BARCELONA - PSV EINDHOVEN

Messi a cualquier hora

El Barça sacrifica el control para ganar contundencia y noquea al PSV con un 'hat trick' del delantero argentino (4-0)

Messi, felicitado por Sergi Roberto después de marcar el primer gol del Barça ante el PSV.

Messi, felicitado por Sergi Roberto después de marcar el primer gol del Barça ante el PSV. / .45093228

Rafael Tapounet

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En Holanda, país en el que la importancia de los conceptos teóricos en el fútbol ha generado un rico léxico en torno al deporte del balón, existe una expresión para referirse a esos partidos en los que la supuesta inferioridad del rival puede convertir una simple derrota en un cataclismo de gran envergadura: son duelos, se dice, de “muerte o gladiolos”. Al parecer, lo de los gladiolos deriva de la tradición ciclista de regalar flores al ganador de la prueba; un premio modesto, en cualquier caso, comparado con el trágico destino que aguarda al favorito en caso de perder. En el choque inaugural de la Champions League 2018-19, que le enfrentaba al PSV Eindhoven, al Barça le han correspondido los gladiolos. Más numerosos y más coloridos, quizá, de lo que el desarrollo del encuentro podría hacer pensar. Échenle la culpa a Messi. Una vez más.

El hijo de doña Celia nunca engaña. Dijo que este año tocaba Champions y desde el primer partido se ha puesto a ello con un empeño incontenible, decidido a tumbar adversarios a golpes de genio aunque el juego del equipo no siempre acompañe. Primer 'hat trick' del rosarino esta temporada para completar la goleada (4-0) ante un PSV bisoño pero más consistente de lo que su cartel y el resultado parecen sugerir.   

Un once sin sorpresas

El once elegido por Valverde para empezar el partido no es de los que hacen millonarios en las casas de apuestas: han salido los de (casi) siempre, con Sergi Roberto en el lateral y Coutinho, que debutaba en la competición continental con la camiseta azulgrana, como interior. Y ya desde el principio se ha visto que la presencia del brasileño en esa posición le da al equipo en desequilibrio lo que le quita en control del centro del campo.

A partir de la asociación entre Coutinho y Messi ha generado el Barça las mejores ocasiones de una primera media hora en la que el PSV convertía en jugada de al menos cierto peligro cada ocasión en la que conseguía superar la tímida presión alta de los azulgranas. Los de Valverde no lograban convertir su superioridad en dominio efectivo, hasta que Dembélé se ha embarcado en una de esas expediciones hacia lo desconocido a las que es tan aficionado y la aventura ha concluido con una falta en el borde del área holandesa. Y ahí ha llegado el momento Messi.

Advertido de la exuberancia de recursos del argentino en los golpes francos, el PSV ha colocado a Lozano prácticamente en cuclillas detrás de la barrera para neutralizar un eventual lanzamiento raso. Ha dado igual. Messi la ha tirado por arriba y ha puesto la pelota donde duerme la lechuza, que dicen en Brasil, imposible para el meta Zoet. Golazo.

Un McGyver del fútbol

A partir de ahí, el Barça ha apostado por aumentar la ventaja más que por controlar el juego, y ello ha dado lugar a un peligroso intercambio de golpes del que los azulgranas han salido vencedores gracias a una genialidad del siempre imprevisible Dembélé, que en el minutos 74 se ha fabricado un gol sin apenas herramientas, con la facilidad de un McGyver con botas de tacos: media ruleta para dejar atrás a dos rivales y disparo con rosca a la red. Otro golazo.

No se habían recuperado los holandeses del porrazo cuando Messi, aprovechando un pase filtrado por Rakitic por encima de los centrales, ha puesto el 3 en el marcador con un toque sublime para cerrar el partido. Solo la expulsión de Umtiti, por doble amarilla, la aparición en el césped del deseado Arthur (en el minuto 82) y, sobre todo, el tercer gol de Messi, tras una vertiginosa combinación con Suárez, han puesto aliciente al último cuarto de hora de partido.

El Barça se estrena en la Champions con goleada. Y aunque persisten algunas dudas sobre el juego, no hay mucho que objetar mientras los gladiolos sigan llegando y sean de tan vivos colores.