El Barça gana en silencio (3-0)

Miraron a la grada y procedieron a su particular ritual de celebración, pero nadie gritó ni festejó. Apenas los componentes del cuerpo auxiliar del Barça que no pueden sentarse en el banquillo en un sepulcral silencio.

Los goles más tristes de Sergio Busquets y Leo Messi no encontraron este domingo eco instantáneo, pero quedarán inscritos en la historia porque millones de personas los relacionarán para siempre con un partido jugado a puerta cerrada a causa de la violencia desatada por la Policia Nacional y la Guardia Civil para impedir el referéndum por la autodeterminación.

Otra vez la política y el Barça anduvieron de la mano. El club pidió el aplazamiento por los graves sucesos acaecidos en toda Catalunya, pero ante la negativa de la Liga y la amenaza de perder seis puntos (los tres de la posible incomparecencia y los tres de la consecuente sanción) llevaron al presidente Josep Maria Bartomeu a abogar por la disputa del encuentro y primar los intereses deportivos del equipo por encima de todo.

Un espectador, un espontáneo

No podían fallar,  por tanto, los jugadores en un encuentro extraño también para ellos, acostumbrados al ruido de los estadios. Vacío y silencioso estaba el Camp Nou porque los cánticos, los gritos y los alaridos (de dolor) recorrían el espinazo de Catalunya por el terror causado por las fuerzas policiales. Solo un espectador entró en el estadio y se hizo notar saltando al césped como espontáneo. Tampoco el sistema de seguridad afinó dentro el estadio.

Pero sí el que desplegó el equipo sobre el césped, sobreponiéndose a las singulares circunstancias para asegurar el noveno triunfo consecutivo, el séptimo de la Liga, y disfrutar del parón liguero con un pleno de 21 puntos y una impensable ventaja sobre el Madrid. El regreso endurecerá el camino con una visita al Atlético.

Voces y decisiones

No iba a complicarlo el Las Palmas, que quiso buscar las cosquillas al Barça y se encontró un rival muy puesto, aunque por momentos pensara que jugaba una pachanga de entrenamiento donde se escuchan los gritos de los jugadores entre sí. Calleri amenazó con un disparó al poste cuando el Barça aún estaba desorientado por tanto silencio, pero seguramente las voces de Valverde espabilaron al grupo.

Le espabilaron más las decisiones del técnico, que retiró a Paulinho y Aleix del carril derecho –ambos por delante de Sergi Roberto– para devolver al campo a los inicialmente suplentes Rakitic e Iniesta. Aunque el brasileño acarició de nuevo gol con otra impetuosa entrada de cabeza, no dio al equipo el fútbol que necesitaba.

Sí lo dieron los sustitutos, y también Denis, que pasó de interior izquierdo a extremo derecho. Messi empezó a recibir balones y no melones de Denis y de Suárez, y se plantó dos veces ante Chichizola para asegurar el triunfo que se gestaba con un cabezazo de Busquets mientras Catalunya aún se estremecía de dolor por el terror.