entrevista con el LÍDER DE STANDSTILL

Enric Montefusco: «Me he tenido que tragar los clichés del rock»

El grupo barcelonés nació en el hardcore, creció con un grupo de teatro y ahora se reinventa con el triple epé 'Adelante, Bonaparte'.

NANDO CRUZ
BARCELONA

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–Dicen que su anterior disco les dio confianza para seguir. ¿Por qué?

–Creamos un sello, nos hicimos dueños de nuestra carrera y pudo salir mal, pero nos fue mejor que nunca.

–¿Ha desaparecido, pues, la sensación de incertidumbre en el grupo?

–No. Esa sensación de vértigo, de lanzarte a por algo sin saber qué pasará, ya forma parte de nuestra vida.

–¿Qué riesgos asumen ahora?

–En Vivalaguerrafueron económicos y escénicos. Ahora asumimos más riesgos musicales que nunca.

–Musicalmente es el más rico, sí.

–Decidir qué haríamos tresepésnos daba libertad para ser más radicales. También decidimos que no necesariamente hay que hacer pasar las canciones por el formato de banda.

–Mi teoría es que ha dedicado diez años a destruir lo que fue Standstill.

–Todo el camino que hemos hecho ha sido derribando paredes. Tiramos la de la puesta en escena y otra es la del formato de banda. No sé qué quiero pero sé qué no quiero. Cambia la forma, pero la intención, la esencia y la intensidad es la misma.

–¿Cómo nace este cancionero?

–En los últimos años he pasado de tener como preocupación fundamental la lucha por hacer lo que me gusta a tener presentes temas sentimentales, familiares... Ha nacido en un clima más íntimo y menos visceral.

–Utiliza la música para entender y explicarse el mundo, ¿no es así?

–Toda persona ha de encontrar un equilibrio vital. Para lograrlo yo uso la creación. Tardé años en entender qué estaba haciendo. Y descubrirlo me ha ayudado a llevarlo más lejos.

–Y no lo hace solo como terapia individual, sino para incitar al público.

–Me tomo como profesión entender el paralelismo entre una persona con un proyecto musical y una que va a verlo. Quiero mostrar que tocar en un grupo de rock es como cualquier otro oficio. Echo en falta en la música ese ejercicio de crear lugares comunes y generar identidades.

–¿El rock decora pero ya no agita?

–Es un tema delicado, pero yo me he tenido que comer con patatas todos los clichés del rock. A veces siento que todo lo que tenga que decir queda muy marcado por el hecho de ser un grupo de rock. Y no me gusta.

–¿Acaso el rock no es ese refugio de libertad, sino un ámbito tan reaccionario como cualquier oficio?

–Totalmente. Y con el hardcore era clarísimo. Si haces algo que no encaja en sus parámetros eres un traidor. Pero en el hardcore y en todas las escenas, en mayor y menor medida.

–Desde Standstill propicia mucho la creación colectiva. ¿Por qué?

–Para hacer aún más explícito que buscamos lugares comunes, no desmarcarnos. Creativamente es muy estimulante. Y me libera de mi ego.

–O sea, discrepa de la idea del creador encerrado en su burbuja y aboga por el artista vinculado al entorno.

–[El artista] debe reflejar su contexto en una obra con la que se identifique la gente y no solo absorber sino también generar. Pero en el fondo yo solo soy producto de lo que me he encontrado. No estoy por encima de nadie. Tengo los mismos talentos que cualquiera. Y mi trabajo es este.

–¿Standstill ya ha dejado de ser un grupo de rock y se ha transformado en un grupo musical de agitación?

–No sé qué es, pero si tuviera que escoger me quedaría con lo segundo. Creo que me dedico a generar magia con los conciertos e identidades con los discos. Con más o menos fortuna, claro. Pero ese ya es otro tema.