La crónica del Leganés-Barça: fue lo que Dios quiso

Un genial Messi lidera una apabullante goleada al Leganés con un innovador dibujo táctico del Barça, con tres centrales

Messi celebra su primer gol ante el Leganés.

Messi celebra su primer gol ante el Leganés. / periodico

MARCOS LÓPEZ / LEGANÉS

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Lo que Dios quiso. Y Dios quiso ser generoso con todos. Con su equipo, el Barça, con sus amigos Luis y Ney y, sobre todo, con el fútbol. Dios Messi dibujó otro partido celestial para no dejar en mal lugar a los creativos del Leganés que diseñaron una imaginativa campaña de publicidad para llenar Butarque. Lleno estaba el estadio. Lleno de miles de aficionados que siempre podrán decir que vieron a Dios jugar en su casa.

En el primer gol, cuando el valiente Leganés de Garitano vivía instalado en el área de Ter Stegen con una suicida presión, Messi dibujó un pase delicioso, con el pie del exterior para descubrirle un inmenso espacio a Suárez, transformado en un extremo-interior derecho. A partir de aquí, el terremoto messiánico. Levantó la cabeza el uruguayo buscando a Neymar y se encontró, de repente, con que el 10 ya estaba a su izquierda. Pase sencillo, gol sencillo.

LA TORMENTA

Cuando el Leganés miró el marcador, después de ser ambicioso y trabajador, ya iba perdiendo. El drama no era, sin embargo, ese. El verdadero drama es que el equipo de Garitano ya sabía que la tormenta se lo iba a llevar por delante. Era lo que Dios quiso. Y Dios quiso mucho, elevando aún más su figura por encima del innovador dibujo táctico que diseñó Luis Enrique. Apareció el Barcelona con una sorprendente línea de tres centrales (Mascherano era el diestro y Umtiti el zurdo escoltando a Piqué) mientras Rakitic e Iniesta formaba un insólito doble medio centro.

En ausencia de Busquets, que miraba el partido desde su casa, el técnico decidió sacar a Messi de su tradicional banda derecha, permitiendo, aún más, que Dios compartiera con los fieles su religión futbolística.

Además, tiene memoria. Suárez le regaló el 0-1. Leo regaló el 0-2 a Luis. Y Luis, generoso también, le entregó una caja de bombones a Neymar para el 0-3. Ni se había llegado al término de la primera mitad y un Barça, sin tanto control, gobernó el marcador con una autoridad insultante.

DISFUNCIONES DEFENSIVAS

Esconde ese apabullante 0-3 las iniciales disfunciones defensivas que exhibió Mascherano, obligado a ser central-lateral, las dificultades de Rafinha para ayudar al Jefecito en esa zona. Pero duró poco. Como siempre, duró lo que Dios quisó. Luego, en la segunda mitad, tímido intento del Leganés para ser agresivo, pero Suárez, con un delicado y, a la vez, impresionante pase con el exterior del pie dejó a Neymar en el área madrileña. Penalti y gol de Messi. Con el 0-4, llegó el nuevo orden de Luis Enrique.

El primer cambio fue el de Luis Suárez, quien completó un partido descomunal, interviniendo en los cuatro tantos. Entró entonces Paco Alcácer. Poco a poco, fue retirando piezas claves como Rakitic (salió Arda Turan) y luego a Iniesta, con Butarque puesto en pie para despedir al capitán azulgrana. Además, Rafinha, cansado de ese oscuro sacrificio defensivo, se descolgó en el balcón del área del Leganés para soltar un imponente zurdazo que se coló por la escuadra de Serantes.

Tenía Rafinha a Messi a su izquierda. Ni lo miró. Esperaba el 10 el pase del brasileño. Pero el balón ya estaba volando para sacudir la red del Lega. A la hora del vermut, el Barça firmó una goleada divina, que tuvo el premio para Gabriel, una falta sensacional la suya, de ser el dueño del primer gol del Leganés en Butarque. Pero con Dios, de su lado, todo es más fácil.

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