Fastidiar al vecino

El Barça se ha topado cinco veces con el Espanyol con la Liga en juego: hay tres tamudazos y dos compromisos solventados por los azulgranas

Vicente, portero españolista, no puede detener el chut de Luisito Suárez que ha topado en Eulogio Martínez, en la temporada 59-60.

Vicente, portero españolista, no puede detener el chut de Luisito Suárez que ha topado en Eulogio Martínez, en la temporada 59-60. / J. A. Saenz-Guerrero-Centre Documentacio FCB

FREDERIC PORTA / BARCELONA

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Si damos por sentado que el título liguero pasa por Cornellà, la historia nos ha legado cinco precedentes de calado similar entre Espanyol Barça. Algunos, aún frescos en la memoria. Conste que, en los casos a relatar, la risa fue por barrios y los tres primeros favorecieron, con matices, los anhelos españolistas.  

A FAVOR DEL ESPANYOL

Para empezar, el episodio más reciente. Como el fútbol es territorio emocional, siempre proclive a preferir leyendas a la cruda realidad, los pericos todavía se relamen hoy en el recuerdo del Tamudazo que jorobó la fiesta al adversario culé. 

Era el penúltimo partido de la temporada 2006-07 cuando el ariete blanquiazul por excelencia fastidió las posibilidades ligueras del Barça con un gol a Valdés en el último minuto tras el derbi disputado en el Camp Nou. Significaba el 2-2 final, reparto de tantos para Messi Tamudo, con Rijkaard y, curiosamente, Ernesto Valverde, como responsables técnicos. 

Parece borrado de la memoria que, días antes, el bético Sobis firmara otras tablas en el mismo escenario tras una falta lanzada por los verdiblancos que pilló a la retaguardia azulgrana en Babia. Para la posteridad, solo ha quedado el Tamudazo.

Para el segundo antecedente, hay que remontarse tres largas décadas. Temporada 81-82, también en el coliseo blaugrana. Con Udo Lattek en el banquillo, el Barça tiró la Liga de manera eternamente incomprensible. No ganó ni uno solo de los seis últimos encuentros, con el eterno rival dinamitando esperanzas en la jornada 30, 1-3 en una soleada tarde dominical en el Estadi.

Dirigidos por el entrañable Maguregui, LauridsenUrbano y Múrua derrumbaron las esperanzas de un repentinamente frágil Barça, que apenas replicó con un tanto de Alexanco. Aún eran tiempos en los que el equipo podía sentir vértigo insuperable ante la proximidad de cualquier éxito y desmoronarse como un castillo de naipes. 

Ni siquiera la posterior conquista de la Recopa ante el Standard de Lieja consiguió menguar el enorme disgusto de la parroquia culé en el saldo de la campaña. Aquel fue el mejor partido, todo un recital, en la trayectoria deportiva de Urbano Ortega, el centrocampista que, casi de inmediato, cruzaría la Diagonal camino del Camp Nou, como se decía en el argot periodístico de entonces. Ayer y hoy, nada mejor que el anuncio de refuerzos para tapar carencias y responsabilidades.

En el tercer caso, hay que peinar ya canas –o haber prescindido del peine, en caso de alopecia– para recordar el desaguisado. Acaeció en la campaña 72-73, la anterior al advenimiento de Johan Cruyff, ya con Rinus Michels en el banquillo. Como en otras ocasiones de la época, el Barça parecía firme candidato a llevarse la ansiada Liga, añorada desde el remoto 1960. Líder con empaque y buen juego, en la jornada 22 apareció el Espanyol en el Estadi y logró convertirle en un irregular manojo de nervios para el resto de trayectoria. Un solitario gol de Jesús Glaría, obtenido de penalti, echó todo el trabajo a rodar, a pesar de que los azulgranas contaban con seis de los después titulares con Cruyff.

Los aún residentes en Sarrià mostraban también excelentes mimbres bajo la égida del mister Santamaría, con los De Felipe, Roberto Martínez, Amiano, Pepín o José María entre sus bastiones. Arbitró, por cierto, Franco Martínez, el encargado a su pesar de que los colegiados españoles sean conocidos por sus dos apellidos, no se le ocurriera titular a algún avieso periodista «Franco se equivocó» o «Franco robó» en tiempos de dictadura militar. Tras cuatro décadas de democracia, tal tradición se mantiene impertérrita.

A FAVOR DEL BARÇA

Tras los tres alegrones pericos, turno para las dos satisfacciones directas de los azulgranas a costillas de su acérrimo adversario local. En ambos casos, el Barça estaba obligado a ganar al Espanyol en la penúltima jornada de Liga si quería campeonar. Hace 25 años, 11 días después de aquella tremenda inyección de autoestima llamada Wembley y de alzar la primera Champions, el Barça de Cruyff arrolló al Espanyol por un contundente 0-4. No les importó siquiera disputar 65 minutos con 10 jugadores por expulsión de Nando. Después llegaría Tenerife, Valdano y el resto es historia archisabida. 

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Por último, en otra campaña de armas tomar como la del 59-60, el Barcelona y el Madrid disputaban un esprint final digno de foto-finish. También en la penúltima fecha, con empate a puntos y en el goal average particular de ambas superpotencias, el Barça estaba obligado a ganar en Sarrià el 10 de abril. Fácil imaginar el ambiente en el antiguo coliseo perico.

Pasaban los minutos y un nervioso visitante no hallaba la forma de abrir distancias ante la brega local. Hasta que, a 9 minutos del final, un remate de Luisito Suárez a la salida de un córner lanzado por Evaristo tuvo la fortuna de topar en su compañero Eulogio Martínez, quien desvió el esférico haciendo imposible la estirada del portero Vicente. El equipo de Helenio Herrera acabaría llevándose la Liga por diferencia global entre goles marcados y encajados y el Madrid de Di Stéfano se quedaría con un palmo de narices. 

Cinco recuerdos del pasado en terreno españolista con la Liga en danza y desenlace dispar bajo el denominador común de la emoción extrema y el valor añadido que entraña la condición de derbi barcelonés. El de toda la vida.