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Marta Xargay: "Las mujeres del básquet ya no podemos hacer más"

"Es muy difícil mantenerse arriba del todo", acentúa la alero del Uni Girona que este fin de semana buscará alzar su primer título de la Copa de la Reina de baloncesto

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Arnau Segura

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"Afrontamos el torneo con mucha ilusión. Y en el mejor momento de la temporada", arranca, siempre sonriente, Marta Xargay (Girona, 1990); la número '10' de un Spar Citylift Girona que este jueves pondrá rumbo a Salamanca con la ambición de destronar al Perfumerías Avenida como campeón de la Copa de la Reina de baloncesto alzando este título por primera vez en toda su historia.

Pero antes de llegar a una hipotética final contra el equipo que ha dominado el básquet español en los últimos cursos, las gerundenses, que ahora mismo son segundas en la liga, a tan solo un triunfo del conjunto castellano, y que en una semana visitaran al Reyer Venezia en los cuartos de final de la Eurocup, tendrán que batir al Cadí La Seu, este viernes, y, ya el sábado, al vencedor de la eliminatoria entre el Valencia y el Ciudad de la Laguna tinerfeño. 

"Son tres finales en tres días. Partido a partido, como siempre", enfatiza la alero catalana del cuadro de Èric Surís; que afronta con optimismo una posible final contra Perfumerías. Las de Salamanca han vencido al Girona en las tres últimas ediciones de la Copa, pero las catalanas, las vigentes campeonas de la liga y de la Supercopa, se han impuesto en los cinco últimos duelos directos; amenazando la hegemonía del equipo castellano.

Viaje de ida y vuelta

"Antes el Girona tenía que limitarse a hacer un poco de ruido. Pero se ha aprendido a luchar de tú a tú contra Perfumerías. Y la balanza ya está equilibrada. Y ahora se opta a todos los títulos; manteniendo, siempre, los pies en el suelo y la humildad. Y sabiendo que es muy difícil mantenerse arriba del todo", asegura una Xargay que en el 2009, con tan solo 18 años, y después de ser una de las grandes artífices del ascenso del Girona a la máxima categoría, lo dejó todo atrás para incorporarse, precisamente, a las filas de Perfumerías. 

"Continúa siendo el mismo club familiar. Se ha profesionalizado, pero no ha perdido la esencia. El dinero no lo es todo. Y, al final, prefieres ir a un club en el que se preocupan por la gente que tener mucho dinero y que te traten como si fueras un producto, un cromo. Esta familia, además, ha crecido muchísimo. Ver Fontajau lleno es una pasada. Y, además, el aficionado que está en la última fila del pabellón sufre, disfruta, igual que nosotros", apunta Xargay que, después de pasar por el Praga y el Kursk ruso, regresó a Fontajau este enero con el reto de "volver a ser yo". Y de llegar en forma a unos Juegos Olímpicos en los que espera engordar su ya brillante currículum con la selección. 

"Ya he cumplido un sueño volviendo a casa. Y, ahora, ganar un título con el equipo de mi ciudad sería todavía más especial. No estaba bien en Kursk. Y en Praga también fue difícil al principio. Cuando estás bajo, todo es una mierda. 'No sirvo para nada. ¿Qué estoy haciendo sola aquí?'. Y cuando estás arriba, todo es maravilloso. Es difícil salir de este bucle, encontrar un punto medio. Fue duro. Hasta que un día me dije basta. 'Estoy haciendo lo que me gusta. Y tengo que tirar hacia adelante. Soy una persona y, como tal, puedo equivocarme. Pero estoy aquí para disfrutar". De todo se aprende. Y todo te ayuda a crecer", acentúa la catalana. 

En Girona, Xargay ha recuperado la sonrisa. "Tener una vida de persona, poder ir a merendar los viernes con mi hermana, poder ir a comer a casa de mis padres, poder jugar con mi sobrina, me da un extra de energía, de felicidad, que se nota en la pista", admite la gerundense antes de subrayar que alzar el título de la Copa este domingo, 8 de marzo, serviría para redondear el Día de la Mujer y de afirmar que "todavía queda mucho trabajo porque, aunque la vamos reduciendo, la diferencia entre el básquet masculino y el femenino continúa siendo sideral".

"Nosotras estamos haciendo nuestro trabajo. Y seguiremos haciéndolo porque somos tozudas y porque queremos que se nos respete por lo que hacemos. Ojalá para la siguiente generación ya sea todo igual; tanto en el aspecto de los sueldos como en la presencia en los medios, que también tienen una responsabilidad muy grande en todo esto. Esta temporada, por ejemplo, se han retransmitido todos nuestros partidos de Euroliga, que es de agradecer. Aunque, al final, tampoco tendríamos que agradecerlo. Porque nos lo hemos ganado. A veces nos preguntan qué más creemos que tenemos que hacer nosotras. ¿Más? Nosotras Ya no podemos hacer más", afirma Xargay, orgullosa, feliz, de saberse una referente para las más jóvenes.

La pasión de las niñas

"Que cuando se acaba el partido te vengan no sé cuantas niñas a pedir una foto o un autógrafo, o a decirte que quieren ser como tú de mayores, es brutal. No es un título, pero es una victoria", asiente la gerundense, que sigue disfrutando del baloncesto con la misma pasión con la que lo descubrió, en el patio de la escuela, con apenas 4 años, y con la que miraba los Juegos con su madre sin poder ni imaginarse que algún día llegaría a disputarlos.

 "Al principio fue duro porque los niños no nos pasaban nunca la pelota. Y he tenido momentos de odiarlo. De quererlo dejar. Pero, al final, se ha impuesto el amor. Y ahora vuelvo a disfrutar como una niña. Esta esencia, esta inocencia infantil, no se debe perder nunca. Ni los nervios de cada partido y el nudo en el estómago antes de saltar al parquet. A veces pensamos demasiado. Y en el momento en el que dejamos de pensar tanto es cuando disfrutamos. Cuando nos lo pasamos bien. Cuando somos nosotros mismos".