Festival de Jazz de BCN

El saxofonista Bill Evans viste su 'jazz fusión' con banjos y violines

Bill Evans, en una imagen tomada en Santander el pasado martes.

Bill Evans, en una imagen tomada en Santander el pasado martes.

ROGER ROCA
BARCELONA

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Más claro, el agua. Su proyecto anterior lo bautizó como Soulbop. O sea, soul y jazz con cambios armónicos endiablados y tiempos trepidantes. El último, Soulgrass. O sea, soul y bluegrass, la música americana de banjos y mandolinas. Fue el saxofonista que acompañó a Miles Davis en su histórico retorno a principios de los 80, y tras cuatro años con el trompetista, Bill Evans entró en la categoría de figura del jazz fusión. Desde entones, y van 25 años, Evans ha ensayado todas las variaciones que puedan caber bajo la entrada jazz fusión. La raíz es su saxo, heredero del funk de Maceo Parker y de dicción intachable, que para muchos es el no va más en su especialidad. Las declinaciones, han sido muchas y muy distintas entre sí.

Nada más salir de la banda de Miles Davis, Evans debutó en solitario con un álbum de título certero: Living in the crest of a wave. Allí, en la cresta de la ola es donde estaba Bill Evans, que con 25 años había acompañado a la más gran figura del jazz moderno en su vuelta a escena y participaba en la reunificación de otro clásico de la fusión, la Mahavishnu Orchestra de resonancias místicas que lideraba el guitarrista John McLaughlin.

Pero los dominios de Bill Evans son más prosaicos, el aquí y ahora y no el más allá. Se asoció con la sección rítmica de Pat Metheny y en los años noventa puso en marcha Elements, un all star de músicos de fusión. Inspirado por el disco póstumo de Miles Davis, Doo Wop, creyó en el encuentro del jazz con un hip- hop para todos los públicos, y buscó la complicidad de raperos que, como le ocurrió a Miles, apenas hicieron carrera por su cuenta. Ni con tres discos de estética urbana, sonidos old school y rimas, (Push, Live in Europe y Escape), Bill Evans consiguió dar la impresión de estar realmente comprometido con esta rama de la fusión. A mediados de década de los 90, finiquitó su aventura con una música, el hip-hop, que nunca pareció entender del todo.

EN BUSCA DE LAS RAÍCES / Se ha mantenido siempre en primera línea del jazz funk, un género definitivamente anclado en la década de los ochenta. Y quizás cansado de buscarle el pulso a la actualidad y no encontrarlo, Bill Evans echa la vista atrás y encuentra consuelo en el bluegrass, una variante festiva y mestiza del country que floreció en los Estados Unidos tras el final de la segunda guerra mundial. Bela Fleck, la mayor estrella del banjo moderno, fue su punto de apoyo para levantar Soulgrass, una banda que debutó cuatro años atrás con un disco del mismo nombre.

Su segunda entrega, The other side of something, sigue la misma receta. Evans insiste en que el bluegrass no es su lenguaje, sino un color con el que teñir el groove de siempre. En la Soulgrass Band, banjo y violín ponen los tonos rústicos, la sección rítmica trota y Bill Evans sopla líneas melódicas tan cargadas de funk como de costumbre. Ah: y canta sobre las bondades de la vida sencilla y el amor universal.

Bill Evans Soulgrass Band

Luz de Gas • Viernes 20 • 21.00 horas • 30 €