UN AÑO SIN JOHAN

Jordi Cruyff: "Se hace difícil hablar de mi padre en pasado, sé que está ahí"

El próximo viernes 24 de marzo se cumplirá un año del fallecimiento de Johan Cruyff. El extécnico azulgrana murió víctima de un cáncer de pulmón. Desconociendo que la enfermedad se aceleraría rápidamente, Johan y Danny, su esposa, viajaron a Tel Aviv para ver a Jordi, que recuerda para EL PERIÓDICO la figura universal de su padre.

El hijo de Johan recuerda la figura y el legado de su padre, un año después de su muerte, en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO

Jordi Cruyff, en la presentación de la autobiografía de su padre.

Jordi Cruyff, en la presentación de la autobiografía de su padre. / periodico

MARCOS LÓPEZ / JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Poco antes de morir, <strong>Johan Cruyff </strong>viajó a Tel Aviv. Iba con Danny, su esposa. Querían estar ambos con Jordi, su hijo, que vive en la ciudad israelí desde hace casi cinco años ejerciendo de director deportivo del Maccabi. Pasearon por el frente marítimo de la ciudad, departieron durante horas como si estuvieran recuperando la infancia y hasta el tiempo perdido desde que su hijo, hace ya casi 22 años, abandonó la casa de los Cruyff para volar en solitario. No imaginaban, ni siquiera Johan, que aquel sería su último paseo. El cáncer le había atacado hacía meses, pero nadie creía que todo acabaría tan rápido, como admite Jordi a punto de cumplirse un año de la muerte de Johan. Del adiós a su padre.

–¿Qué recuerda de ese último paseo juntos por las calles de Tel Aviv? Vinieron mis padres a verme, estuvieron aquí conmigo. Iba a ver los entrenamientos y estuvo en un partido. Pero lo importante no era eso. Lo más importante es que hablamos de todo, de la vida, como hablan los padres y los hijos. Lo pasamos bien. Creo que él no sabía nada, que luego todo sucedería tan rápido. Ni mi madre tampoco. Ni yo, claro. Para mí, fue importante esa semana. Llevo 22 años fuera de casa, no vivo el día a día con ellos. No tenía ese contacto. Y cuando vinieron nos lo pasamos muy bien. Recuerdo, por ejemplo, con mucho cariño ese paseo junto al mar con mi padre, con mi madre.

"Poca gente ha dejado tanta huella. Muchas personas lo veían como inmortal"

–Unos momentos muy íntimos. Sí, para mí significó mucho ese paseo, esos momentos que compartimos. Estoy encantado de haber podido pasar una semanita juntos. Fue un momento de familia, los tres solos. Lo agradezco mucho, pero mucho. Sabíamos que estaba enfermo, pero no imaginamos que pasaría todo tan deprisa. Por eso, cuando pienso en aquellos paseos me siento en paz. Me habría sentido peor si hubiera fallecido sin haber vivido esos momentos tan familiares, tan nuestros. Pero pude estar con él en una de sus últimas semanas. No sé cómo explicarlo. Si no hubiéramos estado juntos en Tel Aviv, no me sentiría igual. Tendría, no sé cómo decirlo, un mal rollo, algo dentro que habría llevado siempre.

–¿Se estaba despidiendo de él? Sí, claro. Eso fue como una despedida. En realidad, me despedí totalmente, aunque insisto en que nadie podía imaginar que todo ocurriera tan rápido. Nadie. Pero esos momentos son ahora mismo para mí... ¡Ufff! Son esos momentos que me dan paz interior.

–¿Porque le vio? Nunca es fácil cuando estás fuera y no vives el día a día. Durante la enfermedad, había estado más con mi familia en el último año, pero no todo lo que realmente quieres. Cada vez tengo más claro que no es lo mismo haber pasado esa semana juntos que no haberlo podido hacer. Eso me calma. Me tranquiliza y me da paz para no sentirme culpable por no haber podido estar más tiempo con él. Fue una buena semana para todos. Para él, para mi madre, para mí... Lo agradezco un montón. Mirad lo que es el destino. Dentro de la enorme tristeza que fue su pérdida, al menos me queda esa última semana hablando de padre a hijo.

–Ha pasado ya un año. No sé cómo definirlo. Hay mucha mezcla de emociones. Por una parte, aunque sabes que la enfermedad tiene una final triste, quizá no siempre, es algo que puede pasar. Pero nunca estás preparado para cuando pasa. Nunca. Es algo que me chocó. Sabía que podía pasar, pero por mucho que lo pienses no estás jamás preparado para ello.

–¿Y cuando sucede? Sientes un vacío y piensas: '¡Ostras, ya no está tu padre!' Por otro lado, dentro de la tristeza, hay también orgullo al ver la reacción de la gente. Todavía hoy pasa. Ha dejado mucha huella como persona, como deportista, como todo... No hay día en que alguien te venga a hablar de tu padre. No hay día sin ese recuerdo, pero siempre con respeto y cariño, eso es algo que te hace sentir bien.

–¿No resulta doloroso? No, no. Nunca puedes desconectar, pero es bonito escucharlo. En realidad, jamás desconectas de tus padres en casos así. Siempre están en la memoria, en el recuerdo diario, en todo lo que haces. Dentro del dolor, es evidente que ese recuerdo me ayuda. Y no solo a mí. A mi madre, a mis hermanas, a todos... Poca gente se va dejando tanto como mi padre. Tanta huella, tanto recuerdo, tanto reconocimiento. Ese calor te ayuda, todo hay que decirlo, pero los momentos íntimos son míos, son nuestros. No me gusta compartir cosas privadas con los demás.

–Se fue, pero sigue presente. Claro. Eso es la parte bonita de la historia. Demuestra que mi padre no ha dejado indiferente a nadie. Ha vivido y ha significado algo. Eso para una persona es símbolo de una vida exitosa. Muchas cosas de su filosofía perduran, tanto en la vida, en el fútbol, en los estadios, con su universidad, con su fundación. Seguimos trabajando para que muchas de sus ideas, sobre todo las que tiene aspectos sociales, sigan ahí, vigentes día a día.

"Cuando le pedía consejo siempre me decía: 'Haz lo correcto como humano'"

–Cuando se cerró el memorial del Camp Nou, usted dejó una frase como legado: 'Johan es de todos'. Esa frase me salió de dentro. No era nada preparado. Ni la tenía escrita. Improvisé. Era una manera de ser fiel a él. Los motivos son muy sencillos. Cuando murió, queríamos hacerlo súper íntimo, muy familiar, sin nada extraordinario. Pero vimos a mucha gente que sentía la necesidad de darle las gracias a mi padre, de tener un último adiós con él porque fue inesperado. Parecía que iba por el buen camino y, de repente, se terminó. Fue muy rápido. Mucha gente se quedó con la necesidad de expresar algo. Abrimos un poco más para que pudieran expresar su respeto, su tristeza, su cariño. Por eso dije que Johan es de todos. Es nuestro padre, pero también debemos entender y compartir que es un hombre de todos porque ha dejado huella en varios ámbitos.

–¿Cómo era? Era un tío con sentido del humor, polémico en algunos casos con sus opiniones y, sobre todo, con su manera de explicar las cosas. Al final, era un hombre que le encantaba reírse, era hiperactivo, gracioso, le gustaba la cizaña. El típico carácter de vestuario de fútbol. Eres mayor, pero, al final, el niño sigue dentro. Haces las mismas bromas que cuando tenías 25 años.

–Un tipo normal y corriente... Solo hacía falta verlo en los veranos en Aiguafreda. Era como uno más cuando bajaba a comprar el pan. A él le gustaba estar en la calle. Su infancia no fue nada fácil. Nació en Ámsterdam, justo después de la Segunda Guerra Mundial, perdió a su padre muy joven, nunca lo tuvo fácil. Una cosa es tener talento, pero luego debes saber crecer, madurar y aprovechar ese talento. Su cabeza, su mentalidad, su filosofía de la vida le hizo una persona diferente a los demás.

–¿No paraba nunca? ¡Qué va! No podía parar. Ni siendo abuelo. Daba hasta envidia esa capacidad de hacer tantas cosas. Siempre fue así. Esquiar, montar a caballo, golf, tenis, deportes de agua... Hizo de todo. Le encantaba jugar con los nietos. Se apuntaba a todo para jugar con ellos. Un abuelo joven, un padre joven. A mi padre jamás le vi sentado en el sofá más de una hora. Siempre fue hiperactivo. Siempre tenía cosas que hacer. Eso de estar tres horas en el sofá o echarse la siesta no iba con él. Siempre estaba con sus puzles, con sus revistas, con sus cosas. Él no perdía el tiempo.

–¿De dónde le vino todo eso? Todo lo que ha hecho mi padre en su vida de mayor es consecuencia de lo que le pasó en la infancia. Por ejemplo, él no acabó el colegio. Pues no veas lo pesado que fue con nosotros en ese aspecto. No paraba de apretarnos. Me quitó incluso unos meses del fútbol cuando sacaba malas notas. Cuando me fui al Manchester United hasta me apunté a la universidad. A mí me educaron así. Tener un plan B, plan C, plan D o lo que haga falta para formarte mejor.

–Sabe usted que hay 'muchos hijos de Cruyff' repartidos por el mundo detrás de un balón. Hace 30 años sus ideas parecían las de un kamikaze; ahora, en cambio, se consideran normales. Hay mucha gente que sigue su filosofía. Cada uno luego le añade su toque personal, modernizándola y evolucionándola. Él trajo una idea nueva, diferente a Barcelona. Ahora mismo, estamos en una situación, por culpa precisamente de esa idea, en que es un rompecabezas saber quién debe ser el nuevo entrenador del Barça. Hay que seguir cierta filosofía. No hay tantos que puedan entrenar al Barça. Es bonito ver jugar a este equipo, pero el 99% de los perfiles de entrenadores no los puedes firmar. No es fácil, no hay tantos que encajen.

"Su filosofía perdura en el Barça: decidir el entrenador es un rompecabezas"

–Salir siempre al ataque, jugar con tres defensas... Echas la vista atrás y recuerdas: Eusebio, de lateral derecho, Goiko, de lateral zurdo, y Koeman de central. Era de locos, pero él decía: ‘Si ellos tienen un delantero, con dos defensas es suficiente’. En un momento te llaman loco. Y cuando las cosas van bien, te catalogan como genio. Eso es, a veces, lo incomprensible. La línea tan fina que existe entre estar loco o ser un genio. Al final, él dejó huella. A veces, le picabas con algo y entonces, cuando se enfadaba, te hablaba súper claro. Entonces, el castellano de mi padre era perfecto.

–Fue un pionero. Tenía personalidad y tenía la suerte de que los jugadores creían en su método y le seguían. 

–Le inspiró. Por supuesto. Muchas veces me pregunto: ‘¿Qué haría mi padre en esta situación?’ Me lo planteo cuando tengo algún dilema. Él siempre respondía lo mismo: ‘Haz lo correcto como humano y luego lo futbolístico’. Porque, al final, la persona está por encima de todo. Muchas veces lo aplico en mi trabajo. Normalmente sigo sus consejos, intento aplicarlos siempre.

–Él nunca dudaba.Nunca dudaba. Y si dudaba, nunca lo enseñaba. Eso también era una virtud suya. Parecía que siempre tenía las cosas súper claras. Para los de su cuadrilla era un tío con sentido del humor, cizañero. No sé como explicarlo, pero mucha gente lo veía como inmortal. Cuando falleció no se lo podían ni creer. Te decían: ‘¡Él, no! ¡No puede ser! ¡Es imposible!’. No esperaban que pasara, esa es una de las reacciones que más oigo en gente que no ha conocido a mi padre. Se me hace muy raro y muy difícil hablar de mi padre en pasado.

–¿Por qué? Si alguien está omnipresente, y no sé si esa sería la palabra adecuada, cuando luego no está, el agujero que deja también es mucho más grande. Mi madre y mis hermanas lo notan mucho más que yo porque llevo muchos años fuera. Lo mío era más una conexión no física. Podían pasar semanas, pero cuando nos encontrábamos daba la sensación de que nos habíamos visto ayer. Me cuesta pensar en él en pasado. Pero como ha dejado tantas cosas lo tenemos presente siempre, no respondiéndote, pero sí presente. No sé por qué, pero sé que está ahí.