UN JUGADOR DECISIVO

El carril de Jordi Alba

El lateral disfruta 'okupando' la banda izquierda vacía que dejó Neymar con su marcha al Paris SG

Jordi Alba marca el gol del empate en Mestalla a pase de Messi.

Jordi Alba marca el gol del empate en Mestalla a pase de Messi. / periodico

Marcos López

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En su casa siempre había alguien. Desde que llegó en el verano del 2012 por un precio irrisorio (14 millones de euros), Jordi Alba tenía que pedir permiso para disfrutar de su carril izquierdo. Ya fuera Pedro, Alexis, Villa, Tello o hasta incluso, de manera circunstancial, Iniesta vivían delante de él. Era su primera temporada, con Tito Vilanova como entrenador. Luego llegó Neymar e instaló su hogar en ese carril, primero con Tata y después con Luis Enrique. Pero la estrella brasileña, y sin previo aviso al Barça, hizo la mudanza el pasado verano, deshizo el tridente y dejó entonces la casa vacía. Allí se instaló un okupa, convertido ahora, como reconoció el propio Valverde, "en un seguro de vida" para el nuevo Barça por su maravillosa conexión con Messi.

"Estoy incluso mejor que en el 2012" (Jordi Alba)

De pronto, Jordi  Alba galopa por la banda, de punta a punta, reviviendo aquellos viejos tiempos en los que era un extremo profundo, saboreando ahora antiguos placeres que ya creía perdidos. "Estoy incluso mejor que en el 2012", llegó a confesar el defensa, a quien Zubizarreta reclutó para el Camp Nou justo antes de su descomunal explosión en la Eurocopa que ganó la España de Vicente del Bosque.

Lo fichó el Barça cuando ni siquiera él mismo podía imaginar que acabaría triunfando como lateral zurdo. Fue, precisamente, Unai Emery, actual entrenador del Paris SG, quien halló una solución impresionante para un boquete en su defensa. Mathieu, el lateral titular, estaba lesionado y no podía jugar un partido europeo contra el Werder Bremen. Alexis Ruano, su sustituto, caía lesionado en la primera mitad de ese encuentro. "Sales, tú. Juegas ahí", le dijo Emery en una decisión que le cambió la vida para siempre.

Sinuosa ruta

A partir de ese momento, su carrera adquirió una nueva dimensión, olvidando así la tremenda decepción que le supuso dejar La Masia, a la que llego con ocho años y se fue con 15 porque no había hueco para él. Se fue al Cornellà, luego al Valencia lo fichó (pagó 6.000 euros por un prometedor juvenil) y lo cedió al Nàstic durante un año, y terminó en Mestalla, pero con un futuro negro como extremo izquierdo porque delante suyo había tipos tan ilustres como Vicente, Mata o Silva.

"Lo mío siempre ha sido subir y bajar la banda. Este año me dan todo el carril para mí en el Barça" (Jordi Alba)

Esa sinuosa ruta terminó cuando Unai lo instaló de forma definitiva en la retaguardia, sin que Jordi Alba (hijo del barrio de La Florida de L’Hospitalet) abandonara, en ningún momento, su alma de delantero. "Lo mío siempre ha sido subir y bajar la banda. Este año me dan todo el carril para mí en el Barça", proclamó feliz cuando admitió sin reparo alguno que la marcha de Neymar le había beneficiado. Aunque luego, tuviera que matizar esas palabras, cargadas, eso sí, con toda la razón del mundo. 

Llega, entra y se va

Se marcharon Ney y los Toiss a París y el okupa vive tremendamente feliz, con el respeto debido al hogar de quien fue uno de sus mejores cómplices en el campo. Es más, ni tan siquiera vive en la lujosa casa futbolística que tuvo el brasileño. Llega, entra y se va, dejando en cada partido tal impacto que su asociación con Messi se convertirá con el paso del tiempo digna de un profundo y minucioso estudio para los analistas del fútbol. No resulta fácil descifrar a Leo. Ni tampoco meterse, aunque sea solo durante unos breves segundos, en su mente. Pero Jordi Alba lo ha hecho. Y con tanta grandeza que el juego del Barça de Valverde se ha inclinado descaradamente a la izquierda, gozando de esa singular lenguaje de una pareja de zurdos realmente única.

Se ha pasado del Barça de Guardiola, orientado a la derecha con Alves, Xavi y Leo, al Barça de la izquierda, con Alba, Iniesta y Leo

Por muy lejos que estén en el campo, ambos parecen unidos por un hilo invisible. Cuando Jordi corre, Leo lo detecta. Da igual donde esté. El 10 tiene un radar especial para descubrirle. Los rivales también saben lo qué va a ocurrir, pero resulta imposible desactivar esa química tan potente. Jordi le ha dado cuatro de las cinco asistencias de gol a Messi. Y si no es al revés: el genio, por ejemplo, asistió delicada y precisamente al defensa en aquel plástico y decisivo gol que selló el empate en Mestalla.

Su impacto en el juego del equipo es descomunal, convertido para Valverde en uno de los pilares de la obra que está levantando. Se ha pasado del Barça de Guardiola, orientado en su creación a la banda derecha por aquella fantástica sociedad tripartita integrada por Xavi, Alves y Leo, a un Barça de izquierdas, con la tutela de Iniesta sobre Leo y Jordi, el defensa que más kilómetros ha recorrido en la Liga (150 en 14 partidos), el que más balones toca, el que más remata, el que más influencia tiene.... 

Maduro cómo está, disfrutando de su vida de pareja con Romarey, su compañera sevillana, y a punto de ser padre, Alba firma una espectacular metamorfosis porque representa a dos jugadores en uno: lateral-extremo. O extremo-lateral.