El Barça gana una batalla descomunal

Los azulgranas resisten hasta la prórroga en inferioridad y Messi se saca de la chistera dos pases para hundir al Sevilla

El sevillista Iborra entra con los pies por delante al portero Ter Stegen, en una jugada que le valió la tarjeta amarilla.

El sevillista Iborra entra con los pies por delante al portero Ter Stegen, en una jugada que le valió la tarjeta amarilla.

JOAN DOMÈNECH / MADRID

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Messi encendió la luz de la mesita de noche y Alba encontró el camino. En la oscuridad, a contrapié, el lateral se presentó frente a Rico, al que hasta entonces solo había visto con prismáticos en la negrura madrileña y le destapó.

El cerebro de Messi y las piernas de Alba dieron al Barça un triunfo agónico y muy glorioso, por todas las adversidades que fue capaz de superar, convertido por un día en un equipo mundano, pero capitaneado por un ser sobrenatural llamado Andrés Iniesta, amo de un partido que el Barça hizo suyo muy tarde. Pero a tiempo.

AGONÍA DE PRINCIPIO A FIN

Acabó la temporada el Barça como la comenzó: ante el Sevilla, venciéndole en el filo de la agonía, a través de un descomunal desgaste físico y tras una no menos colosal batalla psicológica. En Tiflis, en la Supercopa, tuvo que remontar un gol, se vio perdedor tras el 4-4 y se salvó en el último instante. En Madrid, para una Copa súper, aguantó el asedio, sufrió un disparo al poste hasta la prórroga para que Messi, de nuevo, gestionara el triunfo, creando el gol de Alba y la guinda de Neymar.

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Igual que un equipo menor se tuvo que batir el Barça, obligado por las circunstancias al encarar más de medio  partido con uno menos y con el 0-0 en el marcador, sin tener tampoco el gobierno del juego. La expulsión de Mascherano replegó al Barça, con casi todo el equipo por detrás de la línea del balón, algo que nunca pasa. Aguardó replegado para que los duendes Andrés y Leo, después de que Piqué rechazara miles balones aéreos y Busquets rebañara todos los rasos, tramaran el contragolpe ganador.

SOBREESFUERZO CULÉ

El sobreesfuerzo correspondió al Barça, no al Sevilla, que por un día pudo experimentar las sensaciones que viven sus rivales: encerrado en los últimos 40 metros, basculando de lado a lado con el balón en poder del enemigo, y fiando su suerte a una escapada. El dolor anímico por la pérdida de Mascherano se amplió luego con la lesión de Luis Suárez, dejando cojo también el ataque.

En realidad, hubo pocos destellos desde las filas azulgranas, que solo pudo apoyarse en Iniesta y Messi cuando era el Barça, y en Busquets y Piqué cuando fue otro. Más Ter Stegen, grandioso, que sacó un paradón en el primer tiempo que hizo sentir a sus compañeros imbatibles a pesar de todo. La victoria vendría por la vía heroica, aquella a la que nunca apela el Barça porque nunca la necesita.

A LA PAR

Por la vía del pragmatismo también supo desenvolverse, resistiendo agazapado, esperando una oportunidad mientras los centros llovían desde todos los rincones, Esa oportunidad no fue un gol o un penalti, sino la expulsión de Banega. Tras una actuación arbitral sospechosa, el Barça renació al verse otra vez a la par. En el último minuto. Al menos, en la prórroga, las fuerzas, desgastadas, andarían equilibradas en número. Con todos los buenos, excepto los expulsados.

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El campeón de Liga y el de la Liga Europa se midieron con las alineaciones triunfadoras. En el Barça no hubo ninguna novedad, por supuesto. En el Sevilla, Iborra ocupó el puesto del sancionado N’Zonzi y esa mínima variación supuso una gran transformación. Emery sustituyó un «guerrero» en sus propias palabras por un perfil más ofensivo y profundo.

Pero cuando tuvo que dar un paso adelante, Emery lo dio atrás. El Sevilla estranguló al Barça sin llegar a asfixiarle. No reforzó la delantera hasta el minuto 78, al dar entrada a Konoplyanka por uno de los defensas que le sobraban. En el Barça todos eran necesarios y Alba se reveló fundamental. 

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