El gran duelo de la Liga

Cuestión de estilos

Barça y Madrid representan dos filosofías deportivas contrapuestas: cantera y talonario

JOAN DOMÈNECH
BARCELONA

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Las camisetas lo dicen todo: en una lucen las siglas del Unicef, el fondo de las Naciones Unidas para la infancia; en la otra aparece el nombre de una empresa de apuestas. El tiempo, la paciencia y la cantera contra el talonario, las prisas y el éxito inmediato. Hoy, más que nunca, el Barça y el Madrid representan dos filosofías deportivas opuestas. Contradictorias. Incompatibles.

La llegada de José Mourinho al Bernabéu ha acentuado las diferencias que separan a los dos clubs. La permanencia de Pep Guardiola mantiene intacta la idea de basarse en la cantera. Pese a que el Barça se ha gastado 69,5 millones en tres futbolistas (Villa, Adriano y Mascherano). El entrenador renunció a otros refuerzos en base a una doble tesis: quiere trabajar con una plantilla corta (20 jugadores) y confía en las promesas del filial para cubrir emergencias. Ya ha utilizado a siete. «No hay mayor éxito, más que un título, que subir a un joven de la casa», sostiene Guardiola, «porque es el triunfo de muchas personas que han intervenido en el proceso».

Perfil comprador

En cambio, el aterrizaje de Mourinho en Madrid ha fortalecido el perfil mercantilista del fútbol que ha anidado en el club bajo la presidencia de Florentino Pérez. El dirigente blanco ha comprado, con el fichaje del técnico -tuvo que indemnizar al Inter de Milán para adquirir a Mourinho y tuvo que indemnizar a Manuel Pellegrini para despedirle- la virtual garantía de éxitos que avala la carrera del entrenador portugués. «Mourinho no ha venido a hacer amigos, sino a ganar títulos», argumentó hace unos días Emilio Butragueño, director general de relaciones institucionales del Madrid, a cuenta de la enésima polémica del entrenador.

Al margen de los 16 millones que Florentino ha desembolsado para el relevo técnico, el presidente de la constructora ACS ha invertido 75,5 millones en seis fichajes. El verano anterior pagó 260,3 millones. El coste de la plantilla blanca asciende a un total de 477,6 millones. El gasto que ha supuesto la del Barça es de 156,8 millones, un tercio menos.

El resultado de los distintos caminos que han tomado los dos grandes se puede traducir en números. Más allá del grado de implicación que genera la presencia de jugadores locales en el equipo, del mayor compromiso que tendrán con el club respecto a los futbolistas extranjeros y la identificación que se produce entre el equipo y la hinchada.

Once de los 19 jugadores del Barça (el 52%) han surgido de la cantera azulgrana. No están contabilizados Miño (tercer portero) ni Thiago. El Madrid solo tiene cuatro productos propios de una nómina de 25 (16%): Iker Casillas, Adán (el tercer portero) y Mateos, que no han debutado en la Liga. Sí tuvo ese privilegio otro joven, Juan Carlos Pérez, que jugó los últimos 9 minutos ante el Deportivo. En la categoría de canteranos se podrían incluir Arbeloa y Granero. Sin embargo, el Madrid pagó fichaje por el primero (al que vendió a Deportivo y luego pasó por el Liverpool) y ejerció la cláusula de recompra del segundo con el Getafe. La diferencia respecto al regreso de Piqué reside en que el Barça no quiso desprenderse de él, sino que el Manchester se lo llevó con un cambio de residencia.

Ocho a uno

La consecuencia es que, sobre el césped, con la camiseta del Unicef suelen comparecer entre siete y ocho canteranos azulgranas: todos fueron campeones del mundo en Suráfrica y el otro es Leo Messi. Enfrente, el lunes, con la de Bwin, aparecerá solo Iker Casillas como representante del fútbol base madridista. Es el último bastión. La llegada de Mourinho comportó la marcha de Raúl y Guti, los penúltimos canteranos blancos.

«Tengo mucha fe en la cantera. Quizá es un atrevimiento, pero soy el entrenador y confío mucho en ellos», argumenta Guardiola, que sigue predicando con el ejemplo. A las puertas del Camp Nou se agolpan Jonathan, Fontàs, Nolito y Bartra, entre otros. En las del Bernabéu reina el silencio.