NÓMADAS DIGITALES

Así es trabajar en un coworking en la montaña a 1 hora de Madrid

El Refugio es un nuevo concepto de coworking y coliving rural que aúna la colaboración entre profesionales de diferentes ámbitos y la convivencia con el entorno natural en la Sierra Norte de Madrid. 

El Refugio es un nuevo concepto de coworking y coliving rural que aúna la colaboración entre profesionales y la convivencia con el entorno natural en la Sierra Norte

Coworking rural Madrid

Coworking rural Madrid / economia

Alberto Payo

Alberto Payo

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En los últimos años el negocio de los coworkings ha tenido un gran boom en Madrid, sin embargo, la mayoría de ellos se sitúa en la almendra central, dejando pocas opciones a quienes se plantean trabajar en estos espacios desde barrios o poblaciones más periféricas. Madrid es una gran ciudad, pero los altos alquileres, la contaminación, el tráfico o el rápido ritmo de vida hace que muchos quieran alternativas más tranquilas. 

El Refugio es un nuevo concepto de coworking muy orientado a nómadas digitales, que trata de conjugar las ventajas que supone vivir y trabajar cerca de la capital española con disfrutar de la naturaleza y de una buena calidad de vida. 

“Con las tendencias del cambio climático y la preocupación por el medio ambiente, los jóvenes se preocupan mucho más por la vida natural. Según la encuesta Global Coworking Survey, que pregunta a los millennials a nivel mundial sobre lo que valoran de un espacio de coworking, hay cosas como la comida saludable, que exista un espacio para hacer yoga o algún muro de escalada y que se dé un equilibrio con el entorno natural. La gente asocia ir a estos sitios con comida y mente sana”, cuenta Martín Fleischer, un emprendedor uruguayo que lleva tres años residiendo en Madrid y que es el cofundador del proyecto, junto a Agustín Gago y Coral Nogal.  

Su espacio se encuentra al noreste de la región, rodeado de montañas, en la localidad de Puebla de la Sierra, a 110 kilómetros de Madrid capital y lindando con la provincia de Guadalajara. Es un pequeño pueblo cuya población en 2004 superaba el centenar de habitantes, pero según el último censo en este momento no llegaría a los 60. “Es un lugar que, para mí, es idílico. Las vistas son espectaculares y hay una energía muy particular”, asegura.

La idea de El Refugio surgió porque la familia de la pareja de Martín tiene una casa en el pueblo y veía como una de la principal queja de sus habitantes era la despoblación, cómo los jóvenes suelen ir a trabajar a poblaciones como San Sebastián de los Reyes o Alcobendas y vuelven a casa los fines de semana. “Desde el punto de vista natural y turístico hay mucho por explotar aquí, pero no hay una infraestructura para retener a los jóvenes y pensé que había que hacer algo”, subraya.

Bodegón, ‘hostal’ y coworking, todo en uno

El espacio colaborativo se emplaza en un edificio singular, con tres plantas. En la planta a pie de calle se encuentra una posada tradicional, que han reformado y va a seguir operando para ofrecer comidas y más espacio a los coworkers, pero también a los habitantes de Puebla. “Lo queremos dejar lo más auténtico posible, para no generar rechazo en la gente del pueblo. Queremos que ayude a potenciar la cultura del lugar”, aclara el emprendedor. Así, ‘la base’ de El Refugio será una mezcla entre bodegón tradicional y Starbucks rural que ofrecerá opciones de comida saludable. 

El objetivo de El Refugio es potenciar el sentimiento de pertenencia a una comunidad y de convivencia con la naturaleza para los coworkers, pero también establecer lazos con cooperativas de la zona. “Queremos que el pueblo nos provea de quesos, miel, de huerta, de carne. Ya que decimos a los chicos que vuelvan a lo natural. También tratamos de generar procesos sostenibles. Así también ayudaremos a esos pequeños productores a vender y les generaremos networking”, subraya el emprendedor. Además, ofrecerán distintas opciones de formación, como workshops y talleres, eventos para empresas, actividades de team building, etc. Las startups que se planteen disponer de un espacio de trabajo o una oficina en un entorno diferente, también tienen las puertas abiertas del coworking. 

Además, El Refugio servirá como centro de información turística y en sus plantas superiores albergará un espacio diáfano con numerosos puestos de trabajo y otra zona dedicada al coliving, con habitaciones para los que decidan residir en el edificio o para aquellos nómadas digitales que quieran pasar una temporada trabajando allí. “De esta forma creemos que se va a dar también una reactivación del pueblo y que empezarán a surgir servicios que hoy en día no están”, aclara Fleischer.

El coworking tendría capacidad para unas 60 personas, mientras el coliving podría acoger a entre 10 y 20. No obstante, el ayuntamiento del municipio cuenta también con algunas viviendas que podrían facilitarse si más personas deciden quedarse a vivir en el municipio. Los precios son sensiblemente más económicos que espacios similares que se pueden encontrar en Madrid. El coworking costaría 150 euros mensuales, mientras la residencia (con espacio de trabajo incluido) saldría por unos 750 euros al mes. 

Sus principales desafíos

Las dos principales barreras que se han encontrado los impulsores de este coworking con olor a terruño son la conectividad y el transporte.  “El tema del Wifi era un problema a principios de 2019, pero por fin ha llegado la fibra gracias al plan de desarrollo de la Sierra Norte de Madrid, ya que una de las cosas que incentivaron fue la conectividad a Internet”, cuenta. 

En cuanto al transporte, hay algunas líneas de autobuses que salen desde Buitrago de Lozoya y que llegan hasta el pueblo, aunque lamentablemente no tienen mucha frecuencia. Para paliar esa carencia, tienen pensado establecer un servicio de lanzaderas que operarían desde el centro de Madrid y desde el Aeropuerto de Barajas. 

Para la puesta en marcha del proyecto Martín y sus socios han puesto de su bolsillo unos 30.000 euros, aunque podrían aumentar su inversión hasta los 50.000. En el futuro esperan beneficiarse de alguna subvención para iniciativas de desarrollo rural. 

El Refugio se inaugurará en febrero de 2020. Para su primer año de actividad esperan tener entre un 35 y un 40% de ocupación. Si la cosa prospera sus fundadores ya piensan en replicar el modelo: podrían buscar otras poblaciones en entornos privilegiados y a unas decenas de kilómetros de Madrid para abrir toda una red de co-workings rurales.