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EL PARTIDO DEL SÁNCHEZ PIZJUÁN

El Barça resucita a tiempo en Sevilla (2-2)

Suárez y Messi firman en 47 segundos un empate que parece milagroso tras una mala noche del líder

Dembelé y Lenglet pugnan por un balón ante la mirada de Suárez.

Dembelé y Lenglet pugnan por un balón ante la mirada de Suárez. / periodico

Marcos López

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Vino el Barça a ver la Semana Santa sevillana, pero resucitó cuando nadie lo esperaba. Ni siquiera él mismo. Estuvo de procesión por el Sánchez Pizjuán, dejando, sobre todo, en la primera parte una imagen tan extraña que costaba reconocer al líder. Y eso que Valverde, que no se anda con tonterías, apenas hizo rotaciones en el once inicial, dejando, eso sí, en el banquillo a Messi. En ningún momento fue ese equipo sólido, fiable y hasta con cara de miedo que asustaba semanalmente a sus enemigos. Puede entenderse observando la diferencia de puntos en la Liga, pero no puede comprenderse analizando el juego azulgrana. Lo que no admite explicación alguna es que el Barça se levantara en 47 segundos mágicos, los que van del gol de Luis Suárez al tanto del empate firmado, cómo no, por Messi. Dicen que nunca se rinde, está escrito a sangre en el himno del centenario del Sevilla. Dicen también que nunca se rinde el Barça de Valverde, capaz de ponerse a caminar cuando estaba realmente moribundo.

Empezó gobernando, o eso parecía, el partido, pero se trataba de una falsa impresión. Tan falsa que acabó pidiendo la hora para llegar al descanso sin más rasguño que el delator gol del ‘Mudo’ Vázquez. Muda se quedó, en realidad, la defensa azulgrana, transformada toda ella en estatuas de sal (desde Sergi Roberto a Jordi Alba pasando por Piqué y Umtiti), incapaz de poner la llave al balón que embrujó Correa en el pico del área izquierda de Ter Stegen.

Nadie en su sitio

A partir de ahí, un fallo tras otro hasta que el ‘Mudo’, cansado de estar solo en las narices del meta alemán, dejó el café que se estaba tomando sobre la mesa y batió al Barça. Nadie estaba en su sitio, a pesar de que se trataba de la defensa titular. No estaban ni tampoco se les esperaba. Correa, Escudero y el Mudo enterraron por unos minutos la vena de una ciudad profundamente religiosa y devolvieron el orgullo al sevillismo.

El gol era una cuestión de tiempo visto que el líder se estaba apagando de manera escandalosa, huérfano del Dios Leo. Por no tener, no tenía ni el balón, corriendo detrás casi siempre de Navas, profundo en ese nuevo rol de interior diestro, protegido por el rudo Mercado, mientras Correa sometía a un desamparado Sergi Roberto en el flanco derecho porque Dembélé tampoco ayudaba lo que exigía el equipo. Iniesta se sentía solo ya que Rakitic, exigido como medio centro, no podía coser al equipo como requería.

Expuestos a una goleada

El Sevilla entendió las deficiencias del Barça. Y el Barça, que transformó cada córner a favor en una oportunidad de peligro andaluza, sufrió porque no descodificó sus defectos. Coutinho dejó de regatear y Dembélé se apagó. ¿Suárez? Arrancó con mucho brío asociándose con Jordi Alba, pero luego no tuvo impacto en una gris noche colectiva de los azulgranas. Nunca se había visto tan endeble defensivamente la obra que ha levantado Valverde. Estaba grogui, literalmente grogui, expuesto además durante toda la segunda parte a encajar una goleada escandalosa.

Tuvo suerte el Barça de la inocencia del Sevilla, que se asomó una y otra vez a la casa de Ter Stegen, aunque no supo encontrarlo la forma de derribarla. Recibió dos goles, pero pudieron ser cuatro, cinco, seis…. No tenía Valverde los antídotos necesarios para detener esa hemorragia. El equipo de Montella quería hacer sangre, pero tenía la puntería extraviada.

La aparición de Messi

Tan mal iba todo que a los 45 segundos de la segunda parte, aún con el 1-0 en el marcador, apareció Messi en la banda para calentar. Pero cuando el 10 pisó el césped del Sánchez Pizjuán el Barça estaba perdiendo 2-0 tras encadenar otro catálogo de errores defensivos.

No había manera. Salió Messi y el templo del sevillismo pitó su aparición en el campo, temiéndose lo peor. Sabio es el público andaluz. Muy sabio. Más de lo que ellos mismo se podían imaginar. Un par de aceleraciones de Leo intimidaron al Sevilla, aunque lo peor vendría después porque el Barça estaba roto. Valverde, a pesar de que realizó todo tipo de cambios (quitó a Dembélé, luego a Paulinho y, finalmente, a Iniesta), creía asistir impotente al derrumbe de su equipo. Hasta él se equivocó. 47 segundos cambiaron todo. El líder nunca se rinde, ni siquiera pierde en su peor noche.

Sevilla, 2 - Barcelona, 2

Sevilla: Rico (5), Mercado (4), Kjaer (7), Lenglet (7), Escudero (6); N’Zonzi (7), Banega (6); Navas (5), Vázquez (6), Correa (6), Muriel (6).

Así lo ha narrado en directo Xavi Chica.