El personaje // entrevista con el escritor

Roberto Saviano: "En Nápoles lo que la gente siente más hacia mí es odio"

El escritor, la gran estrella este año en BCNegra, recogerá hoy el Premio Vázquez Montalbán de periodismo.

El escritor, la gran estrella este año en BCNegra, recogerá hoy el Premio Vázquez Montalbán de periodismo.

Roberto Saviano.

Roberto Saviano.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Al acabar, la jefa de prensa de su editorial le avisa: «Ahora, otro». «¿Otro hotel?», pregunta él con cara de susto. «No, otro periodista». El joven escritor duerme cada noche en uno distinto. A eso le ha condenado su denuncia del crimen organizado.

–En mayo del 2007 ya estaba amenazado pero pudo venir a Barcelona sin escolta.

–Era casi libre. Podía estar una semana en el mismo hotel. Hoy cambio de hotel cada día y llevo siete escoltas.

–Me decía que todo cambió en esa época, en el 2007. ¿Qué pasó?

–Hubo dos ataques fuertes de la Camorra contra mi, uno de los cuales incluso en un juzgado. Francesco Bidognetti y Antonio Iovine, dos conocidos miembros del clan, presentaron a través de su abogado 60 páginas en las que atribuían la responsabilidad de sus condenas a un juez, Raffaele Cantone, a una periodista local, Rosaria Capacchione, y a mí. Decían que nos habíamos puesto de acuerdo para condicionar a los jueces. El segundo ataque vino del arrepentido Carmine Schiavone que declaró que tenían que matarme a mí y a mi escolta antes de la Navidad del 2008. Desde entonces, cuando estoy en el sur de Italia solo duermo en cuarteles y vivo con cinco escoltas y dos coches blindados.

–Por tanto, la atención casi morbosa que suscita tiene dos filos.

–Sí, por un lado haberlo contado me facilita la protección, pero por otro me obliga a vivir así. Entre las declaraciones más interesantes del arrepentido Schiavone hubo una a un diario local en la que afirmaba que la Camorra actuará contra mí cuando baje la atención sobre el caso. En mi opinión si en España uno de la ETA amenaza en público a un político o a un intelectual, habría reacciones. En Italia se considera normal.

–¿Qué sería peor para la Mafia, dejarle hablar o que usted se convierta en un héroe como el juez Falcone?

–Depende del punto de vista de las familias de los que están en la cárcel. Para los Schiavone, que yo viva es un peso, porque significa que sigue la atención sobre sus negocios y, además, es una vergüenza ante las demás familias porque significa que son débiles. Para las demás familias es peor que muera porque sus miembros están libres y tienen miedo a que les persigan. Aunque no coincidan sobre los tiempos, todos están de acuerdo en que tengo que morir por ser «infame». Según la Camorra, a diferencia de los jueces yo no hago mi trabajo, sino que solo pongo en peligro el suyo.

–El miércoles, ante el público barcelonés, usted dijo que no estaba acostumbrado a recibir reconocimientos internacionales ¿Lo dijo para quedar bien o es verdad?

–En Nápoles, donde Gomorra es el libro más vendido de la historia de la ciudad, nunca he participado en un acto público. Las instituciones nacionales me dan solidaridad pero a nivel local lo que más siente la gente hacia mí es odio.

–En la conferencia dijo también que la parte sana de Italia tiene que salir de allí para vivir, e incluso para morir de manera digna. De hecho Barcelona está llena de italianos...

–Toda la gente de mi generación se ha ido de Nápoles. Allí quedan los que se resignan mientras los mejores se van, no solo de la ciudad sino del país. Es un problema enorme, del que casi no se habla y que significa haber perdido la esperanza.

–El escritor italiano Paolo Giordano decía lo mismo...

–Vengo a Barcelona y oigo a los catalanes que se quejan de la crisis, mientras los italianos que piensan venir aquí hablan de España como del El Dorado. Depende del punto de vista. En Italia incluso los derechos mínimos son un privilegio. Para un napolitano el simple hecho de que la ciudad sea ordenada y que el autobús llegue a tiempo es un milagro.

–¿Usted cómo vive su vida?

–Casi no puedo salir a la calle, vivo con la escolta y aviso a la policía si quiero hacer cosas como ir a bailar. Vivo con una presión enorme.

–¿Cree que existe el peligro de que las mafias acaben con la sociedad?

–Tengo la sensación de que España ha decidido tolerar la presencia de delincuentes mientras no maten a nadie, porque pueden ser útiles a la economía. Construcción, transportes y turismo. Todas las mafias del mundo vienen aquí por la coca. Si se destaparan sus empresas legales, sobre todo en el sur del país, España podría ser el mejor sitio para frenar la delincuencia internacional.

–Hablando de usted con otros escritores italianos, Camilleri expresó simpatía ilimitada, otro dijo que sentía lo que pasaba, pero que se lo había buscado por imprudente. Sorprenden reacciones tan diferentes.

–Es muy sencillo, mi experiencia hace pensar a los demás intelectuales italianos «¿qué hemos hecho hasta ahora?». Muchos escritores me desprecian por el éxito que he tenido. Pero también hay otros como Camilleri y Umberto Eco que me defendieron desde el principio porque entendieron que el libro estaba cambiando la visión de las cosas.

–Usted dijo hace poco que tenía la sensación de que la gente actúa con usted como si se estuviese despidiendo de un moribundo. Espero que en Barcelona haya percibido que intentamos darle ánimos.

–Esto me pasa sobre todo con los amigos íntimos, que cuando vienen a visitarme me traen azúcar, café y cosas así, como si estuviera enfermo. Menos mal que tengo cerca a gente como Salman Rushdie, con quien puedo compartir complicidades.