entrevista con Andrea Camilleri, ESCRITOR. GANADOR DEL PREMIO DE NOVELA NEGRA RBA

Andrea Camilleri: "Los mafiosos tienen un carisma monstruoso"

Andrea Camilleri, que publica mañana en España 'La muerte de Amalia Sacerdote', conversa en su casa de Roma sobre Sicilia, la política y la Mafia y su trabajo literario

Andrea Camilleri, ayer en la biblioteca de su casa de Roma; al fondo, un muñeco siciliano.

Andrea Camilleri, ayer en la biblioteca de su casa de Roma; al fondo, un muñeco siciliano.

ERNEST ALÓS
ealos@elperiodico.com

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Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925), hiperproductivo a sus 83 años, ha decidido abrir un nuevo frente: además de sus relatos históricos y las novelas policiales del comisario Salvo Montalbano, esta semana publica en España La muerte de Amalia Sacerdote, un thriller a la siciliana sobre las complicidades de políticos, periodistas y mafiosos.

--¿Cuáles son los casos reales en que se basa el libro?

--En mis novelas yo nunca invento. Siempre parto de hechos de la crónica de sucesos. En esta novela, del caso Montesi: en torno al cadáver de una chica se desarrolló en 1953 una acción política que llevó a la dimisión de grandes personajes de la Democracia Cristiana. Fue acusado --aunque la chica murió por causas naturales o consumo de drogas-- el hijo de Attilio Piccioni, ministro de Asuntos Exteriores y número dos de la DC. Después de esta acusación, el Honorable Piccioni tuvo que desaparecer políticamente y sus adversarios sacaron provecho. El reciente caso Garlasco aparece también porque, como en mi novela, el acusado es el novio.

--¿Es más una novela de intriga política que policial?

--Exactamente. Los escritores de gialli (novelas negras) no hacemos otra cosa que introducir de contrabando, a través del esquema de la novela negra, críticas a la justicia, a la política, a la sociedad de nuestro tiempo. Como lo hacía mi amigo Manolo Vázquez Montalbán con su Carvalho. Esta diría que es una novela civil, en la que procuro mostrar las relaciones subterráneas que existen en la sociedad siciliana entre mafiosos, políticos, periodistas, bancos de negocios... Pero, cuidado, Sicilia es un espejo de Italia.

--En el libro dice que lamentablemente Sicilia es 'así'. ¿Cómo es?

--Es una isla que hasta hace pocos meses tenía como jefe del Gobierno a una persona que ha sido condenada a cinco años de prisión por complicidad con la Mafia. Y que celebró la condena comiendo cannoli porque esperaba que fuese mayor. Así solo se puede tener una Administración paramafiosa.

--¿Y las últimas detenciones?

--Bien, no quiero hablar mal solo de Sicilia. ¿Qué sucede desde hace un año? Provenzano impuso un límite del 2% al pizzo que debían pagar las empresas. Y excluyó a los comerciantes porque decía que se sacaba poco rendimiento y en cambio se ganaba enemigos. Cuando fue capturado acabó la unidad de las bandas mafiosas, extendieron a todo el mundo el pizzo y lo aumentaron al 5% o el 10%. Así que el empresariado siciliano se ha rebelado, ha dicho que aquí ya no se paga más, ha empezado a expulsar a los que aún pagan y a denunciar a los mafiosos. Han detenido a más de cien. Es un momento muy importante para Sicilia. Yo, que soy comunista, me veo ahora gritando, ¡viva los empresarios, adelante!

--¿Y Berlusconi?

--¿Por qué tenemos que hablar de Berlusconi? Berlusconi es una anomalía. Es una enfermedad que ha infectado al pueblo italiano, que ya tenía una buena predisposición a ser infectado.

--El título original de La muerte de Amalia Sacerdote es La muerte de Amalia SacerdoteLa rizzagliata

--He tenido a Montalbano al margen de esta historia. Creo que sí, el senador que dirige toda la trama sería demasiado hábil para él. En casos como estos, a los policías incómodos o los matan o los trasladan.

--En todas sus novelas la Mafia está en el trasfondo, pero nunca a la vista. ¿Es así de discreta?

--Para mí es importantísimo responder a esta pregunta. Porque dejar la Mafia en el trasfondo fue una elección intencionada. No puedo decir que la Mafia no existe, porque mentiría, lo han dicho cardenales y políticos, no yo. Si no existiese, Falcone y Borsellino se hubiesen hecho saltar por los aires ellos mismos, decenas de magistrados y policías se hubiesen matado ellos mismos. ¿Cuál es el riesgo para un narrador? Que inevitablemente el mafioso resulta simpático. Si usted toma una de las primeras novelas de Sciascia, El día de la lechuza, el personaje del mafioso, don Mariano Arena, resulta de una simpatía estrepitosa, aunque Sciascia estuviese escribiendo un libro contra la Mafia. Si pensamos en Marlon Brando interpretando El Padrino, ¡Virgen Santa!, olvidamos que es un asesino mandando a asesinos. La Mafia está, es un ruido constante, pero no la pongo en primer plano.

--Lo hace en Vosotros no sabéis.

--Es el único caso, y es un ensayo sobre la Mafia, no una novela. Me lleva a hacerlo mi experiencia personal. Hace diez años, me encontré en medio de un tiroteo mafioso en mi pueblo. Seis muertos y seis heridos. Uno de los muertos estaba hablando conmigo, así que figúrese... Apuntaban bien, si no hoy no estaría aquí. Mi primera reacción, instintiva, fue la rabia. Grité a un hombre que llevaba un revólver: 'dámelo, dámelo, quiero matarlos'. Y de repente me vino la vergüenza. El miedo llegó, pero cuatro horas más tarde.

--¿En este libro ha logrado evitar el riesgo, al darle la palabra al capo Provenzano a través de sus mensajes, los pizzini

--No sé si lo he logrado, pero en todo caso sí he intentado dejar bien claro que era responsable de 40 homicidios. No hablo solamente del Provenzano de los últimos tiempos, cuando se siente inspirado por Dios y dice (ríe) 'Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad'. El problema es que los mafiosos tienen un carisma monstruoso. Yo he conocido a dos o tres y si no vas con cuidado quedas fascinado por esta gente.

--Es usted un escritor muy productivo. ¿Cómo es su ritmo de trabajo?

--El de un funcionario de los que trabaja. Me levanto a las seis, me visto de punta en blanco, si no, no puedo, me pongo delante del mismo ordenador que tengo desde hace 10 años, porque el nuevo va tan rápido que quiere escribir las novelas por mí, y escribo hasta las 10 de la mañana. Por la tarde reviso lo que he escrito. Un Montalbano me cuesta seis meses, porque el camino ya está trazado: Montalbano, Catarella, Mimí... Todo controlado. Una novela como La muerte... me dura un año. Pero como no voy novela a novela, mi editor está empachado, como una criatura. Tengo ocho novelas inéditas. En definitiva, soy un hombre afortunado porque he conseguido ganarme la vida haciendo lo que me gusta. Mi trabajo siempre ha sido mejor que descargar cajas o hacer de minero. Algunos de mis colegas dicen que escribir es un trabajo muuuuy cansado. Evidentemente, no saben lo que es la fatiga. A mis 83 años duermo bien, digiero bien, fumo 60 cigarrillos al día y aún no he muerto de infarto. ¡Tengo suerte! Eso sí, el médico no me deja comer lo que me gusta, por eso se lo hago comer a Montalbano. Pero no durará mucho, porque empieza a cansarme que él coma y yo no. Creo que pronto haré que le suceda algo en el aparato digestivo...