consumo energético del cloud

Esta herramienta quiere concienciarnos de cuánto contamina Internet para que lo usemos mejor

Medir el consumo energético de los servicios online y concienciar al usuario como pasos imprescindibles para reducir el impacto ambiental de las empresas tecnológicas. Esto es lo que propone el proyecto de la UOC ganador del reto Tech & Climate de Digital Future Society.

Medir el consumo energético de los servicios online y concienciar al usuario como pasos imprescindibles para reducir el impacto ambiental de las empresas tecnológicas. Esto es lo que propone el proyecto de la UOC ganador del reto Tech & Climate.

centro de datos

centro de datos / economia

María Refojos

María Refojos

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La semana pasada, el CEO de Google, Sundai Pichai, anució a través de su cuenta de Twitter que toda la energía que consumen será renovable en 2030, desde sus oficinas hasta sus centros de datos.

El horizonte que se aplica la compañía tecnológica está en línea con el que la Agenda 2030 para los ODS. Es relevante porque aunque tanto Google como otros gigantes como Amazon o Microsoft habían comunicado anteriormente su interés en sustituir el uso de fuentes de energía contaminantes por otras sostenibles, es la primera vez que alguno de ellos concreta su compromiso de forma pública y con una fecha.  

El impacto ambiental

Y es relevante también porque, a pesar de que se dan un margen de una década para concretar el cambio, ayuda a proyectar luz sobre la importante cuestión de la huella ambiental de la tecnología. El think tank francés The Shift Project calcula que los distintos sistemas digitales son responsables del 4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una cifra que estiman que se duplicaría en 2025. 

Los dispositivos que usamos consumen electricidad, así como los centros de datos y las demás infraestructuras que sustentan la computación en Internet. La demanda de energía del mundo online se eleva a un ritmo de alrededor del 8% anual, según las estimaciones de The Shift Project, y pese a la mejora de eficiencia y al mayor uso de energías renovables, repercute de forma inevitable en el medio ambiente

¿Algún ejemplo? Reproducir media hora de un vídeo en streaming genera 1,6 kilos de emisiones de dióxido de carbono, o lo que es lo mismo, contamina igual que conducir unos 6 kilómetros en coche. 

Medir para saber cuánto consumimos

Es decir, cada pequeña acción que llevamos a cabo en Internet, ya sea mandar un email, un WhatsApp, o ver un capítulo de una serie en Netflix, deja una huella ambiental del que, por ahora, no somos muy conscientes. Y esta es la situación que se ha propuesto revertir el equipo de la UOC que ha ganado el reto Tech&Climate de Digital Future Society (DFS), junto con la startup canadiense Awsense. 

Los investigadores del grupo de investigación Wireless Networks Research Lab (WiNE) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) se han impuesto a cerca de 30 proyectos de todo el mundo con su herramienta EFC. El objetivo es medir el uso efectivo de los recursos en la nube y calcular cuánta energía se gasta cuando accedemos a cualquier servicio online. 

“Lo primero que hay que hacer es crear el conocimiento, porque la gente no sabe que el vídeo de gatitos que está viendo en YouTube tiene un impacto”

“Lo primero que hay que hacer es crear el conocimiento, porque la gente no sabe que el vídeo de gatitos que está viendo en YouTube tiene un impacto”, expone Xavier Vilajosana, impulsor del proyecto junto con Borja Martínez, y parte del grupo de investigación WiNe de la UOC, donde también es profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación.

El proyecto consta de dos patas: la primera, centrada en la medición y la segunda, en la comunicación. Para empezar, han desarrollado una solución tecnológica capaz de determinar el consumo energético de un ordenador.

“Tenemos un conjunto de herramientas que nos permiten ver, a través de la actividad de un usuario con una página web, cuánto está consumiendo. Y no solo la máquina, sino la interacción: el volumen de mensajes que se mandan, los vídeos que se descargan…”, describe Vilajosana.

De acuerdo con los cálculos de la IEAlos data centers en todo el mundoSin embargo, al analizar con lupa el mapa del coste energético del cloud computing, encontramos que el dato se eleva exponencialmente en países pujantes en centros de datos como Dinamarca o Irlanda. 

En Irlanda, las previsiones del operador del sistema eléctrico EirGrid sitúan en el 30% el porcentaje de consumo eléctrico que en 2028 representarán los data centers y otros grandes consumidores industriales, mientras que en Dinamarca la Agencia de Energía local estima un volumen del 15% en 2030. 

Conciencia para el cambio

El segundo aspecto es el de comunicar esos datos de consumo energético que se están midiendo. Esta es la cuestión principal para el equipo de investigadores y con la que aspiran a obtener resultados que favorezcan, por una parte, que los usuarios seamos más conscientes y responsables y, por otra, el desarrollo de políticas de eficiencia energética para un consumo óptimo.

“Imagina que entras en la web de tu banco: cuando hagas el login te saldra un cuadradito de color verde que te dirá ‘la navegación que estás haciendo en este banco ha consumido como 2 segundos de una bombilla de led’ y cuando lleves 5 minutos de sesión te dirá que es equivalente a una bombilla de led durante 1 minuto”, explica este experto.

La idea central es entender si la gente cambiará de patrón cuando le digamos que está consumiendo como una bombilla o como un microondas cuando mira un vídeo"

¿La meta que se han fijado? Llegar a influir en los patrones de comportamiento, la transición hacia energías renovables debe ir de la mano del uso racional de la tecnología. “La idea central es entender si la gente cambiará de patrón cuando le digamos que está consumiendo como una bombilla o como un microondas cuando mira un vídeo. Es decir, si dejará de mirar 3 horas al día vídeos y mirará solo 1 y media, esa es la clave”, indica. 

Para ello, están trabajando con sociólogos, antropólogos y especialistas en UX de la UOC para lograr un diseño eficaz de la parte visual y de usabilidad y hacer llegar el mensaje de la forma más clara y accesible posible. 

Dos pilotos en un año y medio

Estas herramientas son las que escalarán y pondrán a prueba en el marco de la iniciativa Tech&Climate de Digital Future Society, que según afirma su directora, Cristina Colom, confía “con mucho interés en que funcionen y que sean soluciones efectivas, ya que la necesidad de medición y reducción de la huella ambiental nos afecta a todos los ciudadanos”. 

Para ello cuentan con un apoyo económico de 40.000 euros, importe con el que se ha premiado a cada una de las soluciones ganadoras, y con el acompañamiento que proporciona DFS. “Hacemos una parte de project management y les ayudamos en la búsqueda de socios”, señala Colom.

Todo el trabajo pendiente, tanto de desarrollo como de diseño, acuerdos con partners o implementación, debe finalizar en los próximos 18 meses. En este tiempo la UOC desplegará dos pilotos, el primero de ellos en el campus virtual de la propia universidad y el segundo “aún no está definido”, cuenta el profesor Vilajosana, aunque en el punto de mira está alguna televisión pública como la catalana TV3 o la estatal TVE.

Así, para el primer piloto, que arrancará entre febrero y marzo de 2021 -”coincidiendo con el periodo lectivo”-, el proyecto contará con cerca de 70.000 usuarios y unas 3 millones de conexiones al mes para testar. Aquí, el perfil medio es de una persona experta en el manejo de tecnología y que se conecta por necesidad, es decir, porque es alumno o profesor.

“El análisis en el que estamos empezando a trabajar ahora es el de discriminar muy bien y definir muy bien qué miramos en cada uno de los casos de uso, porque lo que tenemos que observar aquí -(en la UOC)- es distinto a lo que observaremos si alguien se conecta a los podcasts de una radio o a los vídeos a la carta de una televisión, donde escoges y decides si ves más o menos sin que sea una obligación”, explica el investigador. 

Los resultados de los estudios puestos en marcha con los dos pilotos, y los análisis posteriores, irán acompañados de recomendaciones que irán categorizadas en función del rol de cada usuario. Y se cerrará el ciclo: evangelizar para que los usuarios lo entiendan y ayudar a crear estándares que puedan ser adoptados por instituciones y organismos públicos y también por empresas privadas.

El reto Tech&Climate ha sido lanzado por Digital Future Society, en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, para tratar de identificar soluciones con las que reducir la huella ambiental de las empresas tecnológicas.