El dolor de Bellcaire

El pueblo ampurdanés celebra un funeral por Vilanova en la más estricta intimidad

La bandera de Bellcaire ayer a media asta.

La bandera de Bellcaire ayer a media asta.

FERRAN COSCULLUELA
BELLCAIRE D'EMPORDÀ

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En verano del 2011, Tito Vilanova declinó el ofrecimiento de David Font, alcalde de Bellcaire d'Empordà, su pueblo natal, para hacerle un homenaje con motivo del doblete del Barça en la Champions y en la Liga. Le dijo que él no había hecho nada importante y que había otras personas, como payeses y gente mayor que llevaban toda la vida trabajando, que lo merecían más. La anécdota la recordaba ayer el propio Font cuando relataba a este diario la forma de ser del exentrenador del Barça. Una persona sencilla a la que nunca se le habían subido los humos y que valoraba mucho la intimidad y la discreción.

Así se vivió ayer el funeral por el alma de Tito Vilanova, que se celebró en el vecino municipio de Peralada: en la más estricta intimidad familiar. Y esa reserva fue compartida también por la  mayoría de vecinos de Bellcaire d' Empordà, que preferían guardar silencio ante la prensa y compartir su sincero dolor con la familia de Vilanova en estos momentos tan difíciles. «Hay un sentimiento de impotencia generalizado. Los vecinos vivimos como una injusticia el hecho de que una persona tan joven se haya ido. Si todas las muertes son dramáticas, cuando el que se va es una persona de solo 45 años es doblemente doloroso», resumió el alcalde.

Bellcaire es una localidad de apenas 660 habitantes que cuenta con un local junto al estadio de fútbol, un estanco-café y una panadería en la que se concentra la vida social de la población, además del local social que hay en el ayuntamiento. En todos, la conversación del día no era otra que la dolorosa muerte de Tito. «En el pueblo se llora a la persona, porque aquí lo conocía todo el mundo. Al igual que a su familia, que está muy integrada en Bellcaire», explicó Font.

Joaquim Vilanova, el padre del exentrenador blaugrana, fue alcalde de Bellcaire durante 12 años, entre 1991 y el 2003. Fue uno de los fundadores de la peña barcelonista de L'Escala, donde regenta un negocio, y durante una buena temporada también presidió el club de fútbol de Bellcaire. Junto con el profesor Jaume Hugas, que era coordinador del club, llevaron a cabo una gran tarea para promocionar el deporte y educar a los chicos en sus valores.

Uno de esos muchachos fue el propio Tito, que se pasaba horas chutando el balón contra la pared en el patio de su casa y poniendo a prueba la abnegada paciencia de sus vecinos, que nunca se quejaron, según relató su padre a este diario en mayo del 2012, poco después de que nombraran a su hijo primer entrenador del Barça. Un nombramiento del que sus padres se enteraron por la televisión, ya que el discreto Tito no les avanzó la noticia para evitarles la responsabilidad de tener que ocultarla hasta la rueda de prensa oficial.

El ayuntamiento ha decretado dos días de duelo. Se han suspendidos los actos culturales y deportivos previstos para estos días y la bandera de la plaza está izada a media asta. «Es un fin de semana de acompañamiento de la familia, de recuerdo sentido y de conmoción», comentó David Font, que pidió en estos momentos tan difíciles el respeto a la intimidad de la familia. «Es lo que él habría querido», conminó.