NOVEDAD

Los últimos cuentos de Arthur Miller se publican en España

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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De entre la torrencial producción del dramaturgo Arthur Miller, fallecido hace cuatro años, la parte más desconocida son los relatos cortos que publicó en revistas comoThe New Yorker,Esquireo elHarper's Magazine. El propio autor deLa muerte de un viajanteyLas brujas de Salemcomparaba el papel de los cuentos en la literatura con "el de los bungalows en el mundo de la arquitectura". Seis de estas pequeñas construcciones, seleccionadas de las que escribió en los últimos años de su vida, fueron recogidas el año 2007 en un volumen póstumo,Presencia, que acaba de llegar a las librerías en España editado por Tusquets y Edicions 62 y traducido respectivamente por Victoria Alonso y Anna Mauri.

Los seis cuentos recogen varios momentos de la vida --el despertar sexual de un joven de Brooklyn, las dificultades creativas y maritales de un escritor de media edad que decide salir del bloqueo escribiendo sobre el cuerpo de su mujer y las reflexiones de un anciano en una playa-- y episodios chocantes como el de un bailarín judío de claqué que actúa ante Hitler y se gana su admiración, un exterminio de castores por un proyecto de construcción y la historia de un estadounidense que apoya un demencial proyecto para construir una destiladora de trementina en la isla de Haití

Los relatos dePresenciareelaboran elementos autobiográficos con un tono melancólico, alejado de la acritud de sus memorias publicadas en 1987,A vueltas con el tiempo, o de la forma en que reflejó el carácter autodestructivo de la que fue su mujer, Marilyn Monroe, en la obra de teatroDespués de la caída.

Aunque el sentimiento de culpa o amargura (por el triste fin de Marilyn, por las contradicciones entre su compromiso político de izquierdas y su vida personal o por la ruina familiar en la Gran Depresión que le llevó de una infancia acomodada en Manhattan a otra de estrecheces en Brooklyn) no alcanzó a uno de los capítulos más oscuros de su biografía, la decisión de Miller de recluir en una institución al hijo con síndrome de Down que tuvo con la fotógrafa Inge Morath. A instancias de su yerno Daniel Day Lewis, solo lo reconoció en el testamento en igualdad de condiciones con sus otros dos hijos semanas antes de morir.