SERIE 17 CARAS PARA LOS ODS

"Cada vez hay más evidencias de que apostar por la igualdad es lo más justo e inteligente"

Bibiana Aído  considera que se puede alcanzar la igualdad, pero hace falta algo más que voluntad y palabras. Además, afirma que sin la consecución de la igualdad, no se podrá avanzar en el cumplimiento de los demás ODS.

Bibiana Aído considera que se puede alcanzar la igualdad, pero hace falta algo más que voluntad y afirma que para cumplir con los ODS hay que conseguir la igualdad

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Marta Gracia

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Bibiana Aído fue la primera ministra de Igualdad de la Democracia española. Un cargo al que llegó en 2008 y estuvo hasta 2010, cuando desapareció el Ministerio y se integró en el de Salud. El Gobierno socialista de Zapatero recibió numerosas críticas por crear esta cartera de Igualdad. Pero Bibiana Aído, ahora representante de ONU Mujeres en Ecuador, recuerda que se avanzó muchísimo en Igualdad en ese período. Reconoce que asumió el cargo con responsabilidad, pero también con valentía por las campañas de desprestigio.

Aído es la protagonista del Objetivo 5: Igualdad de género de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. La ex ministra de Igualdad considera que para llegar a la igualdad real hace falta algo más de buenas palabras y asegura que es lo más justo y lo más inteligente. Advierte que si no se alcanza este objetivo es muy difícil poder conseguir los otros 16 ODS

La mujer ha evolucionado mucho en los últimos años, ha mejorado su presencia en instituciones y empresas, pero todavía no es suficiente. España está lejos de los objetivos marcados por la Comisión Europea del 30% de las consejeras sean mujeres ¿cómo ve esta evolución? ¿podremos llegar a esa igualdad?

Efectivamente, la evolución de España en los últimos años es notoria pero aún queda mucho por hacer respecto a la presencia de mujeres en consejos de administración y altos niveles directivos, de hecho, en este ámbito España está quedando rezagada con respecto al resto de Europa situándose 3 puntos por debajo de la media y lejos de alcanzar el 30% marcado para por la Unión Europea para el 2020. ¿Que se puede alcanzar? Por supuesto pero hace falta algo más que voluntad y palabras, hay que pasar a la acción. Tomar medidas concretas dentro de las organizaciones, establecer incentivos, visibilizar a las empresas cumplidoras y las incumplidoras, establecer mecanismos de monitoreo y rendición de cuentas, etc. Y si todo esto no funciona no hay que tener miedo a establecer medidas transitorias de paridad obligada. Hay que abrir esa reflexión como lo ha hecho el Gobierno, porque si lo voluntario no es suficiente, es necesario tomar el timón y establecer nuevas medidas de impulso que están funcionando en otros países.

Usted fue la primera ministra de Igualdad de España (un puesto bastante criticado) ¿Cómo afrontó el puesto? ¿Y qué es lo que más destacaría?

Lo afronté con valentía, con responsabilidad y sobre todo con resiliencia. Resistir a los ataques, las presiones y las campañas de desprestigio que lanzaron para frenar la agenda nos exigió una enorme capacidad de resistir, recuperarnos y mantener el rumbo. Destacaría de aquel período la aprobación de la ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción del embarazo, que durante casi una década de aplicación está demostrando que funciona, que da mayor seguridad a las mujeres y que lejos de aumentar el número de abortos, estos han descendido. Muchos de los temas en los que avanzamos entonces generaron enormes resistencias, y sin embargo, hoy están muy asumidos por una mayoría social, esto me parece un gran avance.

¿Después de casi 15 años ¿cómo ve el feminismo hoy en día? ¿Qué opina de la huelga del 8M?

Lo veo en mejor forma que nunca. Con la energía y el músculo necesario para hacer frente a quien pretenda que se den pasos atrás. Ya que hemos llegado hasta aquí, hemos llegado para quedarnos y para seguir avanzando. En ese sentido, veo al feminismo con más poder que nunca. Y con una fortaleza añadida: redes inter-generacionales de mujeres trabajando juntas, las alianzas con otros movimientos y cada vez más hombres que se suman a la lucha por la igualdad.

Veo la huelga como un llamado a profundizar en el cambio, a eliminar las violencias y las desigualdades que siguen golpeando a las mujeres, es una huelga para visibilizar que si las mujeres paran, el mundo se para. Dejar de sacarlo todo para adelante por un rato para que la sociedad sea cada vez más consciente del valor que aportan las mujeres.

¿Qué hay que hacer para cumplir con la agenda 2030 de los objetivos de desarrollo Sostenible? ¿España lo puede cumplir?

La agenda 2030 es una agenda ambiciosa que requiere de muchos esfuerzos para su cumplimento. España está muy comprometida con la misma y, en este último periodo, está trabajando intensamente con planes y recursos concretos para avanzar hacia su cumplimento. Este es el camino. Quiero destacar que de los 17 objetivos de desarrollo sostenible, el número cinco es el relativo a la igualdad de género. Sin la consecución de este, no se podrá avanzar en el cumplimiento de los demás. Según datos de la ONU, al ritmo actual requeriríamos de 217 años para alcanzar la igualdad de género, no podemos esperar tanto. Hay que pisar el acelerador.

Muchos hombres y mujeres se muestran en contra de las cuotas porque aseguran que perjudican más que beneficiar, ¿qué opina de ellas? ¿Y de la discriminación positiva?

Cuando las medidas voluntarias no surten efecto, es necesario adoptar medidas obligatorias si de verdad queremos mover la agenda. Por ejemplo en América Latina se ha alcanzado un 28% de participación política de mujeres gracias a las leyes de cuotas. Lo deseable es que sean medidas temporales, porque llegue un día en que la igualdad esté tan integrada que ya no hagan falta medidas para impulsarla. Aún estamos lejos de llegar a ese punto.

En España la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo muy grande (superior al 20%) ¿qué medidas hay que tomar para que se vaya cerrando?

Medidas como las recientemente adoptadas en España para introducir en el ordenamiento el concepto de ‘trabajo de igual valor” o establecer que las empresas lleven un registro con los valores de los salarios, al que puedan acceder los trabajadores van en la dirección correcta de lo que se conoce que ya ha funcionado en otros países. No hay que reinventar la rueda, también se sabe que las inspecciones y correspondientes sanciones en caso de discriminación salarial por razones de género son muy efectivas.

¿Cuál es el impacto económico de esta desigualdad?

Desde luego, la desigualdad tiene un impacto sobre el desarrollo económico de nuestras sociedades y así lo demuestran los diferentes estudios realizados por parte del Fondo Monetario Internacional así como otros de prestigiosas consultoras. Estos estudios señalan que la igualdad de género en las tasas de participación laboral tiene un impacto directo en el crecimiento del PIB de los países. Efectivamente, los países con mayores cotas de igualdad son a su vez la más productivos y competitivos. Se calcula que las mujeres podrían incrementar su ingreso en un 76% si cerramos la brecha de género en el mercado laboral, esto equivaldría a añadir otro Estados Unidos y otra China a la economía mundial. También hay cada vez más estudios sobre los costos de la violencia de género o de no invertir en salud sexual y reproductiva de las mujeres. Cada vez contamos con más evidencias y datos que demuestran que apostar por la igualdad de género y por los derechos de las mujeres, además de ser lo más justo es lo más inteligente.

¿Qué ha conseguido el feminismo y qué retos son los más importantes que ha de conseguir?

Al feminismo le debemos los derechos y libertades de los que disfrutamos hoy. Y siguen siendo muchos los desafíos pendientes. En primer lugar, la erradicación de la violencia de género, mientras una mujer siga sufriendo violencia por el hecho de serlo no podremos hablar de un mundo igualitario ni del planeta 50-50 al que aspira la agenda 2030. Asimismo, hay que eliminar las barreras estructurales que limitan el empoderamiento económico de las mujeres, entre ellas, la brecha salarial, el trabajo del cuidado no remunerado, los estereotipos, etc. Se trata de cambiar la cultura de los negocios así como las normas y los valores sociales para revalorizar y redistribuir el trabajo de cuidado y en definitiva, para repensar la economía haciendo que coloque a las personas en el centro. Cambiar las estructuras y la cultura arraigada por siglos, el desafío es grande y el tiempo escaso. No se puede descansar.