PROYECTO AZULGRANA MASIA-360

El Barça sumerge durante meses a sus 617 canteranos en diferentes causas sociales

Niños de la cantera del Barça juegan al dominó con abuelos de la residencia Blau Almeda, de Cornellà.

Niños de la cantera del Barça juegan al dominó con abuelos de la residencia Blau Almeda, de Cornellà. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Gerard, central del equipo juvenil B del Barça de fútbol, llegó a su casa y trató de hacer un aparte con su padre, que temió lo peor. Y fue lo mejor. «Veamos, papá, hemos estado de visita y convivencia en la residencia de la tercera edad Blau Almeda, de Cornellà, y me he comprometido con los abuelos, especialmente con Dolors y Angelina, que si se animan a venir a vernos jugar un sábado de estos, tú y los otros padres estaréis pendientes de ellos. ¡Pero todos! ¿Vale? No me podéis fallar».

Santi, del equipo B de fútbol sala del Barça, llegó acompañado de su madre a casa y cuando ella le abrió el ascensor, le dijo: «No mamá, gracias, subiré por las escaleras. Hoy hemos estado en el Institut Guttmann y hemos compartido una tarde, experiencias y un maravilloso partido de basket en silla de ruedas y me he dado cuenta de que no valoramos lo suficiente lo que significa poder caminar, utilizar las piernas, estar sano, físicamente entero. Nos quejamos de vicio, mamá, ¡de vicio! Ellos, que no saben si volverán a caminar, son un ejemplo de lucha».

Folguera, director de La Masia, asegura que los chicos no van a repartir insignias "sino para ver la realidad que les rodea"

Pol, del cadete A de balonmano, asaltó a su madre en la cocina mientras preparaba la cena de todos y, antes de empezar a hablar, le dio un gran beso. ¡Bua!, parecía el beso del fin del mundo. Y, no, era el beso del inicio de una reflexión profunda, la que le llevaría a reconocer, tras pasar todo el día en los Hogares Mundet, compartiendo juegos y tertulia con chicos con otras capacidades o discapacidad intelectual, que «somos unos privilegiados, esa gente, mamá, esos muchachos aguerridos me han liberado de todas las escusas que me había inventado hasta ahora. Hemos de aprender de ellos a disfrutar de lo que tenemos, a no dar ningún balón por perdido y, sobre todo, a buscar el bien común».

Roger, del infantil B de baloncesto, hizo un aparte con su hermano mayor a la mañana siguiente de visitar el centro abierto Don Bosco, de Sant Boi de Llobregat, donde, como le comentó Cristina Gutiérrez, directora de La Granja, una escuela, en Santa María de Palautordera, donde se entrenan las competencias emocionales de niños y adultos, «veréis niños y niñas que duermen con la maleta bajo la cama porque no saben donde dormirán mañana». Roger le confesó a su hermano que «pese a las carencias que tienen y lo mucho que sufren, nunca les falta una sonrisa en la cara ni la alegría de compartir un rato contigo. ¡Uf!, eso sí es complicidad, solidaridad».

"Hubo chicos que, cuando vieron El Raval, era como si vieran el mar por vez primera, pues desconocían su existencia. Así de duro"

Cristina Gutiérrez

— Directoria de la escuela 'La Granja' y una de las asesoras de Masia-360

Berta, del equipo femenino del Barça de fútbol, confesó a un par de compañeras que no habían podido acudir a la visita al Hospital Infantil de Sant Joan de Deu, donde vieron niños, jóvenes y familias que intentaban superar «enfermedades horribles», que «el impacto inicial es tremendo, pero sales de allí con los ojos como platos, con lágrimas, sintiéndote una privilegiada, pero viendo como hay gente que lucha mucho más que tú y pelean por las cosas que sí tienen auténtico valor».

Romper prejuicios y esterotipos

Los ejemplos no son diez, ni quince, ni cien, son cientos, tantos como los 617 deportistas enclavados en los 42 equipos de las secciones profesionales del Barça (fútbol, fútbol femenino, fútbol sala, baloncesto, balonmano y hockey sobre patines), que, en los últimos meses, han participado en un proyecto único, innovador, Masia Solidaria, cuyo objetivo no es otro que concienciar y sensibilizar a tan privilegiados deportistas, o proyectos de deportistas, de las causas sociales, realidades diferentes y/o poco conocidas, para trabajar los valores de manera auténtica y vivencial, romper prejuicios y esterotipos y enriquecerse como personas.

«Nosotros no queríamos ir a repartir insignias, banderines, camisetas, bufandas o firmar autógrafos; nosotros queríamos que nuestros niños, jóvenes y adolescentes conociesen, a fondo, la realidad que les rodea y que, por una cosa u otra, desconocían o se mantenían ciegos a esa dura realidad», explican al unísono Carles Folguera, director de La Masia, Toni Comas, preocedentes del mundo del basket, uno de los grandes emprendedores de este país y que desarrolló la idea, y Cristina Gutiérrez, tres de los auténticos protagonistas de este espectacular despliegue que, durante meses, ha despertado y provocado más que cosquillas en las conciencias de los 617 deportistas (y sus familias), que han participado activamente en las innumerables visitas realizadas a todo tipo de instituciones desde residencias de la tercera edad al Institut Guttmann, pasando por el Hospital Infantil de Sant Joan de Deu, El Raval o centros de acogidas diversos.

Para los que no triunfarán

«Veamos, estamos en el Barça ¡caray!, somos el Barça, el club más grande del mundo y tenemos una responsabilidad enorme sobre nuestros jóvenes», cuenta Folguera. «Sabemos que no todos van a ser Messi, igual ninguno, ni la 'Bomba' Navarro, ni Víctor Tomás, por citar tres de nuestros grandes. Pero por eso, porque estamos en el Barça, hemos de provocar que ocurran cosas, que, mientras estén bajo nuestra tutela, los chicos vivan experiencias que los hagan ser mejores, más fuertes y, sobre todo, conozcan el mundo al se van a enfrentar. Tengo claro que el día que el Barça me impida ayudar a estos chicos, no a ser grandiosos deportistas, sino inmensas personas, lo dejaré».

"No hay nada más triste y duro que tener un problema, una enfermedad, y saber que a nadie le importa"

Alberta 'Tina' Parayre

— Responsable de los voluntarios del Hospital Infantil de Sant Joan de Deu

«No nos engañemos», destaca Cristina, «esta primera experiencia ha sido brutal, han sido meses inolvidables, no solo para ellos, que han quedado realmente impactados de lo que han visto. ¡Pero si había chicos que no sabían que existía El Raval y, cuando fueron, fue como si vieran el mar o la nieve por vez primera! Y, créame, hasta los adultos que nos han acompañado en esta experiencia, llámense entrenadores, monitores, educadores emocionales, padres…han quedado aturdidos».

La generación del 'yo-yo', 'ya-ya'

Cristina, muy crítica con la joven generación del 'yo-yo', 'ya-ya' que representa la actual juventud (yo primero, luego los demás; ya mismo, ahora, lo quiero todo ahora, ya, no puedo ni sé esperar), recuerda que estamos trabajando con un bloque de auténticos privilegiados. «Los deportistas del Barça tienen lo mejor de lo mejor, tanto a la hora de estudiar como de hacer deporte». Cierto, tienen, soportan, una inmensa presión tanto en los estudios («si no aprueban, no juegan») como en el deporte, pues han de ganar sí o sí. «Por culpa de esa presión, les cuesta ver otros escenarios, pero han de saber que el mundo es mucho más grande que el que ellos tienen delante. Y distinto. Y conflictivo. Y doloroso. Y diverso».

Pol, del cadete de balonmano, asegura que estas visitas le han liderado de todas las escusas que utilizaba

«Somos un club de primer orden y debemos innovar, estar a la cabeza de todo, sobre todo de la educación de nuestros chicos, vayan a ser, o no, Messi, Navarro o Tomás», indica Comas, que agradece infinitamente la ayuda recibida de la Fundación del Barça, dirigida por Maria Vallès, para poder sufragar los gastos de esta experiencia única. «Hemos implicado a todos los directores técnicos del club, a 100 entrenadores, a 42 equipos, a 617 deportistas, a tutores, monitores, psicólogos, psiquiatras, médicos y a más de 300 padres, que se han quedado boquiabiertos y se pasan el día agradeciéndonos las experiencias vividas por sus hijos».

Todos han estado en todas partes, todos han visto de todo, todos han compartido todo, con abuelos, con niños con cáncer, con jóvenes discapacitados, física e intelectualmente, con adolescentes sin hogar y con un futuro incierto…y todo lo han hecho fuera de La Masia y/o en la Ciudad Deportiva 'Joan Gamper'. Y todas las reacciones han sido, según relatan los protagonistas, de gallina de piel, como diría el maravilloso, magistral y maestro Johan Cruyff.

«No encontramos mejor manera de zarandearlos y decirles con la contundencia de la realidad, eso sí, siempre acompañados por sus entrenadores, tutores y educadores emocionales, que el mundo de yupi en el que viven no es tal. Ellos han sufrido un chute de realidad bestial que le ha golpeado y, de pronto, les ha hecho ver que, no solo son unos afortunados, sino que tienen que contribuir, estén donde estén, hagan lo que hagan, a aportar gramos, kilos, toneladas de felicidad a los demás», señala Folguera. «Con este tipo de proyecto, lo que intentamos ¡ojalá lo logremos! es que un chico que esté aquí cinco o seis años, pase por diferentes experiencias pensando, no solo que me puede aportar a mí el Barça, sino qué puedo hacer yo, estando en el Barça, para ayudar, comprender y hacer feliz a más gente».

Charla con los abuelos

Cuando Álvaro, del benjamín D de fútbol, le dijo a la abuela Angelina, recluida en la Residencia Blau Almeda, que ella estaba «fantástica» comparada con la abuela que tenía en casa, y Angelina le dijo «sí, Álvaro, pero ella te tiene a ti todos los días y yo no tengo a nadie», al chavalito se le humedecieron los ojos. Por eso, cuando ganó la partida de dominó que habían organizado en grupos, le dedicó el triunfo a su nueva yaya con un dibujo en el que escribió: «Hemos ganado porque hemos jugado como un equipo».

"Es el mismo reto y desafio para todos ellos. Unos luchan por triunfar y nuestros pacientes, por recuperar parte de la vida perdida"

Josep M. Ramírez

— Doctor y director del Institut Guttmann

Hubo, lógicamente, visitas más duras que otras, aunque todas, todas, fueron impactantes por lo que tenían de inmersión en mundos nuevos, irreconocibles para los muchachos de La Masia. Pero no hay duda que las visitas al Hospital Infantil de Sant Joan de Deu se llevaron la palma en cuanto a golpear el corazón y las mentes de estos niños, jóvenes y adolescentes. Suerte tuvieron de que lo primero que vieron en el hospital fue a uno de los 'ángeles de la guarda' de la institución, Alberta 'Tina' Parayre, responsable de los voluntarios del centro, que los preparó con mimo para la experiencia, única, que iban a vivir. «Si los adultos no estamos preparados para esos impactos, imagínese un niño».

La nueva 'penya' del Barça

Tina les contó que la vida no tiene porque ser un 10, sino que debemos intentar vivirla al 10, a tope. «Cuando llegan al hospital, los ves asustados. Llegan con una sonrisa en los labios y casi todos se van llorando, muy sensibilizados con lo que han visto, oído, conversado y compartido. Pero, eso sí, habiendo producido en los niños y sus familias mucha alegría y paz». Tina recuerda, con orgullo y coraje, que pronto el presidente Josep María Bartomeu inaugurará la Peña Blaugrana 'Petits Valens' de Sant Joan de Deu, «porque aquí, no lo dude, cada vez que el Barça gana un partido hay mucha alegría».

El apoyo de la Fundación, que dirige Maria Vallès, ha sido fundamental para el desarrollo de la idea

Tina les contó a sus visitantes que los pacientes que iban a ver no son, como mucha gente dice, «los pobres niños de Sant Joan de Deu, sino ¡nuestros! niños, pues a todos nuestros niños les puede pasar algo así». Y les explicó que luchar contra una enfermedad es muy parecido a querer destacar en el deporte. «Debes pelear cada día con determinación, no puedes sentirte derrotado, no puedes desfallecer. Si no eres capaz de superar el sufrimiento, el dolor –les dijo en una charla en el auditorio del hospital, en medio de un silencio sepulcral--, nunca ganarás ese partido. Les pasa a ellos y os pasa a vosotros». 'Tina' Parayre sabe, y así lo pregona siempre a quien quiere oírla, que «no hay nada más triste que tener un problema, una enfermedad, y saber que a nadie le importa».

El doctor Josep M. Ramírez, director del Institut Guttmann, una auténtica eminencia en lo suyo, sabe de lo que habla. Él también se ha involucrado a tope en este proyecto azulgrana sin parangón, por sus pacientes y por los deportistas, consciente de que las convivencias, tanto en el Institut como en los campos de deportes de La Masia, iban a mejorar el estado anímico de unos y otros, golpeándoles el alma a los deportistas y/o provocando alegría y ganas de vivir en aquellos que, por un desgraciado accidente o por haber sufrido un ictus o hemorragia cerebral, tratan de recuperar, en su modélico instituto, parte de la vida perdida.

Cuando le preguntaron a un niño enfermo qué haría su fuese un superhéroe, el pequeño dijo sin dudarlo: "Salvar muchas vidas, todas"

«La experiencia es de un nivel altísimo y muy elogiable. Es un acierto pleno y un ejemplo que ¡ojalá! no solo tenga continuidad en el Barça, sino imitación en otras instituciones», señala el doctor Ramírez. «Por un instante, por un día, por varios días, los deportistas del Barça, unos auténticos privilegiados en todos los sentidos, y tuve la sensación de que son perfectamente conscientes de ello, se vieron con gente con discapacidad, pero se trataron como iguales. Y esa es la sociedad que necesitamos, que queremos. Ese es el derecho a la diversidad, que empatices con una persona distinta a ti, que te pongas en su lugar, que la trates de igual a igual, que cooperemos y salgamos juntos de esta. Eso es compartir».

Las primeras miradas en el Guttmann

Ramírez recuerda que las miradas iniciales de los atletas nada más llegar al Institut Guttmann fueron unas miradas escrutadoras. ¿Qué les habrá pasado? ¿Por qué están en silla de ruedas? Pero, luego, cuando los ponían en un hándicap similar para competir, cuando se sentaban todos en las sillas de ruedas y empezaban a jugar un partido de basket, «las miradas se transformaban en miradas competitivas, divertidas. No había pactos humanitarios a favor de los dolientes. Todos eran iguales y todos querían ganar, machacar al rival, aunque fuese nuevo y tuviese pinta de venir en son de paz».

El doctor cree que los deportistas del Barça aprendieron, de golpe, de sopetón, que «cualquier ser humano tiene las limitaciones de la vida y eso, amigo, te reconcilia con la vida. Hubo una gran interacción y los deportistas del Barça descubrieron que la gente con discapacidad son idénticos a ellos en la actitud. Es el mismo reto. Todo se esfuerzan, se entrenan duro, con pasión, con sacrificio y se rebelan contra su situación. Unos y otros quieren mejorar. Unos, los deportistas, para triunfar, esa es su gran recompensa; otros, mis pacientes, simplemente para seguir viviendo, para volver a caminar y recuperar la vida que han perdido o, al menos, parte de ella», sentencia el doctor.

También hay que tener suerte

Xavi García Pimienta, entrenador del juvenil A de fútbol, uno de los brillantes de la corona de La Masia, reconoce que él, como sus colegas de otros deportes, estaban convencidos que la experiencia sería extraordinaria para sus deportistas. «Es muy bueno que abandonen el cascarón, que salgan de su zona de confort en la que viven, hacen deporte y estudian y, sobre todo, es muy saludable que sepan que la vida, además de esfuerzo, tiene una parte de suerte, de fortuna, que no se debe olvidar. Nosotros fuimos al Institut Guttmann, pero yo quise que ellos viniesen a la Joan Gamper para compartir un día de entrenamiento, comida y tertulia. Aquí ellos fueron los amos y se lo pasaron en grande. La comunicación en grupitos, olvidado el protocolo, generó intercambio de experiencias inigualables para los dos bandos».

"Es bueno y necesario que nuestro jóvenes sepan que la vida, además de esfuerzo, tiene una parte de suerte, de fortuna, que no debemos olvidar"

Xavi García Pimienta

— Entrenador del Juvenil A del Barça

Jordi Jodar, técnico del cadete de balonmano, está convencido de que este entrenamiento fue muy beneficioso para su equipo. «Por miedo o por ignorancia, los chicos desconocen la existencia de esos mundos. Como ellos mismos te cuentan, están rayados de la cabeza y se dieron cuenta de que lo que ellos consideran un drama, un problema, ni es un drama ni es un problema. Problemas, y de verdad, serios, duros, son lo que vieron ellos, mientras compartían charla, juegos y deporte con chicos que, con una sonrisa en los labios, animándose continuamente, sobre todo cuando fallaban, disfrutaban con una pelota horrible, ni siquiera reglamentaria, una vestimenta cualquiera, en una cancha desastrosa y, encima, sin los esculturales cuerpos deportivos que ellos poseen y mantienen. ¡Uf!, fue un subidón de realidad, créame».

Sara nunca, jamás, olvidará cuando, compartiendo un juego de cartas con preguntas con un niño enfermo de cáncer en el Hospital Infantil de Sant Joan de Deu, la cuestión que planteó uno de los naipes era ¿si fueras un superhéroe, qué te gustaría hacer? Y el niño dijo sin dudarlo: «Salvar muchas vidas, todas».

El Barça también ha sido pionero en esta otra manera de entrenar a sus jóvenes para la vida que les espera. Triunfen o no en el deporte.