Los 5 errores más comunes en el fracaso de un proyecto digital

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Koldo Ugarte (Crowdland)

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En el mundo de la nueva economía y los negocios digitales, los emprendedores han encontrado un filón. Cada día surgen infinidad de proyectos innovadores de mentes inquietas capaces de crear una nueva necesidad, de descubrir un nicho de negocio que cubrir o una manera más eficiente de ofrecer un servicio que ya existía. Detrás de todos ellos siempre hay un elemento común, en mayores o menores dosis: la tecnología. Tecnología que llega al cliente en forma de una aplicación móvil, una tienda online, una plataforma digital o, como mínimo, una página web. 

Para que un proyecto empresarial de estas características triunfe, lo primero que tiene que haber detrás es una buena idea. También un presupuesto que nos permita ponerlo en marcha. Pero donde realmente se va a decidir el éxito de ese negocio digital es en su proceso de diseño, desarrollo y lanzamiento. 

Para que un proyecto empresarial de estas características triunfe, lo primero que tiene que haber detrás es una buena idea

Existen cinco errores frecuentes que suelen estar detrás del fracaso de un proyecto digital.

El primero de ellos es una mala gestión de los tiempos de desarrollo y planificación. En ocasiones se utilizan sistemas anticuados en los que el proyecto se planifica como un todo, definiendo todas las funcionalidades desde el inicio, en lugar de marcarnos hitos a corto plazo e ir validando por fases, para poder introducir modificaciones que vayan ajustando el proyecto a las necesidades reales. Cuando ya está todo desarrollado, cualquier ajuste requiere demasiados cambios en el conjunto, lo que se traduce en retrasos en los plazos y pérdida de rentabilidad. 

La falta de coordinación y coordinación de los equipos es un fallo vinculado al anterior. Es muy importante definir muy bien el proyecto, sus funcionalidades, el equipo y las responsabilidades concretas de cada persona en cada fase de desarrollo. Cuando esto no está bien definido desde el primer momento surgen los problemas. También es recomendable utilizar metodologías ágiles y colaborativas, que permitan a los equipos trabajar de forma coordinada ya sea presencial o en remoto (y ahora más que nunca). 

Otro de los errores recurrentes consiste en una mala gestión de la experiencia de usuario (UX). Con nuestra app, web o tienda online tenemos que conseguir que el usuario que llega por primera vez se quede con nosotros, y repita. Y para eso tenemos que proporcionarle una experiencia satisfactoria. Si la plataforma da errores, si tarda en cargar, si no es intuitiva y le cuesta encontrar las cosas, o si no prestamos un buen servicio al cliente, lo más probable es que se marche y no vuelva a pisar nuestros espacios digitales. Por eso no debemos pasarnos de creativos (que sea atractivo sí, pero sencillo, usable y eficiente) ni abusar de “call to actions”, que agobian al cliente y pueden conseguir justo el efecto contrario: que se vaya antes de tiempo.

 Si tenemos una buena idea, detengámonos a planificar cuidadosamente cómo fabricar bien su traje para que sea funcional 

El cuarto fallo que puede llevar al fracaso de un proyecto digital es no tener un buen producto mínimo viable (MVP) antes de salir al mercado. De nuevo insistimos en que plantear el desarrollo del proyecto de forma evolutiva es clave para ir ajustándolo y comprobar que realmente se han conseguido las funcionalidades que corresponden a cada fase para pasar a la siguiente con seguridad. Tener feedback de UX de usuarios reales en cada fase nos ayudará a mejorar nuestro MVP. Un ejemplo visual: si con nuestro proyecto queremos resolver un problema de movilidad es mejor plantearnos lanzar primero un patinete, e ir afianzando y ampliando funcionalidades de manera que luego se convierta en una bici, más tarde en una moto y finalmente en un coche, en lugar de pretender lanzar desde el inicio un Ferrari que no cumpla expectativas. 

Por último, el error que puede arruinar un buen proceso de desarrollo es no diseñar una adecuada estrategia de lanzamiento, que es decisiva para posicionarnos bien en el mercado y hacer crecer nuestro proyecto. Debemos tener claros cuáles son los objetivos del lanzamiento, marcarnos previsiones de número de usuarios, de conversión o de tráfico, y utilizar las herramientas apropiadas para alcanzarlas, siempre y cuando sean realistas, y el presupuesto, suficiente. Una campaña controlada nos va a permitir además ser más ágiles en el caso de tener que ajustar algún aspecto de nuestro producto. 

En definitiva, si tenemos una buena idea, detengámonos a planificar cuidadosamente cómo fabricar bien su traje para que sea funcional y le haga lucir atractiva, y asegurémonos de que está lista para salir a la calle y que todos deseen conocerla.