LA PERSONALIDAD DEL ENTRENADOR

Valverde, el lujoso fotógrafo que ama el blanco y negro

Es un técnico familiar, 'aita', silencioso, discreto, metódico, amigo, trabajador, profesional; un 'mister' al servicio de todos

La Liga Santander - Deportivo de La Coruna vs Barcelona

La Liga Santander - Deportivo de La Coruna vs Barcelona / periodico

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Le gustó desde el día que se lo conté. Cuando, nada más verle, en Palma de Mallorca, en el coqueto ático que ocupaba en el Born, la preciosa rambla palmesana, con su Leica entre las manos, le expliqué que papá, dueño de una docena de esas cámaras alemanas, solía decir que "la vida es en color, pero las fotografías han de ser en blanco y negro".

Cuando le vi abrazarse anoche a Clarence Seedorf, el primero que le felicitó por la Liga, por el octavo doblete en la historia del Barça ¡casi nada!, pensé que para él, para Ernesto Valverde (Viandar de La Vera, Cáceres, 9 de febrero de 1964), ese era un triunfo en blanco y negro aunque para la gent blaugrana tuviese todo el arco iris de colores, dados los récords y la manera insultante en que han dominado el campeonato.

Porque Valverde, incluso Txingurri, el Ernesto que el mundo apenas conoce, es interior, silencioso, discreto, profundo, profesional, trabajador, duro, encajador y, sobre todo, paciente, distante, poco (nada) eufórico. Ni lo es ni lo necesita, dada la profesión final (él empezó como futbolista) que ha escogido. En el mejor instante de la temporada, existe un washap que dice: "El Barça envejece, Emilio, envejece mucho".

Nunca saca pecho, jamás

Y esa diferencia entre vivir en color y fotografiar en blanco y negro (Medio tiempo se llama el libro que compartió con el escritor Bernardo Atxaga), tiene un sentido: la discreción, el interior, la distancia, la prudencia, la sensatez. "Aquí, si sacas pecho, te lo hunden a la siguiente semana. Así es el fútbol de alto nivel". De ahí que aunque sus ojos brillasen en mil colores, lo que la mente de Valverde retuvo en Riazor fue una imagen en blanco y negro, que, simplemente, quería decir  misión cumplida.

"Las fotos en blanco y negro –me contó en una ocasión y, luego, se lo leí repetido en 'Panenka'--, te dan un punto quizá más melancólico. Admiro a la gente que hace color. A mí no me sale. El color me cuesta mucho. El blanco y negro te lo tienes que imaginar. Tiene un punto de fotografía antigua, de melancolía… Pero no tiene que ver con la derrota. Hay imágenes de victoria que pueden tener un punto de melancolía".

El refugio de casa

Y, en ese instante, me acordé cuando me contó que su madre estaba harta de él cuando convirtió el pequeño baño de su casa en un laboratorio, que construyó gracias a un curso por correspondencia, su refugio fotográfico, allí donde se encerraba para revelar sus copias, antes de que se hiciese amigo del monstruo Ricky Dávila y acabase fundando el Centro de Fotografía Contemporánea, de Bilbao.

"Yo vengo de la fotografía analógica y en casa siempre he revelado en blanco y negro. Me gusta. Nosotros vemos las cosas en color y el blanco y negro tiene algo que parece que te llega más. Igual es impresión mía, no lo sé. Tiene un componente poético, misterioso. Parece que te esconde algo. Te dice, pero no te dice. Al final nos gustan las cosas que son un poco misteriosas". Valverde no es misterioso, aunque lo parezca. No lo es. Es, simplemente, discreto. No vende su vida. Ni quiere. No quiere más amigos. Valora demasiado los que tiene como para equivocarse con los que pueda sumar.

Vivir y sufrir el Barça

Es más, por más que el Barça le ha perseguido no ha aceptado hacer desayunos, comidas o meriendas con decenas de periodistas que querían saber de él y que, puede, que tras el desastre de Roma, le hubiesen tratado de otro modo si lo hubiesen conocido. Pero él no compra los piropos. Tampoco los regala. Como tampoco quiso que nadie, ni mucho menos desde el club, aireasen datos de su vida familiar. En eso, Juncal, su esposa, es también muy dura. No negocia.

Detrás de esa imagen de romántico y despreocupado, se esconde una determinación y competitividad descomunal. Una capacidad desmedida para hacer sentirse importante a todos los que le rodean. Su disposición para relativizarlo todo (vital en la locura sin sentido en la que se ha convertido el fútbol) y coger distancia, es insuperable, de ahí su frialdad frente al éxito y el fracaso. ¡Ah! y detrás de esa pinta de despistado hay un tipo al que le encanta ganar y trabaja para ello.

La diferencia de Bilbao

Valverde suele decir que la diferencia entre entrenar al Athletic y entrenar a otro equipo es que, cuando vas a por el pan, en Bilbao, eres responsable del proyecto de todo el mundo y, en otros sitios, es solo un proyecto profesional. Al llegar a Barcelona, encontró el máximo de ambas situaciones: la pasión de la calle, de la 'gent blaugrana' y la máxima exigencia profesional.