Un modelo de organización

La Euroliga, el precedente de referencia para la Superliga

Los clubs más importantes de baloncesto del continente organizan su propia competición desde la temporada 2000 al margen de la FIBA

Mirotic Barça Madrid

Mirotic Barça Madrid / Valentí Enrich

Luis Mendiola

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Los mejores clubs, los mejores jugadores, cada semana. El espíritu que envuelve el nacimiento de la Superliga, que tiene ya fecha de inicio para este agosto, no resulta del todo desconocido para el aficionado al deporte en Europa. La Euroliga de baloncesto es la referencia inmediata que viene a la mente para visualizar el ambicioso proyecto que manejan los equipos de fútbol más potentes de Europa para su propia competición al margen de la UEFA, aunque la NBA, en Estados Unidos, podría servir también como modelo del torneo que se pondrá en marcha.

El deseo de dirigir su destino y, sobre todo, tener el control y la capacidad de generar más recursos económicos es también lo que movió a algunos de los clubs más importantes del continente (Madrid, Barça, Baskonia, Benetton Treviso, Kinder Bolonia, y el Olympiacos) a dar el paso en la temporada 2000-01 a fundar su propia competición y apartarse del tutelaje de la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto) que era la responsable de organizar la Copa de Europa hasta el año 2000.

Torneo semicerrado

Después de 20 años de rodaje, la Euroliga se ha consolidado como un referente entre los aficionados al baloncesto con los mismos parámetros que pretende implantar la Superliga: un formato semicerrado de competición, con los mejores equipos del continente enfrentándose entre ellos cada semana y que, desde el formato inicial de 16 clubs divididos en grupos, ha acabado convertida en la Liga de 18 equipos, con 34 jornadas y partidos de ida y vuelta, seguida de unos ’play-off’ de cuartos entre los ocho mejores para decidir los cuatro que disputarán la ‘final four’.

Sergio Rodríguez, con el trofeo de la Euroliga, que ganó en 2019 con el CSKA, el vigente campeón del torneo

Sergio Rodríguez, con el trofeo de la Euroliga, que ganó en 2019 con el CSKA, el vigente campeón del torneo / Juan Carlos Hidalgo / Efe

Un total de 11 equipos de los 18 cuentan con licencias fijas en la Euroliga, sin importar el resultado que obtengan en su campeonato (Madrid, Barça y Baskonia, Panathinaikos, Olympiacos, Fenerbahçe, Efes, CSKA, Maccabi, Zalgiris, Armani Milán), dos más proceden de la segunda competición europea, La Eurocup (la próxima temporada Monaco y Unics Kazán como finalistas) dos invitaciones plurianuales (ahora para Asvel Villeurbanne y Bayern Múnich) y tres invitaciones a clubs destacados en sus respectivas ligas y que cumplen con unos requisitos económicos (Alba Berlín será uno de ellos).

Primeros pasos complicados

La Euroliga, bajo la dirección ejecutiva del abogado catalán Jordi Bertomeu, es una competición consolidada, con una asociación a largo plazo con IMG, una de las multinacionales de gestión de derechos de imagen y marketing a nivel global, y con acuerdos televisivos que llevan sus imágenes a más de 200 países del mundo. Pero sus inicios no fueron fáciles. Los clubs tuvieron que enfrentarse a las presiones de las federaciones nacionales, a las amenazas de suspensión a los jugadores para las competiciones internacionales y también la investigación de la Comisión Europea. La FIBA creó una competición paralela, La Suproliga, a la que se apuntaron de inicio varios equipos de élite como el Panathinaikos, Maccabi, CSKA y Efes. Los dos torneos convivieron una temporada. La Euroliga acabó integrando a todos estos clubs. 

La FIBA aceptó, finalmente, en el 2004, a la Euroliga como la máxima competición europea, para dedicarse exclusivamente a organizar las competiciones nacionales y de selección, aunque un nuevo conflicto con la Euroliga por el calendario la llevó crear en el 2016 otra competición del clubs, la Basketball Champions League, en un intento de generar división, que ya no se corresponde la realidad.

Aunque el proceso jurídico y los pasos para la constitución de la Superliga de fútbol puedan ser similares a los que en su día vivió la Euroliga (un grupo de entidades privadas organizando su propia competición), el impacto y las repercusiones económicas no tendrán nada que ver. Cuando el proyecto de Euroliga vio la luz, lo hizo con el respaldo de las contadas ligas que tenían una estructura profesional en el continente (España, Italia, Grecia…), el apoyo económico de Telefónica, que se hizo con los derechos de transmisión, y la oposición de una FIBA con estructuras muy arcaicas. Ese es un escenario totalmente diferente al que se encontrarán los clubs de fútbol frente al poder que maneja la UEFA y la FIFA en el escenario global.