Los nuevos territorios de la animación

'Vals con Bashir' se rodó en un estudio y los dibujos se crearon desde cero a partir del material grabado

"Era imposible hacer el filme con imágenes reales", dice su director

Viaje al fondo de la memoria El protagonista, Ari Felman, intentando recordar el pasado en una playa de Beirut.

Viaje al fondo de la memoria El protagonista, Ari Felman, intentando recordar el pasado en una playa de Beirut.

JULIÁN GARCÍA
BARCELONA

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La estupenda teleserie de HBO En terapia (emitida en España por Fox) relata las sesiones de un psicoanalista (Gabriel Byrne) con cinco de sus pacientes: un sutil, intenso ejercicio de indagación psicológica (traumas, secretos, miedos, conflictos) que tomaba como fuente la producción israelí Be tipul. Uno de los guionistas de Be tipul era, precisamente, el director de Vals con Bashir, Ari Folman, por lo que queda más que demostrado su conocimiento de los recónditos dobladillos de la mente humana. Al fin y al cabo, de eso se trata Vals con Bashir: de un viaje, en forma de terapia alucinatoria, al mismísimo corazón de la conciencia, de la memoria, de la amnesia selectiva como único modo de superar los traumas de la guerra.

Folman era un joven soldado israelí durante la guerra del Líbano de 1982 y la masacre de Sabra y Chatila, donde centenares de civiles palestinos fueron asesinados por las milicias libaneses cristianas con la complicidad del ejército hebreo. Cierto día, Folman descubrió que algunas partes de su vida relacionadas con la guerra se habían borrado de su memoria. En Vals con Bashir, Folman se entrevista con viejos amigos (entre ellos, Ori Sivan, uno de los creadores de Be tipul) y compañeros milicianos en busca de esos recuerdos perdidos. El filme, en sentido estricto, es un documental, pero su excéntrica condición de documental animado le eleva a una fascinante condición de trip psicodélico sobre la guerra y sus devastadores efectos. «Era imposible que Vals con Bashir fuera un documental de imágenes reales. En mi cabeza siempre fue de animación», sostiene Folman. «Con imagen real, no habría podido filmar las alucinaciones, el inconsciente, ni recrear mi paisaje mental de la guerra. La guerra es irreal y la memoria, muy traidora».

Flash y animación tradicional

Folman se declara «autodidacta» con respecto a la animación. La primera experiencia fue en su serie de televisión The material love is made of (El material del que está hecho el amor): cada capítulo se abría con unos dibujos en los que aparecían especialistas hablando de aspectos científicos del amor. «Yo filmaba las entrevistas, guardaba el sonido y después un equipo de diseñadores y animadores redibujaba las imágenes», explica Folman. Se trata de la misma técnica utilizada en Vals con Bashir: el filme se rodó primero en vídeo en un estudio. A partir de esas imágenes reales, el director artístico David Polonsky desarrolló un storyboard de 2.300 dibujos que finalmente se convirtió en animación por un equipo dirigido por Yoni Goodman. Entre una cosa y otra, casi cuatro años de trabajo semiartesanal.

El sistema es una mezcla de Flash (aplicación muy habitual en internet), animación tradicional en dos dimensiones y un poquito de 3D. «No hemos usado el rotoscopio, en el que se pinta sobre la imagen del vídeo [método utilizado por Richard Linklater en A scanner darkly]. Esa es una técnica muy fría. Aquí cada dibujo se creó desde cero», advierte Folman, cuyo próximo proyecto es nada menos que la adaptación (animada, por supuesto) de la novela de Stanislaw Lem Congreso de futurología, hilarante fantasía distópica sobre el viajero espacial Ijon Tichy en el país de Costarricania, en el que se celebra un simposio donde reputados expertos deberán buscar soluciones al futuro de una humanidad en colapso.