Análisis

¿Ronaldo más Kaká igual a Messi?

INOCENCIO ARIAS

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La Supercopa y la huelga de futbolistas ha ocupado en ciertos medios más espacio que la visita del Papa, en la que los anti-Papas han encontrado un sorprendente eco, o que la crisis económica de la que, a pesar de lo avanzado porZapatero,no acabamos de salir. Los brotes verdes de la ministraSalgado eran un espejismo. ¿Se lo creía ella?

El torneo suscitó una inusitada pasión para un evento que se consideraba devaluado. La marea ha llegado a las playas políticas ahondando las diferencias entre las dos comunidades. Un sector de la afición azulgrana ve en el Madrid una huella de la trasnochada prepotencia que no sabe perder y una porción de la merengue en el Barça un conjunto hipócrita que no paga por sus desmanes (la cabeza de cerdo tirada aFigo) y que ha sabidoseduciral estamento arbitral. Lo nuevo es que los madridistas, por primera vez, son tanto o más victimistas que sus rivales.

Ambas percepciones son fundamentalmente erróneas, pero alimentan a los que crean división. Como diceGuardiola,si esto sigue así no sabemos dónde vamos a parar y, apostillo yo, no solo en lo deportivo.

Del duelo extraigo cuatro conclusiones. La primera es que el Barça fue tan aceptable ganador como lo podía haber sido el Madrid siRamos hubiera acertado con su cabezazo antes del descomunal gol deMessi o si el Madrid hubiera tenido algo de suerte en el Bernabéu. Lo digo sin creer en la conspiración arbitral.

La segunda es que, por lo visto en los dos bellos y vibrantes partidos, la superioridad apriorística que se daba al Barcelona, y que desplegó la temporada pasada, ya no está garantizada. La pelota está más en el aire.

La tercera es que solo un ciego no percibirá queRonaldo es inferior aMessi. Si los dueños del Manchester, un gran entrenador europeo o la masa de un club italiano tuvieran que escoger, por idéntico precio, entreMessi yRonaldo,añadiendo en este lote aKaká, escogerían al argentino. Algo que hace reflexionar. No es ya una cuestión de técnica o clase, sino de carácter. El argentino, pese a su descomunal talento, juega para el equipo; el portugués, a pesar de sus recursos y pundonor, juega el 90% del tiempo para él y eso merma un 20% la eficacia del Madrid. No pasará una pelota a un compañero mejor situado si él tiene una leve oportunidad. Parece incorregible y no creo queMourinho vaya a reprenderle.

Como tampoco, cuarta, parece que el presidente del Madrid vaya a decir a su entrenador que aunqueMessi escupiese en su dirección o queGuardiola o su ayudante profirieran el insulto «banda de hijos de...» que se les atribuye (la verdad será, quizá, la mitad de la mitad) un entrenador del Real Madrid no puede meter el dedo en el ojo de un técnico rival. Nunca. Menos aún con su pasado verbal y con las cámaras presentes.

Mourinho está logrando aumentar la fe y el fundamentalismo de un sector creciente de la afición blanca al tiempo que se enajena a mucha de la hinchada de bastantes ciudades de España. Esto es malo para el Madrid, bueno para sus enemigos, y alguien debería cortarlo.