LONDRES. Wembley, 1992. Minuto 111

Koeman: "Entré en el paraíso, fue un tiro único"

«Entré en el paraíso, fue un tiro único» Wembley, 1992. Minuto 111_MEDIA_1

«Entré en el paraíso, fue un tiro único» Wembley, 1992. Minuto 111_MEDIA_1

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Ya ha dejado de sorprenderse en las semanas finales de cada  mayo. Incluso en esta, cuando ya se han cumplido 23 años de un gol que acabó con el síndrome perdedor de un club centenario. Sonríe cuando sus amigos de Barcelona le recuerdan orgullosos la efeméride y se emociona cuando recibe por WhatsApp imágenes nuevas, sí aún nuevas, de un gol legendario.

A cada año que pasa, y todo ocurrió en un lejano 20 de mayo de 1992, Koeman disfruta de un disparo que jamás olvidará, rememorado en su momento para EL PERIÓDICO en el Hotel Saint Albans, a las afueras de Londres, en la campiña inglesa. Acababa la cena de la primera Copa de Europa, el héroe de Wembley, un viejo estadio que ya ni existe. «Sabía que este club necesitaba la Copa de Europa. Por eso quería marcar este gol para toda Catalunya», explicó finalizada aquella cena presidida por un gran trofeo, que él tenía entonces agarrado entre sus manos. Los demás cantaban en el salón de ese hotel. ¿Todos? No, todos no, porque Guardiola, superado por los acontecimientos de aquella noche londinense, ni siquiera pudo bajar a cenar.

Mil millones

«Ganamos el partido gracias al público. Los aficionados también conquistaron la victoria en Wembley», decía un emocionado Koeman, el defensa de los 1.000 millones de pesetas comprado en su momento en una operación de leasing, zarandeado por la crítica y por el entorno. En 1992, el euro no existía. Quizá ni en la imaginación de los economistas de la Unión Europa. «Sí, ha sido un tiro único. No, no soy un mito. El mérito es de toda la plantilla y de los entrenadores», decía Koeman, a punto de subir a su habitación para descansar antes de comprobar a su vuelta a Barcelona la dimensión de ese disparo único que cambió la historia para siempre de un club trágicamente perdedor, torturado por los palos de Berna y los penaltis de Sevilla.

Un rubio legendario

«Los mitos somos todos. Este Barça merecía dar una alegría así a todo el país y enterrar para siempre el recuerdo de Sevilla», contaba el rubio albino holandés que provocó un terremoto en Londres, cuya onda expansiva llegó a toda Catalunya. Un gol que no tenía, sin embargo, ninguno de los rasgos del dream team de Cruyff. El técnico que detestaba la estrategia y que ganó una Copa de Europa, la primera, la más difícil, con un tanto de falta. «¿Qué sentí tras el gol? Sentí que entré en el paraíso». Y ahí sigue Koeman.