' por los continuos prodigios que realizaba en la portería.

Acomodo con la mano

Apenas 13 días antes se había disputado la ida. El Anderlecht disponía de un equipazo, plagado de nombres que aún suenan: Van der Elst, Duisbaba, Coeck, Vercauteren, Geels o los holandeses Haan Rensenbrink. Precisamente, Van der Elst y Coeck, con un par de golazos, se encargaron de encarrilar el marcador. Ya en el minuto 65, llegaría el 3-0 tras una jugada controvertida. En gesto flagrante, visto por todos salvo por el árbitro italiano Ricardo Lattanzi, el temible Van der Elst se acomodó con la mano sin disimulo un centro desde la derecha antes de batir a quemarropa al vasco Artola. Las protestas blaugrana no sirvieron de nada.

Acabado el choque, la policía belga se desplegó con escasa diplomacia y el sulfurado Barça se negó incluso a pasar el control antidoping para dejar patente su profundo enfado. Tampoco ayudó el entrenador local Raymond Goethals, quien declaró que la remontada sería tarea utópica para los catalanes visto el desequilibrio de fuerzas y talento entre uno y otro bando. El prestigioso Goethals, uno de los mejores entrenadores del momento, era un redomado especialista en dejar al rival en fuera de juego adelantando la defensa propia, argucia muy efectiva que sacaba de quicio a los adversarios. Y en la sala de prensa, el hombre no mostraba pelo alguno en la lengua.

El Barça podía optar por convertir el regreso en un trámite o luchar hasta la extenuación. Optó por lo segundo, escandalizado tras el mal trato arbitral y de los anfitriones. Llegada la hora de la verdad, el Camp Nou presentaba una entrada formidable, con el público dispuesto, gran novedad, a dejar de ser espectador pasivo en el Liceu -la crítica eterna al barcelonismo- para convertir el Estadi en lo que el tópico futbolístico calificaría como olla a presión. Y vaya si lo fue, desde el primer instante.

La jugada de su vida

Para abrir las hostilidades, Krankl se inventó un chut, muy escorado a la izquierda, casi en la línea de fondo, que alcanzó las mallas ante la sorpresa del guardameta De Bee. Antes de llegar al descanso, una cabalgada de Heredia por el centro, rematada con potencia desde fuera del área, puso el 2-0 en el marcador y el cielo al alcance de la mano. El Anderlecht seguía desarbolado, incapaz de réplica, hasta que, a poco de acabar, a Zuviría se le ocurrió protagonizar la jugada de su vida.

Lo explica el propio protagonista, Rafael Zuviría: "Desde luego, no lo olvidaré jamás. Era un partido fabuloso, el campo se venía abajo. Sentíamos el gusanillo de eliminarles por lo que había sucedido en la ida, íbamos a por todas. El 3-0 llegó tras un córner que tiramos en la portería de Travessera. Su rechace llegó al centro del campo. Agarré el balón en la derecha. Levanté la cabeza para ver donde estaban Heredia y Krankl. No los vi y solo observé que la defensa salía corriendo para dejarnos en fuera de juego. No me quedaba otra opción que la jugada personal. Regateé a un par y salí adelante. De repente, me veo solo ante el portero, muy avanzado. La crucé con el interior y parecía que el balón no querría entrar nunca, de lento como iba. Todos, absolutamente todos, jugadores y público, nos volvimos locos de alegría. Empatarles la eliminatoria nos agrandó y a ellos les pudo el ambiente".

Camino de Basilea

No pasa semana sin que alguien recuerde a Zuviría el gol más importante de su carrera, no importa que hayan pasado cuatro décadas. Volvamos al momento de los hechos: 3-0, eliminatoria igualada, prórroga sin novedades y lanzamiento de penaltis. En la tanda, los belgas protestaron las 'paradinhas' de Rexach y  Bio, aunque el árbitro alemán Eschweiler las dio por buenas. Falló Van der Elst y Neeskens clavó el definitivo con su habitual contundencia.

Estaba previsto que Zuviría lanzara una pena máxima, aunque Heredia, allá mismo, se lo sacó de la cabeza: “Déjalo. Tu ya has hecho bastante”. El Barça, a cuartos de final, camino, aún sin saberlo, de Basilea, de la primera Recopa ganada también en tiempo añadido al Fortuna de Dusseldorf por 4-3 ante 30.000 culés que realizaron una peregrinación futbolística sin precedentes hasta Suiza. Pero esa es ya otra historia.