MADRES: Un ejercicio de realidad y compromiso

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Edesio Ureña (CEF-UDIMA)

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Siempre he mantenido que los mejores economistas, y por ende financieros, que existen son las MADRES. Ellas reúnen las cinco virtudes básicas necesarias para conducir la economía doméstica a buen puerto: generosidad, sacrificio, humildad, entrega y realismo. Estas simples cualidades son las que se deberían exigir de serie a cualquier aspirante a dirigente político. Difícil y complicado, lo sé.

Toda situación crítica como la derivada de la pandemia que estamos atravesando por causa del COVID-19, requiere la adopción de medidas excepcionales para ser superada. Un escenario tremendo el que se avecina, con un déficit que, previsiblemente, supere el 10% del PIB, un descenso de la recaudación por impuestos y cotizaciones sociales y el cierre de muchas empresas, con el consiguiente aumento del paro y el gasto social que ello supone. 

La única solución posible para frenar esta drástica caída de la economía pasa por influir en las dos variables de la ecuación financiera:

  1. La de los ingresos, inyectando financiación de la exclusiva manera que en estos momentos resulta posible, que es aumentando nuestro nivel de deuda pública
  2. La de los gastos, eliminando todos aquellos que resulten superfluos, para centrarnos en los estrictamente necesarios. Esto último, que parece una obviedad, es lo que nuestros políticos parecen no tener claro. 

Continuando con el ejemplo de nuestras MADRES. En una familia de cuatro miembros que por circunstancias de la vida viera reducidos drásticamente sus recursos mensuales, la mente preclara de estas economistas Cum laude, destinaría los escasos recursos disponibles a la cobertura de las partidas de gasto claramente prioritarias y no les temblaría el pulso al hacerlo. Nuestros políticos actuales son hijos de estas MADRES. Así que, señores políticos, si no saben qué hacer en la actual situación de crisis, pregunten por favor, pregunten a estas “damas de la economía doméstica”. 

Ellas destinarían los escasos recursos disponibles a la cobertura de las partidas de gasto claramente prioritarias y no les temblaría el pulso al hacerlo.

Las estimaciones más optimistas prevén que las necesidades de financiación superarán los 100.000 millones de euros; habrá que realizar importantes ajustes en todos los ámbitos y partidas. 

Es hora de reflexionar y de abordar la realidad con coraje. Los recursos públicos no son ilimitados y nuestros gobernantes no siempre han hecho un uso adecuado de los mismos. No obstante, los ciudadanos también seremos responsables de ese despilfarro en la medida en que no tomemos consciencia de que, por encima de nuestros derechos, han de prevalecer nuestras obligaciones: la obligación de exigir a quienes nos gobiernan, de exigir que cesen los gastos superfluos y las prebendas y de exigir decisiones prudentes que destinen los escasos recursos a las partidas prioritarias de gastos… Con mano de hierro y guante de seda, igual que lo harían ellas. Tolerancia cero con el despilfarro.

 Por encima de nuestros derechos, han de prevalecer nuestras obligaciones: la obligación de exigir a quienes nos gobiernan que cesen los gastos superfluos y de exigir decisiones prudentes

Es un momento difícil y complicado para todos, cada cual con su “mochila de problemas”, pero no hay que dejar sitio a la desesperanza y al desánimo, porque nuestro futuro también depende de la actitud con la que lo afrontemos. 

Hoy más que nunca tengamos presente estos dos conocidos aforismos:

  • “Reinventar el presente es afianzarnos en el futuro”.
  • “Mientras el pesimista se queja del viento, el optimista espera a que cambie, pero el realista comienza a amarrar las velas".

Es momento de afrontar la realidad y comprometernos con el futuro, como lo hacen cada día nuestras MADRES, las mejores economistas, las mejores financieras.