Análisis

Un equipo desconectado

MARTÍ PERARNAU

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A la hora de partido se echaba en falta a Xavi y eso es un problema. No por Xavi, desde luego, sino por lo que significa. El juego después de Xavi no puede ser lo mismo. Xavi ha sido tan importante como interruptor de la luz que no resulta sencillo sustituirlo con otros jugadores u otra manera de jugar. Por los signos externos es obvio que Xavi aún puede ser remedio, pero ya no debería ser la solución. Y a los 60 minutos, el Barça pedía nuevamente la solución Xavi. El partido pedía juntarse y nadie se juntaba.

Durante una hora el Barça acumulaba en París una montaña de pequeños errores. Uno por uno quizá carecían de importancia, pero todos sumados hundían al equipo en un sinvivir, en especial porque la mayoría se producían en la primera fase del juego. Hombres de alta calidad técnica perdían el balón solo abandonar su propia área y fueron tantos esos pequeños errores que al PSG casi no le quedó más remedio que marcar. Contrasta semejante torpeza colectiva con el arte mostrado en el gol del empate. No es que fuese una buena y bella jugada, sino que resultó digna de las mejores noches por la exquisitez técnica exhibida a una velocidad del diablo. Se puede ser exquisito, se puede ser rápido y se puede ser preciso, pero NeymarIniesta Messi fueron las tres cosas al mismo tiempo y esa combinación, sencillamente, resultó indefendible.

Antes de que Ter Stegen cometiese su primer error como barcelonista, el Barcelona mostró su gran indefinición. Digamos sin más dilación que Luis Enrique lleva poco tiempo y tiene por delante una reconstrucción compleja, lo que justifica semejante indefinición. ¿Quiere ser el Bar-

ça un equipo agregado o disgregado? ¿De ataques largos o cortos? Aún no lo ha explicitado, en parte porque hasta París había sido poco exigido. Parecía bastar con mantener la portería a cero: el resto vendría dado por añadidura, es decir, por Messi.

Pero ya en Málaga se advirtió que hacía falta bastante más, que el juego del Barça no podía limitarse a defender bien y encender el cohete de Messi y sus muchachos. París lo certifica con rotundidad, en especial porque el equipo se ha defendido sin precisión, no solo por los errores puntuales en los goles encajados sino porque la propia estructura del equipo está bastante lejos de ser redonda.

Formidable PSG

Luis Enrique propone laterales ubicados como extremos, atacantes muy cerrados e interiores muy abiertos. Hasta Málaga le funcionó y en París pasó a ser un problema porque Busquets acabó convertido en un gran náufrago dentro de esta gran desconexión. Por esa razón, y no solo por esa, a la hora de partido al Barça se le puso cara de necesitar a Xavi que, como digo, es bueno como remedio pero demasiado significativo si aún se le precisa de solución.

Añadamos un detalle que no es precisamente menor: el PSG jugó un partido formidable. De Motta a Cavani, de David Luiz a Pastore, el conjunto parisino supo hacerse fuerte en sus fortalezas y esconder los puntos débiles. Los últimos 20 minutos reflejaron todo ello, cuando el equipo de Laurent Blanc se replegó sobre sí mismo. Fue el momento más reconocible de un Barça que se está buscando a sí mismo con más ímpetu que estrategia. Da la sensación de que más que cambiar piezas, Luis Enrique necesitará retocar la distribución de las mismas, quizá para que sean los interiores, seña de identidad en can Barça, quienes recuperen el protagonismo que hoy asumen los laterales.