BRECHA DE GÉNERO DE LA POBREZA

Nacer mujer te da más papeletas para vivir en la pobreza

La pobreza también es una cuestión de género. Las mujeres están peor remuneradas en el mundo laboral y tienen una tasa de paro superior a la de los hombres. El fenómeno de la feminización de la pobreza es global.

La pobreza también es una cuestión de género. Las mujeres están peor remuneradas en el mundo laboral y tienen una tasa de paro superior a la de los hombres. El fenómeno de la feminización de la pobreza es global

Brecha de género de la pobreza

Brecha de género de la pobreza / economia

Nora Benito

Nora Benito

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Ser mujer agrava las desigualdades de la pobreza. Los techos de cristal, inequidad salarial, desempleo femenino, el trabajo a tiempo parcial… Ellas están peor remuneradas en el ámbito laboral y tienen una tasa de paro superior a la de los hombres. El fenómeno de la feminización de la pobreza es un problema global.

Y es que la pobreza tiene cara de mujer. La tasa AROPE (At Risk Of Poverty and Exclusion), un indicador que mide el riesgo de pobreza y exclusión, ha descendido más entre los hombres, siendo la tasa de ellos un 25,1% y de ellas un 27%, dos puntos porcentuales más.

El trabajo a tiempo parcial y el desempleo son también las caras de la moneda que caen sobre el género femenino. En 2018, la tasa de actividad de los hombres fue del 64,6% y del 53,1% entre las mujeres, tal y como recalca EAPN en su informe. Ese mismo año, la tasa de paro femenina fue del 17,02% frente al 13,73% de los hombres. Además, el 24% de las mujeres tenía un empleo a tiempo parcial, reduciéndose solo al 6,8% cuando hablamos de la tasa de los hombres.

En este sentido, y según la última Encuesta de Población Activa, el número de mujeres ocupadas a tiempo parcial por cuidado de terceros desciende a 2,94 millones. Son ellas quienes se ocupan más de estos. Mujeres, casadas y de entre 40 y 59 años son de forma mayoritaria quienes cuidan a las personas dependientes en nuestro país. Unos cuidados informales que constituyen un bien económico invisible.

Pero no solo el problema es el acceso al empleo, sino que va más allá: la situación también despunta una vez dentro del mercado laboral. Además de tener mayores tasas de paro, más trabajos a tiempo parcial y, en consecuencia, índices más altos de pobreza, también tienen empleos de menos calidad y están peor remuneradas que ellos. La desigualdad retributiva es clara. En concreto, según la Encuesta Cuatrienal de Estructura Salarial del INE para 2014, la brecha era de un 14,02% en este aspecto.

Otra cuestión que atañe a las mujeres es la relacionada con los hogares monoparentales, que han aumentado en nuestro país un 2% en el último año, siendo ellas de forma mayoritaria las ‘cabeza de familia’: 8 de cada 10 de estos hogares están encabezados por ellas, pero uno de cada dos familias monoparentales se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión. Una muestra más del golpe de la pobreza hacia las mujeres.

DESIGUALDAD EN LA SALUD

Esta brecha de género va más allá del trabajo o los salarios: según el informe ‘La Desigualdad en la Salud’ de EAPN, también la salud de las mujeres se ve más afectada que la de los hombres por la falta de recursos.

En todas las tipologías analizadas en el estudio -atención médica, dental, salud mental y acceso a medicamentos-, el porcentaje de mujeres con falta de atención sanitaria es más alto que el de los hombres.

Como ejemplo que ilustra el informe, la mitad de las mujeres que se encuentran en situación de pobreza no se han realizado nunca una mamografía.

PASOS HACIA LA IGUALDAD

Según el informe ‘Women In Business 2019: hacia un avance real’ de la consultora Grant Thornton, al menos 9 de cada 10 empresas nacionales tienen a una mujer en su equipo directivo. Se están dando pasos para disminuir la inequidad, pero todavía son muchos los sectores en los que las diferencias siguen existiendo.

En los últimos años se está avanzando para reducir la brecha de género, pero los datos hablan por sí solos: los pasos, aunque decididos, son todavía insuficientes.