CUARTA JORNADA DE LA CHAMPIONS

Un Barça menor (0-0)

El arreón final de los azulgranas ante el Olympiacos resulta infructuoso para firmar matemáticamente el pase a octavos

Sergio Busquets protesta con impotencia una decisión del árbitro.

Sergio Busquets protesta con impotencia una decisión del árbitro. / periodico

Joan Domènech / Enviado especial

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Ante un rival malo, un partido malo. Se contagió el Barça de la mediocridad del Olympiacos y culminó un partido gris, otro, en el que se dejó un jirón de imagen y dos puntos. Una pérdida más simbólica que efectiva. La clasificación para octavos está en el mismo punto que estaba. Mantiene la condición de virtual para el Barça, que saca seis puntos sobre el tercero, el Sporting, el único que le puede apear. El empate de Atenas se repitió en Lisboa (1-1).

El arreón final del Barça no hizo más que acentuar la amargura por una oportunidad perdida para zanjar el asunto de la clasificación.

Con una vaselina al larguero de Suárez y la oleada de ataques desesperados pareció como si al once de Valverde le hubieran faltado minutos. Pero los había desperdiciado antes, en una hora y cuarto de juego en la que divagó mucho, demasiado, lo suficiente para marcharse con un punto de frustración. El Olympiacos, en cambio, celebró el empate igual que si fuera un triunfo, así de apurado se sintió después de verse todo el rato claramente  inferior.

Demasiado avisado

Muy prudente anduvo el Barça, como si hubiera estado sobrealimentado por los avisos de Valverde sobre el embrujo de su antigua casa, un estadio conmovedor y gritón. Y, tal vez, el jugador número 12 sea el más valioso de la plantilla griega, muy justita de talla futbolística para competir en la Champions.

Con toda su fe pudo contener a un Barça menor y algo especulativo, pese a que todo el gasto, todas las iniciativas y todass las aportaciones principales en la competición más prestigiosa del planeta fueron suyas. Y, aun así, pareció poco. Detrás de Messi hubo muy poco, poquísimo.

Hay un grupo pragmático, continuador de la evolución de Luis Enrique que mira el marcador, convencido de que el cero de su propia portería le dará el triunfo porque en la otra punta del campo el genio de la lámpara le sacará de la oscuridad. A veces, Messi no puede iluminar tanto. Ni tantas veces. Las mejores ocasiones fueron suyas, y la de Suárez se la sacó él de la chistera.

Desgracia para cambiar

Por entonces, tarde, demasiado tarde, se veía algo aproximado al Barça tradicional. Medió una desgracia imprevista para ello. La lesión de Sergi Roberto provocó una mejora inmediata en el Barça en la segunda mitad, después de haber jugado con un 4-4-2 ya descarado el primer tiempo. 

Valverde eligió a Deulofeu para sustituir al lesionado Sergi Roberto y el equipo se estiró, se sintió más a gusto con el perfil de tres delanteros

Valverde eligió a Deulofeu, convencido de la inofensividad del Olympiacos y el equipo se estiró. Andaba encogido y se expandió, adoptando el perfil de los tres delanteros en el que se siente más a gusto. El ímpetu de Deulofeu ejerció un efecto rejuvenecedor, sin mayores consecuencias que las de animar el juego: el Barça remató menos porque ya no todas las pelotas pasaban por Messi. Hubo más en quien repartir y eso resultó perjuidicial.

Solo un tocador

En ausencia de Iniesta fue Denis el tocador imprescindible que necesita un equipo como el Barça que pretende poseer el balón. Qué menos que una mínima representación –la que falto en San Mamés, donde el Barça zozobró– en esta época de cambios filosóficos. Denis puso pinceladitas y el atrevimiento que, hoy por hoy, solo aporta Messi, además del añorado capitán.

Con muy poco esfuerzo se adueñó el Barça del partido. El Olympiacos le regaló la iniciativa, como en el Camp Nou, y si llegó a pisar el área de Ter Stegen fue por el aliento de la grada, cantante y ruidosa se diría que para entretenerse ante la época de penuria que sufre su equipo, especialmente evidente cuando sale por Europa y se mide a un gigante.

El empuje de la hinchada catapultó algún contraataque, generalmente surgido de concesiones barcelonistas, que a ratos se adormecían con una posesión sin ton ni son. El volcán se activaba con una triste córner, una miserable falta, pero se apagaba en segundos. Solo cayó ceniza en las áreas. Humo.

Olympiacos, 0 - Barcelona, 0 

<strong>Olympiacos:</strong> Proto (8); Elabdellaoui (7), Botía (6), Engels (6), Koutris (6); Figueiras (5), Odjidja (7), Tachtsidis (5), Romao (5), Carcela (5), Fortounis (5).