nuevas tecnologías

Día Mundial sin Internet: pasar del FOMO al JOMO y no morir en el intento

En una sociedad enganchada al móvil, parece lógico que surja una corriente que propugna la desconexión digital. Esto es lo que vienen a decirnos las siglas JOMO, de ‘joy of missing out’, que nos insta a dejar nuestros móviles y levantar la cabeza para mirar más allá. 

Abandonar el móvil y sobrellevar el síndrome del FOMO tiene sus recompensas: vivir el momento, forjar conexiones más profundas y lograr una mejor versión de nosotros mismos.

JOMO movil

JOMO movil / economia

María Refojos

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Del miedo al placer. De sentir ansiedad por estar “perdiéndonos algo” a disfrutar precisamente por el hecho de estar “perdidos”. En una sociedad enganchada al móvil, parece lógico que surja una corriente que propugna la desconexión digital como mecanismo de defensa. Esto es lo que vienen a decirnos las siglas JOMO, de ‘joy of missing out’, que significa literalmente “alegría de perderse algo” y que nos insta a dejar nuestros móviles y levantar la cabeza para mirar más allá. 

Esta tendencia no es nueva, pero no está de más recordarla en el Día Internacional sin Internet. Que muchos dirán, ¿qué necesidad? Pero si tenemos en cuenta que a nueve de cada diez españoles les resulta imposible permanecer un día entero sin hacer uso del teléfono móvil, no debe extrañarnos el auge de una corriente que reclama prestar más atención al tiempo presente y a lo que nos rodea. 

"Cada vez tenemos más conciencia de que el precio que pagamos por estar permanentemente conectados es muy alto, hasta el punto de que pasamos del FOMO al JOMO", explica Manuel Armayones, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación y director de desarrollo del eHealth Center de la UOC.

"La luna de miel que teníamos con las nuevas tecnologías se está terminando, porque las promesas que venían con ellas de mayor libertad y mayor capacidad de relacionarnos con los demás no se han cumplido, más bien al contrario", señala el experto.

¿Quién lo promueve?

Los orígenes de este fenómeno se remontan a julio de 2012, cuando el blogger, emprendedor y tecnólogo estadounidense Anil Dash acuñó el término JOMO en una entrada de su blog. Junto con Anil Dash, otra de las principales precursoras de esta filosofía es la escritora y oradora Christina Crook, quien en 2013 ofreció una charla TED exponiendo la teoría JOMO y un año después publicó su libro 'The Joy of Missing Out: Finding Balance in a Wired World'.   

Desde entonces, el concepto ha crecido y evolucionado. Cuenta con página web, un ‘club’ en el que te puedes registrar y un podcast, que elabora la propia Christina Crook. Incluso empleados de Google (ergo los primeros interesados en que vivamos con el móvil pegado a la mano) se han manifestado a favor de esta corriente.

Julie Aranda, investigadora UX en el gigante tecnológico, escribía en septiembre de 2018 sobre las bondades del “bienestar digital”. Con cierta autocrítica, la psicóloga incidía en cómo los teléfonos “saturados de redes sociales, emails y apps de noticias” están creando “una sensación constante de obligación” y generando estrés. 

“Podíamos hacer más para comprender cómo los teléfonos están haciendo más difícil que las personas se desconecten y la frustración que esto estaba generando”, relata la trabajadora de Google, que junto con su compañera Safia Baig realizó un estudio sobre la forma de ayudar a los usuarios de dispositivos móviles a encontrar el equilibrio entre el ‘buen uso’ y el ‘mal uso’ que derive en dependencia.

Cabe recordar, como puntualiza Enric Puig, profesor colaborador de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, que empresas como Google, Facebook, Amazon o Apple son mayoritariamente publicitarias, por lo que llevar a las últimas consecuencias la conectividad responde a objetivos de negocio. "Fuerzan a sus usuarios, mediante mecanismos de gratificación, a compartir y recibir información. Es lo que nos ha llevado a comportamientos adictivos respecto a los dispositivos", explica.

Tendencia en auge

FOMO no está en la Real Academia Española, pero sí forma parte del Oxford Dictionary desde 2013. Son las siglas de Fear of Missing Out, cuya traducción viene a ser “miedo a perderse algo”. La definición recogida en el diccionario de referencia de la lengua inglesa dice lo siguiente: "Ansiedad de que un evento emocionante o interesante pueda estar sucediendo ahora en cualquier otro lugar, a menudo provocada por publicaciones vistas en las redes sociales".

La Asociación Americana del Corazón, principal organismo científico especializada en cardiología de Estados Unidos y referente en el resto del mundo, recoge la recomendación específica de que escojamos JOMO en lugar de FOMO. El objetivo es evitar sus efectos negativos, que aparecen en forma de envidia, soledad, estrés, vanidad, ansiedad, desperdicio de tiempo y saturación de elecciones

"Se ha mezclado nuestra vida personal con nuestra vida profesional y se han roto los límites: los jefes envían mensajes de WhatsApp a sus empleados y los incorporan a grupos, aunque no sea la vía de comunicación oficial en muchos trabajos; las parejas se escriben mensajes a la dirección del trabajo; y el compañero te manda un whatsapp para decirte que te ha enviado un mensaje electrónico. Se acaba haciendo un desbarajuste con nuestra vida. Las nuevas tecnologías y las redes sociales funcionan muy bien si nos hacen sentir bien, pero cuando no es así nos planteamos bajarnos del carro», afirma Manuel Armayones.

¿Estamos ante el principio del fin de la hiperconectividad? Según el profesor de la UOC, esto es lo que parece indicar la norma social. "Ahora lo in es desconectarse. Ha habido muchos ejemplos de ello entre personajes populares", apunta, en referencia a celebridades como Justin Bieber, Ed Sheeran o Kim Kardashian, quienes cancelaron sus redes -de forma temporal- para desintoxicarse. En este sentido, Armayones incide en que "una de las cosas que puede salvar a las redes sociales e internet es que seamos capaces de utilizarlas como un instrumento para que pasen cosas reales en la vida real". 

Efectos positivos del JOMO

Abandonar el móvil y sobrellevar el síndrome del FOMO tiene su recompensa. Estas son las principales ventajas que ofrece el estilo de vida JOMO, según la Asociación Americana del Corazón: 

- Vivir el momento: ante el flujo constante de mensajes, correos electrónicos, memes y fotografías, y la “carga” que esto supone para nuestra mente, aconsejan concentrarnos al 100% en dónde estamos y qué estamos haciendo. “Incluso la mera presencia del teléfono nos absorbe”, señalan.

- Un mejor versión de nosotros mismos: mantenerse al margen de las redes sociales evita que nos comparemos constantemente con los demás, un comportamiento que puede acabar siendo “destructivo”. En su lugar, la Asociación pone en valor la importancia de que seamos nuestra propia “vara de medir” y que nos esforcemos en ser mejores personas, ‘a secas’ en vez de mejores que el vecino.

- Conexiones más profundas: la idea es recuperar las conversaciones cara a cara, sin prisa y con atención. Practicar la escucha activa y hacerlo en modo offline. ni a través de una plataforma de mensajes instantáneos ni en persona, pero con el teléfono en la mano y revisándolo cada dos minutos. Este tipo de conexiones “pueden hacer mucho más para frenar la soledad”, asegura la Asociación Americana del Corazón.

- Aburrimiento: en cuanto a cómo nos ayuda la falta de actividad a “buscar nuevas y estimulantes experiencias que llenen el vacío”. Si tenemos distracción y entretenimiento constante a través de las pantallas, no le damos a nuestro cerebro la oportunidad de exprimirse y sorprendernos.