UN VIEJO AMIGO
Zenden, uno de los ocho
"Si ganas no pasa nada; si no ganas, hay que buscar un culpable y muchas veces eran los holandeses", recuerda de su paso por el Barça el hoy ayudante de Van Bommel
Joan Domènech
Periodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Joan Domènech / Enviado especial
Boudewijn ‘Bolo’ Zenden (Maastricht, 15 de agosto de 1976) estuvo tres temporadas en el Barça (1998-2001). Fue el cuarto de los ocho holandeses que inundaron la primera etapa de Louis van Gaal. El primero fue Ruud Hesp. Fue el primer portero también fichado por su juego de pies pese a venir de un club pequeño (el Roda) y ser un veterano (32 años). Entre ambos, hoy miembros del equipo técnico del PSV, aterrizaron Michael Reiziger, Patrick Kluivert y Philip Cocu; después llegaron Winston Bogarde y Frank y Ronald de Boer.
“Demasiados holandeses”, dice Zenden; “se diría lo mismo si aquí tuviéramos ocho españoles”. Interior y extremo zurdo, disputó 95 partidos aunque en su tercer año se pasó media temporada inhabilitado por lesión. Marcó tres goles. “Si ganas no pasa nada; si no ganas, hay que buscar un culpable y muchas veces eran los holandeses”, recuerda sin acritud.
"Tengo buenos recuerdos de todo: la afición, el estadio, el club, la ciudad, la gente, los partidos, el clima… Uniendo todo el 'pack', es el mejor club en el que he estado”
En tres años (97-00), Hesp disputó 144 encuentros: debía ser el recambio de Vitor Baia y fue el titular indiscutible. Lleva cinco años como entrenador de porteros. Los demás jugadores holandeses de la época, excepto Ronald de Boer, son entrenadores. Hesp sonríe mucho menos que Zenden cuando se apresta a subir al coche.
Cinturón negro
A Zenden, que vino a Barcelona con el cinturón negro de judo y hablando ya español, le quedó el apodo de ’Zentren’ por la insistencia de Van Gaal en utilizar extremos que sirvieran centros al área. No conserva un regusto amargo de su experiencia en el Barça el anfitrión de El Periódico. “Tengo buenos recuerdos de todo: la afición, el estadio, el club, la ciudad, la gente, los partidos, el clima… Uniendo todo el 'pack', es el mejor club en el que he estado”, asegura.
“Logramos la Liga en mi primer año pero perdimos la semifinal de la Champions con el Valencia. Para cualquier equipo eso no habría sido malo; para nosotros fue terrible”
Pero también nombra otro concepto: la presión. Notó la diferencia cuando se marchó del Barça, “donde un empate era como una derrota” al Chelsea. “En mi primer partido empatamos en casa con el Newcastle. Del estadio tenía que ir caminando hacia el párking a buscar el coche. Pensaba preocupado: ‘ojalá que no haya nadie’. Salí y la gente me decía animándome: "No pasa nada chaval, ya ganaremos la semana que viene". En el Barça eso no sucedía, matiza: “Logramos la Liga en mi primer año pero perdimos la semifinal de la Champions con el Valencia. Para cualquier equipo eso no habría sido malo; para nosotros fue terrible”.
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