MESSI FIRMA SU GOL 600

El monarca es Leo

La estrella azulgrana rubrica otro récord al encadenar tres golazos de faltas seguidas en las tres últimas jornadas

Oblak no puede llegar al soberbio tiro de falta lanzado por Messi en el Camp Nou.

Oblak no puede llegar al soberbio tiro de falta lanzado por Messi en el Camp Nou. / periodico

Marcos López

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Llegado este punto, el próximo portero que se enfrente a Messi cuando el balón esté detenido en la frontal del área no sabrá qué hacer. Algo así le sucedió ayer a Jan Oblak, el mejor guardameta de la Liga, si se atienden solo a los números. Cuando Thomas derribó al 10, una sensación de felicidad, casi plena, inundó el Camp Nou. Era el prólogo del rutinario viaje al paraíso que significa ver a Messi acunar el balón más allá de los 16 metros reglamentarios. Acunó la pelota, detectó la composición y, sobre todo, la altura de la barrera, y tramó la falta imposible. Imposible para Oblak, a pesar de que llegó a tocar sin éxito la pelota.

A Bono lo batió de forma burlona por debajo de la barrera, a Chichizola en su poste y a Oblak lo engañó por la otra escuadra

Imposible porque Oblak, aunque no lo diga, pensó primero en Bono, su colega del Girona, sintió idéntica sensación de pavor hace apenas una semana. Entonces, el guardameta marroquí, que nació en Cánada, no sabía lo que le vendría después. Fue cuando Messi se inventó una falta que no había hecho antes, al menos con la camiseta azulgrana. Con Argentina, sí. La pelota, burlona ella, juguetona y hasta caprichosa, viajó dulcemente por debajo de la barrera del equipo de Machín.

Capítulo uno de una semana única para Messi en el lanzamiento de faltas. Capítulo dos ocurrió en Las Palmas cuando Chichizola, el meta del conjunto canario, descubrió que el 10 eligió la escuadra de su palo. Más cerca no pido pasar la pelota. Más cerca y, al mismo tiempo, más lejos. ¿Y Oblak? Quiera o no, no sabía a lo que se enfrentaba. Ni idea tenía.

Furia y potencia

La dulzura con la que desnudó a Bono se convirtió en violencia para sacudir a Chichizola, preámbulo de la sacudida a la que se enfrentaría el guardián del Atlético. Quizá, solo quizá, estaba demasiado pegado a su poste derecho, como si no quisiera imitar a su colega del Las Palmas. Hasta temió que la pelota, colocada en el otro pico del área, repitiera el tránsito de la semana pasada. Cuando se dio cuenta Oblak del plan del 10 asistió, y como privilegiado espectador, al gol 600 de Messi en su carrera profesional, tal vez hasta un honor. Poco importa contra quien tira. Y tampoco resulta trascendente el lugar donde deposita el balón. Ni siquiera si está muy cercana la barrera. O lejana.

En ese gol, el 600, reunió Messi el inimitable y original catálogo que le ha encumbrado a un trono donde ningún otro futbolista se puede asomar. No, no es problema de tener más o menos Balones de Oro. Es, en realidad, algo más sencillo. "Si le quitamos la camiseta a Messi y le ponemos la del Atlético igual habríamos ganado 1-0", dijo Simeone, intentando simplificar el partido sin reparar, por ejemplo, en que su Messi (Griezmann) ni apareció por el Camp Nou.

"Si le quitamos la camiseta a Messi y le ponemos la del Atlético igual habríamos ganado 1-0. Es como en el barrio, el mejor iba con ellos" (Simeone)

"Es como en el barrio, el mejor iba con ellos"», añadió, mientras Leo, con un toque lleno de potencia y belleza certifició un gol que vale quizá media Liga. El del barrio, como dice el Cholo, tenía un equipo que lo protegía, consciente de que la magia aparece, como recuerda Valverde, cuando existe la «solidaridad». Diríase, además, que fue la tarde en que Messi corrió más que nunca. No solo hacia adelante sino también hacia atrás, comprometido como anda con este refundado Barça de Valverde.

Y eso que al astro le faltó su mejor socio. Cuando se fue Iniesta lesionado, Messi lo pasó mal, como todo el Barça, pero supo construirse un entramado defensivo que hizo palidecer hasta al mismísimo Atlético. A Leo le hicieron, y eso ya no es noticia, la falta. Y Leo, también dejó de ser novedoso, marcó un gol monumental. El tercero en una semana. En una semana, todo hay que decirlo, nunca vista hasta para el propio 10. Tres partidos (Girona, Las Palmas, Atlético), tres golazos de faltas. Los tres distintos. A cada cual, mejor. Pronto habrá otro totalmente nuevo.