El análisis táctico del Atlético-Barça: Dos caras del mismo Barça

El equipo de Luis Enrique, sin respuestas sólidas, se rompió en la segunda mitad

Mascherano pelea con Sául en el Calderón.

Mascherano pelea con Sául en el Calderón. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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LA PRESIÓN Y EL ROBO DEL 'JEFECITO'

Al inicio, y no se había llegado ni al primer minuto de partido, Mascherano cometió dos errores en pases que parecían fáciles. Eran, en realidad, fáciles. Pero falló el Jefecito y el Barça se asustó. Fue, sin embargo, una falsa impresión porque entonces emergió la mejor versión del centrocampista argentino. Le tocó asumir el rol de Busquets y no dio la sensación de sentirse intimidado por la figura del titular.

En esos primeros 45 minutos, gobernó el partido, sin necesidad siquiera de tener la pelota, obligado como estaba Luis Enrique a buscar balones a la espalda de la defensa rojiblanca. Entonces, el Atlético no supo desactivar el plan azulgrana. Robó Mascherano a Griezmann en el prólogo del majestuoso gol de Suárez. Después, al igual que el Barça, dejó errores imperdonables junto a Cillessen.

SIMEONE HIZO DAÑO CON LOS CAMBIOS

Cuando más controlado tenía el partido en el Calderón, llegó el descontrol del Barça en la segunda mitad. Entró en acción Simeone colocando a todos los delanteros posibles. Entró primero Torres, luego Gaitán y, finalmente, hasta Gameiro. El Barça, que había vivido de los pases largos de Cillessen para evitar la presión colchonera, necesitaba el balón para resistir. Pero no tenía la pelota.

A Messi, extremo, delantero, interior diestro, volante zurdo, le tocaba hacer prácticamente de todo. No había nadie que le ayudara en la circulación y el Atlético sintió el alma del Calderón con el tanto de Griezmann, previa falta de Koke a Suárez. Ejerció Leo de todo, añorando más que nunca a Iniesta y Busquets, los socios más adecuados para hacerle llegar la pelota con delicadeza. Como nadie lo hacía, le tocaba a él.

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Pero el Atlético  entendió que si presionaba lo más cerca posible de Cillessen acabaría dañando al Barça. Y lo consiguió llevando a los azulgranas a un terreno resbaladizo, por mucho que Messi cogiera la pelota cada vez más lejos de la portería del Atlético. Los cambios de Simeone –más delanteros, más inseguridad en la defensa culé– casi se salen con la suya.