Economía circular

Así es el ciclo de vida de una lata de refresco: desde que se crea hasta que se recicla para un segundo uso

Los materiales que depositamos en el contenedor amarillo son susceptibles de tener una segunda oportunidad. Por ejemplo, varias latas de refresco podrían reconvertirse en una llanta de bici, de ahí que desechar el residuo en lugar correcto sea tan importante.

Los materiales que depositamos en el contenedor amarillo son susceptibles de tener una segunda oportunidad. Por ejemplo, varias latas de refresco podrían reconvertirse en una llanta de bici, de ahí que desechar el residuo correctamente sea tan importante

Ciclo de vida de una lata de refresco

Ciclo de vida de una lata de refresco / economia

Nora Benito

Nora Benito

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Se habla mucho de reciclar y en España no lo hacemos mal del todo, pero ¿cuál es exactamente el proceso que sigue un residuo desde que lo tiramos en el contenedor hasta que se convierte en un nuevo producto? Analizamos de la mano de Ecoembes el ciclo de vida de una lata de refresco.

EL PRIMER PASO DEL RECICLAJE: EL ECODISEÑO DEL ENVASE

Cristina Muñoz, coordinadora de comunicación corporativa de Ecoembes, aclara a BYZness que el primer paso comienza con el ecodiseño, es decir, que las empresas diseñen sus envases con la menor huella ambiental posible y que se pueda reciclar, algo que “no afecta solo a que sea fácilmente reciclable, sino a reducir su impacto ambiental, porque el 80% de este se determina en la fase de diseño”, explica.

Una vez que consumimos los envases y los depositamos en el contenedor amarillo, el Ayuntamiento correspondiente se hace cargo de la recogida de residuos y los transporta a una planta de selección. El camión de la basura se lleva el contenido de los contenedores (cada camión un material distinto), que va a parar a una planta de selección donde se hace la separación de residuos. En total, hay 96 plantas de este tipo en España.

“Cuanto mejor separado está lo que echamos al contenedor amarillo menos entorpece el proceso”, asevera Cristina Muñoz. “Si algo es de plástico, pero no un envase (como una fregona, un juguete o un cubo, por ejemplo) no va al contenedor amarillo, sino al punto limpio”, aclara. 

LA ACTIVIDAD EN UNA PLANTA DE SELECCIÓN DE ENVASES

Una vez en la planta de selección, los envases entran en una cinta transportadora, y con una revisión manual se retiran los que no valgan. Después pasan por una selección rotatoria y se separan por peso, forma y tamaño. Además, un aspirador selecciona las bolsas de plástico, los envases de acero con un imán y a continuación el resto de envases. Finalmente, se agrupan las latas de aluminio gracias a un sistema de repulsión. 

Miguel Ángel Arrastio, gerente de la mancomunidad de residuos de la Ribera Alta de Navarra y coordinador de la actividad de la planta de selección de envases de Peralta, aclara a BYZness cuál es el ciclo de vida de la lata de refresco que has consumido: “Clasificamos los envases por su naturaleza: no es lo mismo una lata de refresco, que puede ser de aluminio o de hierro, que una botella de agua, de leche o detergente”.

En España la mayor parte de las plantas de selección de envases son autómaticas, aunque también existe el trabajo manual en ellas. “Las bandejas se suelen recoger de forma manual, y para las bolsas contamos con clasificación por lector óptico. Las latas de refresco se recuperan mediante electroimanes, con una corriente de Foucault”, describe Arrastio. 

Una vez clasificados, se prensan, se aprietan y empaquetan atados con alambres, y van a parar al almacén. “Las entidades que tenemos plantas de clasificación de envases no se los vendemos directamente al reciclador, sino a Ecoembes y es esta organización quien lo da al reciclador para que lo recicle”, explica. 

Es decir, de la planta de selección salen las balas de residuos y se trasladan a los recicladores, quienes se encargan de transformar cada material en nueva materia prima. 

Uno de estos recicladores es Javier Díaz Tejeiro, gerente que cuenta con tres plantas de plástico film homologadas por Ecoembes, dos de ellas en España (Tyrma y Genepol) y una en Francia. Según sus palabras, “el reciclaje es una oportunidad para crear riqueza, puede generar mucho empleo, evita la contaminación y da servicio a la sociedad”. Además, “es un ahorro de recursos: ponemos los productos reciclados en el mercado y esto evita consumir recursos naturales”, argumenta.  

SISTEMA INTEGRADO DE GESTIÓN

Cada vez que consumes un producto estás pagando una pequeña cantidad para su proceso de reciclaje, una cuantía que finalmente termina en manos de Ecoembes. Esta entidad sin ánimo de lucro se dedica así a gestionar la recuperación y el reciclaje de los envases de plástico, latas y briks, así como el papel y cartón. Es decir, todo lo que tiramos en los contenedores amarillo y azul. 

Todo este proceso viene regulado por el SIG, el Sistema Integrado de Gestión, con el que el círculo se cierra. Según explica Miguel Ángel Arrastio, “cuando compras una lata de refresco pagas una pequeña cantidad por el envase. Después, Ecoembes cobra a las marcas pequeñas cuantías y, a su vez, estas empresas se lo cobran al ciudadano. Ecoembes a nosotros nos paga para recoger los envases del contenedor amarillo”.

Y es así como finalmente una lata de refresco (o más bien 80 latas) puede acabar convertida en una llanta de bicicleta. Un claro ejemplo de que las segundas oportunidades sí pueden ser buenas.