Barça, la gran catástrofe

El equipo azulgrana descarrila en París tras un partido calamitoso ante un rival pletórico y queda al borde del adiós en la Champions

Edinson Cavani corre para celebrar su gol, el cuarto del PSG ante el Barça, ante los abatidos Piqué y Ter Stegen.

Edinson Cavani corre para celebrar su gol, el cuarto del PSG ante el Barça, ante los abatidos Piqué y Ter Stegen. / periodico

ELOY CARRASCO / PARÍS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llevaba tiempo el PSG llamando a los portones del castillo de los grandes y parece más cerca que nunca de entrar en él tras echar abajo la primera resistencia seria que se le presenta esta temporada, si es que se puede llamar resistencia seria a lo que ha tenido delante esta noche. El Barça vuelve de París con el corazón destrozado, y algo más, en una especie de matanza de san Valentín que quedará en los libros y habrá de marcar el año azulgrana. Tiene remedio, claro. El próximo 8 de marzo. Pero a la vista de lo ocurrido en el Parque de los Príncipes, habrá que ser muy rico o muy valiente para apostar dinero por un Barça que está al borde de un descarrilamiento muy abrupto.

En cambio, el día de comerse el mundo llegó para el campeón francés y su entrenador, Unai Emery, que hasta ahora tenía que tragarse con fastidio el eco nunca acallado de que solo le había ganado una vez en 23 partidos al Barça, y que Messi les había metido a sus equipos 25 goles. Si los partidos se miden por la atmósfera previa, se diría que el PSG lo afrontó como el más importante de su vida. El Barça, por el contrario, salió con ese encogimiento tan indicativo de las últimas semanas, sin ánimo para sobreponerse a la presión del rival, sin asomo de creatividad y casi ni de coraje. Tras este clamoroso fracaso, queda claro que está en peligro la temporada completa, a expensas de una recuperación inmediata en la Liga y dejando aparte la Copa del Rey, socorrido e insatisfactorio calmante de tantos años para olvidar. 

CON CARA DE SOSPECHOSO

Hace ya muchos partidos, demasiados, que el Barça va por ahí con cara de sospechoso, exactamente la misma palabra que vino a la cabeza al ver a André Gomes en la alineación. El portugués se ha convertido en el ojito derecho de Luis Enrique sin que haya dado ninguna razón para justificarlo. André es un futbolista con muy buena planta, pero es una planta que no crece. Ni siquiera aprovechó la mejor ocasión azulgrana para marcar cuando estrelló contra Trapp un tiro que pareció salirle desganado. Tuvo que claudicar Luis Enrique ante la magnitud del desastre y sustituyó al portugués, que quedará marcado por este partido como el símbolo de una calamidad que no se daba desde el 4-0 ante el Bayern (2013).

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Ser\u00eda injusto echarle un muerto tan gordo solo a Andr\u00e9 Gomes.\u00a0","text":"Iniesta, Su\u00e1rez, Messi, por citar a tres grandes, jugaron un partido horrible"}}

Desde luego, sería injusto echarle un muerto tan gordo solo a André Gomes. Y suena entre herético e increíble, pero hay que decir que  Messi, Suárez e Iniesta, por citar a tres de los grandes, jugaron un partido horrible. Reunido en torno a los centrocampistas que le dan seguridad e identidad (Iniesta y Busquets), nada hizo el Barça en ataque, devorado por el fogoso PSG y por su propia abulia.

No aprovechó, entre otras muchas cosas, que había enfrente un central debutante en la Champions (Kimpembe), y al final, ni siquiera conseguimos saber si Trapp es o no un buen portero, tan poco a prueba lo pusieron. Sin embargo, sí quedó la certeza de que su paisano  Ter Stegen es muy bueno, lo cual, y valga la paradoja, es muy malo para el Barça, que tan apurado se vio continuamente. Ter Stegen se multiplicó de pies y manos, sacó remates maliciosos y fue el mejor, pero nada pudo ante el despliegue furioso de los jugadores de Emery.

UN EQUIPO DESNUDO

Esta gran derrota del Barça, que ya en Manchester, con una segunda parte de catatonia, dejó entrever que no está para grandes noches europeas fuera de casa, desnuda al equipo, que ha ido parcheando la falta de juego como  ha podido hasta caer del caballo en París. El PSG aplicó la receta de Emery: «También va a ser duro para ellos», había dicho la víspera. Sus jugadores superaron de punta a cabo los duelos individuales. El ambiente encendido del estadio les invitaba a someterse a algo semejante a una cuestión de honor, a intentar dar el paso que aún separa al PSG de la mesa de los grandes jefes de la Champions.

Draxler (5 goles en 8 partidos desde que fichó en enero) fue un titán, Di María se comportó como ese enloquecido enloquecedor que solía incomodar al Barça, Verratti proclamó, una vez más, que es buenísimo, Cavani ha enterrado el trauma freudiano de Ibrahimovic... Quién iba a pensar que todo eso, que ese estallido eufórico de París en pleno, iba a ser un regalo del Barça en una noche que todos recordarán eternamente.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Ficha t\u00e9cnica","text":null}}