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EL DEBUT DEL BARÇA EN LIGA

Messi, o una noche veraniega para el recuerdo (3-0)

El argentino, que marca de falta el gol 6.000 del Barça en la historia de la Liga, y Coutinho someten al Alavés

Dembélé, en una acción del partido frente al Alavés.

Dembélé, en una acción del partido frente al Alavés. / .44696539

Marcos López

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Lo ha vuelto a hacerLo ha vuelto a hacer. Andaba el Barça angustiado, incapaz de hallar una rendija por donde meterle mano al ordenado y firme Alavés de Abelardo, un visitante incómodo. Pero él lo ha vuelto a hacer. Intuían todos que lanzaría su segunda falta (la primera fue repelida por el larguero), pero Messi no entiende de veranos aburridos. Ni de noches tediosas. Se inventó, perdón reinventó, un lanzamiento para burlarse de todos. Disparó por debajo de la barrera dejando el rastro de un majestuoso gol. Firmó el 5.000 en el 2009 y rubricó el 6.000 en el 2018. En nueve años, y gracias a él, el Barça firma cifras escandalosas, mientras Leo no se cansa de jugar bien.

Y eso que acabada la primera parte, el Barça era un equipo plano, pastoso, al que le costaba mover con velocidad el balón. Suerte que Messi no está para perder el tiempo. Cierto resulta que cada vez está un poco más solo en la gestación del juego. Pero ni siquiera así, huérfano de Iniesta como anda, dimitió. Más bien todo lo contrario. El equipo, al que Valverde agitó con la doble vía en la banda derecha (Semedo ejerció de lateral; Sergi Roberto, de interior), no tenía chispa. El balón viajaba con tanta lentitud que llevaba un anuncio de neón en su cuero cuando no estaba en los pies de Leo.

Si lo tenía el 10, todo era distinto. En media hora, y pese a un triste y plano Barça, ya había metido tres pases messiánicos, dejando solo a sus compañeros. Pero no tuvieron acierto. Con Coutinho en el banquillo acompañando a los cuatro nuevos fichajes (Arthur, Lenglet, Malcom y Arturo Vidal) desaparecía también la amenaza del tiro lejano.

Abelardo, el técnico del Alavés, estaba feliz. El partido estaba donde él quería, ahogando los espacios al actual campeón de Liga, además de no sufrir demasiado.

Messi se cansó de aburrirse

Pero Messi, cansado de aburrirse, activó al Barça durante siete minutos, ya en el tramo final de la primera mitad, donde el Barça tuvo cuatro ocasiones de gol. La primera, como ya es habitual, un soberbio lanzamiento de falta directa del 10 que se rencontró con su viejo amigo. El larguero. A partir de ese momento, Leo abrió el camino del gol para Dembélé, atrevido y profundo, pero imperfecto en la toma de decisiones final. ¿Suárez? Ni rastro.

Y el centro del campo, integrado por Busquets, escoltado por Rakitic (interior zurdo) y Sergi Roberto (interior derecho), no generaba el fútbol necesario para que Messi recibiera en las condiciones adecuadas. Así, entre un desangelado Camp Nou (ni el horario, más de fiesta veraniega, ni el rival invitaban a visitar el templo) y un juego gris, se iba consumiendo el partido en el que Valverde sigue buscando su dibujo táctico.

Salió con el 4-3-3, desplazado Dembélé al costado izquierdo, reuniendo así a todos los delanteros en el balcón de la repleta área del Alavés. Pero ni el propio técnico quedó contento de ese formato por lo que arrancó con otro plan en la segunda parte. Semedo, a la ducha; Sergi Roberto desandó el camino y retornó al rol de lateral derecho; Coutinho, al campo, ocupando la casa de Iniesta de interior zurdo y Rakitic a su viejo hogar en la derecha equilibrando a Messi.

La bendita locura de Ter Stegen

Entonces, el Barça creyó reconocerse a sí mismo.  Al menos Ter Stegen nunca defrauda. En un rápido contragolpe vitoriano emergió su talento firmando con un sombrero soberbio una e una jugada inolvidable. Esquivó con tanta dulzura a Jony, el delantero del Alavés, que esa ‘bendita locura’ del meta alemán. Hecha la locura, se puso a sonreir.

El campeón, en cambio, no tenía demasiadas ganas de reir hasta que Messi terminó con tanta tontería dibujando otra obra de arte. Una falta para recordar. Y no solo porque significó dio tres puntos y quedará en los libros de historia como el gol 6.000 en la Liga del Barça. Una falta para recordar porque burló, de nuevo, a los defensas, disparando por debajo de la barrera. Ellos saltaron; Leo tramó otro truco de su infinita magia. Luego llegó Coutinho para tranquilizar al universo culé, pero el trabajo de verdad ya llevaba la firma messiánica. De inicio a fin. Con goles espectaculares. Parecen rutinarios. Pero nada de rutinario es.

Barça, 3 - Alavés, 0

<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;"><strong>Barcelona: </strong>Ter Stegen (7), Semedo (4), Piqué (6), Umtiti (6), Jordi Alba (7), Sergi Roberto (5), Busquets (6), Rakitic (5), Messi (9), Suárez (4) y Dembélé (7).</span>

Así lo ha contado en directo Xavi Chica.