La galardonada

El Nobel de Literatura sorprende con la minoritaria Herta Müller

PAOLA ÁLVAREZ / BERLÍN
ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Menuda y con el gesto asustado, Hertha Müller compareció ayer ante la prensa en Berlín horas después de haber recibido la noticia de que era la nobel de Literatura del 2009, pero sin haberla asimilado todavía. «No me lo creo, lo sé pero no me lo creo. La idea aún no ha encontrado su sitio en mi cabeza», decía desviando la mirada. Ella no era la única. La escritora nacida entre la comunidad de habla alemana del Banato de Rumanía, exiliada a Alemania en 1987, ha sido elogiada por la crítica pero no ha llegado al gran público en Alemania, y aún menos en el resto del mundo. El nobel Günter Grass mostró su extrañeza porque el premiado no fuese su favorito, Amos Oz, aunque reconoció el «lenguaje poético y expresivo» de la escritora galardonada.

Aunque el jurado del premio filtró que su «eurocentrismo» se iba a corregir (por otra parte, ni siquiera cuenta con un lector en castellano), alguien, por lo menos, estaba informado de que no sería así. El blog The Literary Salon detectó el miércoles que, horas antes de hacerse público el premio, alguien estaba apostando por Müller en el portal Ladbrokes, hasta el punto que su cotización saltó de 50/1 a 3/1. «La Academia Sueca tiene una gran fuga, y alguien ha hecho una fortuna», concluía ayer el blog, mantenido por M. A. Orthofer.

LA REACCIÓN / La ganadora del Nobel de Literatura no tuvo ayer ni ungraciasni unme siento honrada,solo distancia y reflexión: «No se trata de mí, se trata de libros que ya están escritos, están ahí, no son mi persona, esa es la forma en que creo que tengo que asumirlo». Pero sí se trata de su persona. En el año en que se conmemora el 20º aniversario de la caída del Muro de Berlín, la escritora germano-rumana es un símbolo vivo de ese periodo histórico.

Nacida en agosto de 1953 en Nytzkydorf, Rumanía, en el seno de una familia de la minoría alemana, los suabos del Banato, Müller vivió y sufrió bajo el régimen de Nicolai Ceaucescu, su padre perteneció a las Waffen SS y su madre fue deportada a la URSS, donde pasó cinco años en un campo de prisioneros. Con semejante bagaje no es de extrañar que su obra sea también su vida.

REPRESALIADA POR CEAUCESCU / «La dictadura es el tema de todos mis libros. Creo que pertenezco a un grupo de autores que no han podido escoger su propia temática, les viene impuesta por las circunstancias. Todo el dolor y la destrucción humana que acarrean las dictaduras queda grabada en las personas. El tiempo pasa pero lo ocurrido sigue en las cabezas, no desaparece al pasar las hojas de los calendarios», dijo ayer.

Lo ocurrido, en su caso, es mucho. Müller conoció pronto la represión. En 1979 fue despedida como traductora por negarse a colaborar con la Securitate, el servicio secreto de la Rumanía comunista. Esa represión marcó su destino y la llevó a emigrar a Alemania.

Tras la publicación censurada en 1982 de su primer libro,Niederungen(En tierras bajas), Müller buscó una editorial alemana que publicara su obra original. Los relatos sobre la vida en una pequeña comunidad suaba marcada por la intolerancia y la opresión le habían supuesto la crítica y la censura en Rumanía, pero también le valieron en Alemania el premio Aspekte al mejor debut de 1984. Un reconocimiento que le abrió las puertas del país y le permitió conocer la libertad. «Cuando llegué a Alemania en 1987 tuve la sensación de que al fin podía respirar, y cuando la dictadura cayó en 1989 tuve por primera la sensación de que dejaba de estar amenazada, porque aún en Alemania durante mis primeros tres años seguía estando amenazada por los servicios secretos rumanos», recordaba ayer Müller.

Ese dolor de la represión de las dictaduras que destruyen las relaciones humanas e «impiden que existan ciudades porque todo pequeño y está vigilado», como decía ayer Müller recordando una de sus citas habituales, ha marcado también todas sus novelas. Su última novela,Atemschaukel,cuenta la historia de un adolescente que es llevado por los rusos a un campo de trabajo, un acercamiento a la experiencia vivida por su madre con la que nunca pudo hablar de ello.

ENTRE DOS MUNDOS / La libertad que Alemania le dio le hace quizá mantenerse prudente cuando es interrogada por uno de los temas más complicados, sobre si se siente una escritora alemana o rumana. «Es un problema. Soy una escritora alemana porque escribo en alemán y nunca he escrito en rumano porque no puedo, es un idioma que aprendí con 15 años y no me permite traducir la intimidad que me permite el alemán. En ese sentido no sé si soy algo de ambos o nada de ninguno», concluyó ayer.