ANÁLISIS

Teoría del madridismo

Dos estilos 8 Messi (de frente) y Ronaldo (de soslayo) simbolizan dos maneras de hacer las cosas en el fútbol.

Dos estilos 8 Messi (de frente) y Ronaldo (de soslayo) simbolizan dos maneras de hacer las cosas en el fútbol.

ANTONIO BIGATÁ
PERIODISTA

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Si lo pensáis bien, entre el Barça y el Madrid lo que hay es más sencillo de lo que parece. Ellos ahora quisieran ser nosotros y nosotros nunca queremos ser ellos. Los madridistas quisieran tener -y que se les reconociese- el mejor equipo de la historia por su calidad, mientras que los barcelonistas no queremos poner por encima de todo las victorias. Son dos mundos opuestos.

Para el madridismo, la situación es un verdadero drama. Por una vez que el fútbol español consigue lo mas importante a escala planetaria, eso no va ligado a su nombre, al españolísimo Real, sino al dudoso Barça. A una mayoría de jugadores del Bar-

ça, a la filosofía de juego del Barça, al ADN de un Barça que lleva el Unicef en la camiseta.

Vivido desde su punto de vista tiene que ser insoportable. El madridismo no nos considera buenos españoles y en fútbol, en lo que mas le gusta al madridismo, en lo que mas le apasiona, la foto moderna e internacional de España es precisamente el Barça. Con un agravio añadido: eso a nosotros nos importa poco, porque la patria entrañable, querida e intransferible del núcleo duro del barcelonismo no es ni el mundo, ni Occidente, ni Europa, ni España, sino Catalunya. ¡Cómo les duele eso a quienes creen que España es más que Madrid, Europa, Occidente y el mundo!

Habéis visto que, prisionero de esa pesadilla, para intentar darle la vuelta a la situación, el madridismo se ha tenido que comer a tres intragables que figuran entre las personas más antipáticas del mundo: Florentino, Mourinho y Cristiano Ronaldo. El primero, Florentino, es el señor Me Lo Compro Todo. El imaginario colectivo le asocia al poder desmedido del mundo de las grandes finanzas, ese estamento que, creyendo que el beneficio justifica los medios, ha estropeado el planeta. Tenedlo claro: no es una cuestión personal, Florentino no es evidentemente el responsable del hundimiento de Occidente, e incluso sus empleados y dependientes hablan maravillas de sus virtudes humanas. Pero ha irrumpido en el fútbol queriendo ganar a base de comprar todo lo mejor, no haciendo todo lo mejor. Actúa como si todo tuviese un precio, incluida la excelencia. Ese tipo de actitud despierta más temores que simpatías. Con todo, a algunos madridistas, como el director de Marca o a Tomás Roncero, les gusta. El problema es que quienes no comulgan con eso, y supongo que son muchos, ni han roto el carnet ni le han planteado una moción de censura. Miran, callan y esperan a ver si así se comen al Bar-

ça. Eso es un pecado, que diría el señor Ratzinger.

Lo de Mourinho es parecido. El madridismo se ha acostado con el señor Ganar Como Sea porque cuando estaba en el Inter supo eliminar con antifútbol a un Barça que era mejor que su equipo. Es el currículo perfecto. Mourinho ya era antipático antes de llegar al Real Madrid por su condición de maleducado notorio. Ahora, el madridismo hace de tripas corazón y le ríe las gracias y se pone de su lado incluso cuando ofende a un entrenador rival modesto o insulta a los árbitros. A eso se le llama dependencia. Pienso que entre el madridismo y Mourinho no hay verdadero amor, solo sexo. Se lo han comprado para eso y cuando se cansen lo echarán. Entonces dirán que necesitan una relación mas romántica, como la que mantiene el barcelonismo con Guardiola. Pero no os engañéis: mientras el Real Madrid tenga pegada, al madridismo no le importará pasar las noches de partido con él. Lo de sublimar la pegada como alternativa al buen juego es muy llamativo. La verdad es que no habíamos oído hablar tan bien de la pegada desde que los franquistas dejaron de justificar lo que pasaba en sus comisarías.

Cristiano Ronaldo es el señor Más Chulo Que Nadie, pero estamos convencidos de que los madridistas tampoco lo quieren de verdad. Como a Mourinho, lo usan. Va con la pretensión de ser el mejor jugador del mundo pero en todos los campos le pitan sin cariño. Y no es solo para desestabilizarlo: da cierto repelús. Es algo que no le pasaba a Pelé ni ocurre tampoco con Messi, Xavi o Iniesta. Espectacular y hábil, es excesivo en soberbia. Cuando mira, nadie le ve en el fondo de los ojos el menor atisbo de alma; cuando marca, sentimos solidaridad hacia el portero. Hablando de porteros, ¡qué significativo es que el madridismo y sus brazos armados periodísticos hayan convertido a Ronaldo en la referencia del club por encima de Iker Casillas, posiblemente el mejor portero del mundo! Casillas ha quedado relegado mediáticamente a un peldaño algo inferior por el defecto de ser una persona mas normal. Eso también retrata al madridismo.

En comparación con el señor Me Lo Compro Todo, el señor Ganar Como Sea y el señor Más Chulo Que Nadie, el resto del Real Madrid es secundario. Incluso su alineación concreta. Esta vez da lo mismo que juegue de lateral derecho Sergio Ramos que la presidenta del Tribunal Constitucional. Que cierre la defensa Pepe o José María Aznar. Que oriente el juego Xabi Alonso o Sánchez Dragó. Que enfile por las bandas De María o el cardenal Rouco. Mas allá de aquellos tres, los demás son, con perdón, únicamente anécdotas.

Como es una anécdota, asimismo, a estas alturas, intentar distinguir si el Real Madrid y el Bar-

ça son enemigos (según la Real Academia Española de la Lengua eso son «personas que tienen mala voluntad respecto a otras y les desean o hacen mal») o simplemente rivales («quienes compiten con otros, pugnando por obtener una misma cosa o por superarles»).

Tenedlo claro: más que enemigos o rivales, lo que somos es distintos («que no son lo mismo, que no son parecidos, que tiene diferentes cualidades»), y eso presidirá el partido de este lunes. Como somos distintos, nosotros, aunque perdamos, tendremos el consuelo de sabernos mejores. A ellos, cuando pierden, no les queda nada.