EL ANIVERSARIO DE UN HISTÓRICO

20 años de la muerte de H.H., 'el Mago'

Helenio Herrera forjó uno de los mejores Barça y el mejor Inter con sus peculiares métodos

Helenio Herrera, en el Camp Nou en 1980, en su segunda etapa en el Barça.

Helenio Herrera, en el Camp Nou en 1980, en su segunda etapa en el Barça. / periodico

Frederic Porta

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Este jueves, 9 de noviembre, se cumplen 20 años del fallecimiento de Helenio Herrera Gavilán, el entrenador que revolucionó los banquillos europeos durante los años 50 y 60 del siglo pasado, personaje de formidable fama en su época de esplendor. Colosal propagandista de sí mismo, fijar su edad en el deceso resultó tarea imposible. Oficialmente, había cumplido 'solo' 87 años. En realidad, nadie sabe cuándo nació. Ni tampoco dónde. La mayoría de sus biógrafos lo alumbran en Buenos Aires, aunque otros sitúan el nacimiento en Casablanca (Marruecos), hijo de una familia muy humilde que emigró a Argentina.

De joven, fue futbolista de escaso vuelo en Francia, pero supo dispararse hasta la élite del gremio de técnicos tras brillar en algunos equipos españoles, entre ellos el Atlético de Madrid -liderado por los míticos Carlsson y Ben Barek-, y el Valladolid, el punto de arranque de su espectacular trayectoria en la Liga. Tan especial y deseado resultaba el personaje que el Barça tuvo que compensar económicamente al Sevilla y al Os Belenenses portugués para conseguir sus servicios. Cubrió con creces el casi utópico encargo de la directiva de Miró-Sans: recién estrenado el Camp Nou, se le pedía acabar con la hegemonía del Real Madrid de Di Stéfano. Y lo consiguió gracias a dos Ligas consecutivas y un título de Copa, alcanzado al mando de una pléyade rutilante de astros.

Se le atribuyen frases geniales como "con diez se juega mejor" o "ganaremos sin bajar del autocar"

Con la prensa entregada gracias a su habilidad para facilitar titulares, Helenio Herrera se convirtió en H.H. o 'El Mago', el primer entrenador con galones de superestrella, Sin duda, sabía llevar a sus pupilos con mano izquierda. Maestro de la psicología en grupo, acuñó frases para la posteridad, como la célebre "con diez se juega mejor que con once" para justificar el esfuerzo colectivo cuando se producían expulsiones o lesiones o una apócrifa ("ganaremos sin bajar del autocar") que él negaría haber pronunciado pero que mantiene viva su leyenda aún hoy.

Estrellas divididas

En el vestuario del Barça le tocó lidiar con una constelación de estrellas digna de Hollywood. Y también, dividida en grupos. Por una parte, los húngaros capitaneados por Ladislao Kubala, amén de Kocsis Czibor, que nunca creyeron en sus métodos. Con el mito Kubala ya en declive por acumulación de lesiones y desgaste, se las tuvo tiesas al relegarle al banquillo y alinearle apenas en el Estadi para contentar a los culés que le idolatraban.

Entre las trincheras, la de los sudamericanos, encabezados por Evaristo, Villaverde y Eulogio Martínez, y la de sus fieles vasallos, los chicos de la cantera como Segarra, Ramallets, Vergés o Gensana, a los que aumentó el sueldo hasta convertirles en su guardia pretoriana. Con la perspectiva del tiempo, entre los aciertos de Herrera cabe mencionar la confianza brindada a los futbolistas catalanes, a quienes apreciaba y promocionaba por su compromiso y el conocimiento de cuanto comportaba vestir la zamarra blaugrana.

Tuvo a la mejor delantera en un Barça dividido en grupos y a un 'once' descomunal en el Inter de las dos Copas de Europa

Bajo el timón de Herrera, el Barcelona llegó a 'coleccionar' la mejor delantera que jamás haya reunido ningún club en la historia del fútbol, gracias a diez figuras que los aficionados más veteranos paladearán con sumo agrado. La lista es puro caviar: Kubala, Kocsis, Czibor, Luis Suárez, Villaverde, Evaristo, Eulogio Martínez, Tejada, Ribelles y Coll. Con tanta estrella, también optó por las rotaciones para contentar a los pupilos mucho tiempo antes de que el término existiera. Al fin y al cabo, también se le adjudica el concepto de 'catenaccio' sin que H.H. fuera el padre.

El mejor de Luis Suárez

Tras una eliminatoria de Copa de Europa perdida ante el Madrid, estallaría una formidable polémica. Cinco minutos antes de que lo echaran, H.H. puso pies en polvorosa camino de Milán y allí convirtió al Inter del millonario Moratti en la potencia continental de los años 60. Conocedor de la bancarrota económica de su anterior club, urdiría desde el 'calcio' la llegada de Luisito Suárez a la entidad 'neroazzurra' a cambio de 25 millones de pesetas que no remediaron el déficit, pero sí confirmaron la peor decisión deportiva tomada por el Barça en toda su centenaria trayectoria. Suárez se convirtió en el líder de un once descomunal, acompañado por Burgnich, Picchi, Facchetti, Jair, Corso y el gran Sandro Mazzola. A San Siro llegarían dos Copas de Europa, tres 'scudettos' y tres Intercontinentales bajo su égida.

Tras su marcha, la parroquia culé quedó fracturada en dos: nostálgicos de H.H. y quienes no le querían ver ya ni en pintura, hartos de su narcisismo, devoción por el dinero y ciertos rumores que le acusaban de fomentar el dopaje cuando en el deporte no existía ningún control de sustancias prohibidas.

Durante los 60 y en un Barça tormentoso, se sucedieron las intentonas para que regresara al Camp Nou, segunda época que no llegaría hasta empezar los 80 en dos breves periodos dispuestos por Josep Lluís Núñez en los que el ya veteranísimo Herrera aún sumaría una Copa del Rey a su amplio palmarés. Una biografía rutilante, propia de un mito de los banquillos que aún brilla dos décadas después de su adiós, certeza que haría feliz al propio interesado.