UN GOL Y DOS ASISTENCIAS AL HUESCA
Alba: "Nunca he dicho una mala palabra de Luis Enrique"
"No me arrepiento de nada. Claro que me gustaría ir a la selección, pero es decisión de él", dice el defensa para rebajar la tensión con el técnico
Cuesta encontrar un lateral izquierdo, español claro, mejor que él. Cuesta divisar en la Liga (o más allá) un tipo tan veloz hacia adelante como hacia atrás. Igual existe. En realidad sí que hay. Al menos, para Luis Enrique. Para el nuevo seleccionador español están antes Marcos Alonso, el defensa del Chelsea, y Gayá, el lateral zurdo del Valencia, que Jordi Alba, el dueño de esa banda en los seis últimos años.
Tanto en La Roja como el Camp Nou, donde galopa, con sentido e inteligencia, desde que Zubizarreta, entonces director deportivo azulgrana, lo fichó por 15 millones de euros. Una de las contrataciones más rentables de la historia contemporánea. No solo por el escaso coste visto como se puso luego el mercado sino porque desde aquel verano del 2012 no ha dejado de percutir con acierto ese costado izquierdo haciendo incluso girar el centro de gravedad del ataque del Barça.
"No dije que Luis Enrique sea un mal entrenador. Ni lo pienso. Es un grandísimo entrenador" (Jordi Alba)
"No, no me ha llamado Luis Enrique. Claro que me gustaría ir a la selección, pero esto es decisión del técnico. Lo que vale es lo que haga en el club, eso es lo que depende de mí. Lo otro no depende. Pero no me arrepiento de nada. Nunca he dicho nada de él, ni una mala palabra. No dije que Luis Enrique sea un mal entrenador. Ni lo pienso. Es un grandísimo entrenador, hemos ganado muchas cosas aquí. Al final se habla mucho, pero nunca dije malas palabras de él", contó Alba, intentando bajar el tono de la polémica.
Tras su gran partido apareció para rebajar la polémica y reinvidicarse solo en el plano futbolístico
Hecho el gran partido ante el Huesca, realizadas las declaraciones, el lateral volvió a demostrar su influencia en el Barça. Con Alves, el equipo penetraba por la derecha; con Alba, es por el otro lado. Siempre llega con peligro. Y siempre mira donde está Messi, siendo como es el jugador que mejor interpreta los gestos del astro. Se entienden con la mirada. Realmente se entienden así.
Es, aunque parezca mentira, el mejor amigo de Leo en el campo, superando incluso el clima cómplice del 10 con su vecino Luis Suárez. Amigo de Leo y ‘amigo’ de Luis Enrique, quien en su primera convocatoria como técnico de España lo ha sacado de su casa. En el Camp Nou ya lo dejó fuera con la aparición del 3-4-3, el primer síntoma del desencuentro con ‘Lucho’, prólogo de una relación llena de aristas y conflictos personales.
Se fue el asturiano, tomándose un año sabático, año que aprovechó Jordi Alba para reinvidicarse porque no tenía ya a nadie por delante que le tapara. Hasta la marcha de Neymar favoreció la explosión, aún más, ofensiva del lateral, transformado en una de las armas más poderosas del juego ofensivo del Barça. Año en que él renegó de sus últimos meses con Luis Enrique, quien, en silencio, iba tomando nota, sin saber el lateral que el destino le tenía guardada un guiño traicionero. Apenas 48 horas antes de que empezara el Mundial en Rusia, Lopetegui fue cesado por negociar con Florentino a espaldas de Rubiales, el presidente de la federación, y Luis Enrique se convirtió en el nuevo técnico. Todo lo que va vuelve. O viceversa.
"La celebración era para mi niño, ahora no se dará cuenta, pero pronto sí" (Jordi Alba)
Y aquellas palabras del ‘amigo’ de Luis Enrique se le volvieron en contra. Todo lo que se había larvado durante la pasada temporada quedó expuesto el pasado viernes. Ya todos sabían que el técnico no perdona y solo quiere trabajar con la gente que le es fiel. A Alba, por lo tanto, solo le queda responder en el campo como hizo frente al Huesca. Estuvo en lo malo (los dos goles del equipo oscense llegaro con internadas por su carril), pero estuvo, ¡y de qué manera!, en lo bueno.
Alcanzó el defensa una velocidad punta de 31 km/ h y casi recorrió 11 kilómetros en un partido 'albiano'
Alba es así. Un lateral inmenso, de profundo valor, que no deja indiferente a nadie. Rápido como nadie (alcanzó una punta de velocidad de 31 km/h), además de viajar sin descanso alguno de la casa de Ter Stegen al hogar de Werner. Recorrió 10,5 kilómetros siendo decisivo en todas sus internadas. El gol que marcó, era el 7-2, resultó realmente anecdótico porque lo trascendente es lo que había hecho antes regalando dos asistencias de gol. Messi se quedaba en la derecha ejerciendo de polo de atracción mientras Jordi, astuto como es, sabía encontrar los atajos necesarios para forzar el primer gol en propia puerta de un rival en esta temporada, además de asistir luego a Luis Suárez para que limpiara su mente de tanto mal rollo.
Como le recordó Valverde antes del duelo con el Huesca “no tenía que volverse loco”. No se volvió Alba, quien festejó su gol de una manera curiosa. Se tapó los ojos, lanzó un beso cariñoso mirando a la cámara de televisión. "La celebración era para mi niño, ahora no se dará cuenta, pero pronto sí", explicó el defensa. Todos lo estaban mirando en el día uno fuera de la selección y él jugó como Jordi Alba. No hay mayor elogio.
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