en tres minutos

Ana Tamariz, maga: "Con la crisis, todos quieren ser magos"

El Festival Dames Màgiques que este fin de semana se celebra en Terrassa otorga su premio de honor a esta mujer, nacida en Madrid en 1970, hija del gran Juan Tamariz y madre un joven mago.

Ana Tamariz.

Ana Tamariz.

GEMMA TRAMULLAS
BARCELONA

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–Los niños suelen llevar un bocata al cole. ¿Usted llevaba una varita?

–Cuando era pequeña no hacía magia, solo veía como otros la hacían. Mi padre ensayaba en un cuarto de casa y yo tenía que ponerme en las esquinas y decirle si se veía el truco.

–¿Recuerda cuándo descubrió que las cartas de su padre tenían truco?

–Pues no, quizá porque siempre lo supe y no lo viví como un desengaño. Es curioso... Mi padre decidió que sus hijos no creyéramos en los reyes magos porque era un engaño. ¡Y él se pasa la vida engañando! Con el consentimiento del público, claro.

–Vivir la infancia con uno los mejores magos del mundo sería un chollo.

–Mi padre es uno de los mejores magos del mundo, pero también uno de los mejores padres del mundo. Tuve una infancia muy feliz.

–Su hijo también es mago.

–A él le gusta la magia y el circo; mi madre fabrica juegos de magia; mi padre, mi querida madrasta y mi novio son magos, y mi hermana Alicia, que es pianista, hace un número de magia con mi padre. ¡Nuestras mascotas son conejos y palomas!

–Ser una madre mágica también tiene ventajas. Si al niño le da un berrinche, le hace un truco y se le pasa.

–Más que trucos, con mi hijo he utilizado la psicología de la magia, para desviar la atención.

–¿Los magos son psicólogos?

--Los buenos sí. Yo dirijo una escuela de magia y una de las asignaturas se llama psicología del engaño.

–¿Y tiene alumnos políticos?

–Una vez vino uno. Pero la magia atrae a gente de todo tipo, desde jóvenes conpiercingshasta ejecutivos.

–¿Qué sentido tiene un festival solo para mujeres magas?

–Mucho. Hay mujeres que son muy buenas magas, pero es difícil encontrarlas. Este festival las saca a la luz.

–¿Con qué truco empezó usted?

–Con un libro mágico que me hizo mi padre y que se titulabaLa Princesa Matamoscas, Ahora hago un número que se llama la cabeza parlante. Tengo la cabeza, sin el cuerpo, sobre una mesa y adivino cosas de la vida de los espectadores.

–¿La magia es necesaria en tiempos de crisis?

–Ahora, más que nunca, hace falta ilusionarse e ilusionar a los demás. Mi escuela está a reventar. De golpe, con la crisis, todo el mundo quiere ser mago.