Messi ni necesitó saltar

La estrella marca de cabeza y completa su catálogo después de firmar goles de todo tipo: con la pierna izquierda, derecha, falta y penalti

Messi cabecea de vaselina ante la salida de Cuéllar en el Barça-Sporting.

Messi cabecea de vaselina ante la salida de Cuéllar en el Barça-Sporting. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Vio a Cuéllar, el portero del Sporting, y se paró en seco. Aguardó paciente a que el balón servido por Mascherano llegara a su encuentro, sin ponerse nervioso. Le dio tiempo a mirar todo el panorama que tenía a su alrededor. Así es Leo Messi, un delantero, en realidad un jugador total, que esperó con calma a que la pelota realizara ese cómodo viaje desde la bota derecha del Jefecito. Tan simple fue el gol como, a la vez, resultó extraño. Mascherano, convertido en central diestro en esa línea de tres defensas que tanto le gusta usar ahora a Luis Enrique, se sacó una diagonal tensa, pero precisa a la cabeza de su amigo Leo.

 A partir de ahí, empezó a dibujarse la nueva página del catálogo de Messi, goleador al que se le adivinan cada día que pasa perfiles desconocidos. Ante el Sporting, se paró en el momento justo para firmar un gol que no se le había visto antes. Un cabezazo en la frontal del área y con vaselina incluida. Algo insólito para el 10 porque no necesitó ni tan siquiera saltar.

 Quizá otros delanteros sí que deban volar más, pero Messi no. Además de la paciencia que tuvo mientras la pelota sobrevolaba el Camp Nou, exhibió esa sangre fría que le ha hecho un goleador letal. Cuéllar saltó mucho, pero mal. Leo no saltó nada y marcó con tanta dulzura que el balón entró mansamente como si quisiera prolongar la belleza de esa jugada tan poco usual del Barça.

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Poco usual es que Mascherano se invente una asistencia de gol. Poco usual resulta ver al 10 marcando de cabeza y desde tan lejos. El último para añadir a una temporada espectacular donde ha marcado de todas las maneras posibles: de falta directa, con la pierna izquierda (la suya), con la derecha, de penalti y, por supuesto, de cabeza. Un catálogo único para un jugador único.

UNA HORA Y DESCANSO

No solo es Messi el pichichi de la Liga con sus 21 goles sino que tiene un repertorio tan singular que no existe otro futbolista capaz de anotar como lo hace él. Además, preocupado como está siempre por el bienestar de los delanteros centros que tiene a su lado, robó un balón y se lo regaló a Paco Alcácer para que se reencontrara con el gol, mientras Suárez ya descansaba.

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Eso lo tiene siempre Leo, más mediapunta que nunca, sin otear apenas la banda derecha, incrustado como brújula en ese nuevo dibujo táctico de Luis Enrique. Jugó de enganche que dirían en Argentina. Jugó de Messi. Desde la catástrofe de París, Leo decidió que no podía rendirse: tres partidos, cuatro goles (uno salvador, de penalti, ante el Leganés, otro de viejo delantero centro en el Calderón y el cabezazo al Sporting). Hecho el trabajo, gol y asistencia, Luis Enrique dio descanso a la estrella. El Camp Nou se puso en pie. Un día más en la oficina.