En momentos de crisis, hay que revolucionar el modelo
Graziela di Giorgi (SCOPEN)
Chief Growth Officer de SCOPEN
Firma invitada
Uber, como otras plataformas de servicios, ha llegado al mercado con el objetivo de facilitar la vida de las personas, a través de la creación de atajos y la simplificación de los procesos. La uberización abarca el universo de empresas que, en común, tienen como ambición dar solución a alguna necesidad humana latente, lo que exige un cambio de mentalidad, ya que hay que invertir en generar valor para las personas, antes que buscar beneficios a corto plazo para la empresa.
A la uberización Un ejemplo de ese funcionamiento es la forma como muchas grandes empresas pagan a sus proveedores, utilizando su magnitud e influencia para establecer condiciones de pago futuro, mientras exigen la realización del trabajo en el presente. A este fenómeno global, lo llamo de bancarización, por la forma en que aplazan los pagos mientras se capitalizan. Esta nueva fórmula establece plazos que pueden incluso superar los 90 días, después de la realización de los proyectos y daña fuertemente la economía, perjudicando a las empresas más pequeñas y llevando a la quiebra de los autónomos y debilitando por tanto a todo el mercado.
Mirando un poco hacia adelante, es probable que ese pronóstico no cambie para mejor -todo dependerá del impacto económico que el coronavirus ya está generando-. El peligro que tenemos es que haya un refuerzo todavía mayor hacia el auto centrismo, en el que la bancarización que tendremos en el período que nos espera más adelante.
La reacción más instintiva para la mayoría de empresas ante una crisis es enfocarse solamente en el corto plazo, ignorando la oportunidad que hay detrás del largo plazo
Sin embargo, en la vida empresarial, en general hay dos caminos posibles para mantener la facturación en tiempos de crisis – recortar costes para sobrevivir, y/ o crear nuevos servicios para sorprender-. La reacción más instintiva para la mayoría ante una crisis es la de enfocarse solamente en el primero -corto plazo-, ignorando la oportunidad que hay detrás del segundo -largo plazo-. Puede parecer utópico apostar por algo nuevo mientras que el presente se deshace, pero la buena noticia es que hay oportunidades para diferenciarse que solamente una minoría consigue aprovechar. Identificar nuevas necesidades que van a surgir y crear soluciones para atenderlas provoca que la empresa gane relevancia por la pertinencia de lo que ofrece, lista para sorprender cuando la crisis finalmente pierda su fuerza. Este servicio creado en paralelo puede generar las ganancias necesarias para compensar las pérdidas en el negocio convencional de la empresa.
Una de las primeras compañías que antepusieron las necesidades de los clientes a la rentabilidad de su negocio fue Amazon. De hecho, durante sus primeros años, nadie creía que iba a sobrevivir. Amazon no vio los primeros beneficios hasta años después de su fundación. Sin embargo, no solo sigue viva, sino que consigue desacreditar a los profetas de todo el mundo que vaticinaban su fracaso. Sin duda, esta es una demostración de que un modelo poco convencional puede llegar a tener éxito al seguir el segundo camino, invirtiendo gran parte de sus ingresos en tecnología y en logística para seguir sorprendiendo a los consumidores, ofreciéndoles productos más baratos y con entregas cada vez más rápidas.
Un modelo poco convencional puede llegar a tener éxito invirtiendo gran parte de sus ingresos en tecnología y en logística para seguir sorprendiendo a los consumidores
Sin embargo, es necesario destacar que la creciente y consolidada adopción de nuevos modelos, como Uber o Amazon se debe, no solamente a los beneficios que generan valor en las personas, sino también a precios más competitivos, los cuales son posibles gracias a operaciones que utilizan condiciones laborales más restrictivas y polémicas, que llegan a cuestionar su sistema de remuneración a sus colaboradores (conductores y entregadores, en cada caso). Si siguen en esa línea, hay un gran peligro de que la uberización encuentre a la bancarización, al no respetar a todos los que forman parte de su ecosistemauberizaciónbancarización.
Enfrentarse a un escenario de crisis, por lo tanto, empieza por desarrollar una conciencia que entiende el ecosistema a partir de la interdependencia de las relaciones, respetando a todos los que participan de él. Implica romper con el status quo, priorizando la creación de valor, y renunciar a una ganancia inmediata a favor de otra futura. Y no hablamos del valor entendido como beneficio a cualquier precio -retrasando pagos mientras se capitaliza- sino del valor real que se genera, sorprendiendo a las personas. Esa nueva mentalidad requerirá la maduración de todos porque genera cambios incómodos pero necesarios. Con la intención correcta y ajustes continuos será posible ofrecer más equilibrio para los distintos agentes, unidos por un compromiso en común: el de generar valor continuamente, en lugar de perjudicar a todos en beneficio propio.
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