FESTIVAL

'Martyrs' lleva la violencia extrema a Sitges

CRISTINA SAVALL
SITGES

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Martyrs consigue su propósito: transgredir e indignar. Los sobrecogedores 25 minutos de golpes, vejaciones, navajazos, humillaciones, patadas y despellejos, el brutal martirio que sufre una mujer encadenada, a la que ni siquiera se da voz, provocan una sensación nauseabunda de violencia extrema para muchos espectadores difícil de soportar.

La segunda película de Pascal Laugier, que debutó con El internado, levantó en mayo un enorme revuelo en su pase por el festival de Cannes. La expectación creada, la certeza del escándalo y las sanguinarias escenas anunciadas consiguieron el tercer objetivo --sin duda, el más importante-- del director: un lleno total.

El festival de cine de Sitges tuvo la precaución de instalar ayer una ambulancia en la entrada del cine para que atender reacciones de vómitos y desmayos. Incluso en el pase de prensa hubo afectados. Lo definió perfectamente minutos más tarde el propio Laugier: "Es una película enfermiza". La intención no es que el público ame su relato. Todo lo contrario. "Si oigo aplausos me siento muy incómodo", aseguró. Pues no lo parecía, por que lo único que se oyó al llegar a los títulos de crédito fue una ovación estremecedora.

VÍCTIMA Y VERDUGOS

"¿Estamos locos?", se oía por los pasillos. Los comentarios --a favor y en contra-- fueron tan encendidos como el amoral planteamiento del que parte el guión: "¿Hasta qué punto puede aguantar torturas una mujer para convertirse en mártir?". Pero para Laugier, el tema no es el sadismo. "La pregunta es otra: ¿Por qué hemos de sufrir? En la vida no tenemos opción, sufrimos y punto", responde, precisando que esta película solo la podía rodar un católico. "No soy practicante ni creyente pero me persigue el sentido de culpabilidad. Toda mi niñez oí lo mucho que había sufrido Cristo por nosotros".

Detrás de su argumentación se esconde una dudosa cuestión de principios al insistir repetidas veces en que él siempre está al lado de la víctima. "Nunca filmo a la mujer torturada como un pedazo de carne. Ante todo quiero que guarde su dignidad". Menos mal, si llega a pensar lo contrario atemoriza imaginar hasta dónde hubiera sido capaz de llegar. De entrada, la cámara se sitúa detrás de los verdugos. Muestra lo que ellos ven y hablan. La víctima sólo grita o gime. El pánico y el dolor, ese endemoniado estado de choque, lo transmite con su mirada. "El cine de terror ha de provocar. Por suerte en estos últimos años este tipo de películas las rodamos fans del género", valora Pascal Laugier, que si algo controla es la tensión sobrecogedora que se apodera de todo el metraje.

PRECEDENTES

La credibilidad del dramatismo recae sobre dos impresionantes actrices. Mylène Jampanoï consigue transmitir el asco y el pánico que siente cuando la torturan con una convención estremecedora, y Morjana Alaoui borda a esa mujer desquiciada por el horror que tuvo que soportar en el pasado.

Martyrs está arraigada en la cultura francesa: "A George Bataille y sus ideas sobre la necesidad del sufrimiento, a Foucault, que me ha influido tanto que lo conozco de memoria". Aunque el referente más inmediato es À l'intérieur, la radical y controvertida película que se proyectó el año pasado.